Una cátedra de buen fútbol
<P>El Madrid apabulló 3-1 a Barcelona en una sólida exhibición. Se repuso y acabó ridiculizando al rival. </P>
Sólido, frontal, rápido y eficaz. Inteligente, esforzado y exquisito. Protagonista e insistente. Ganador. Así es este Real Madrid, capaz de minimizar el toque, la técnica y la rica calidad de un Barcelona muy falto de actitud, que ni siquiera fue capaz de mostrar amor propio para intentar un remontada. Sí, porque a veces los partidos no tan sólo se ganan por jugar mejor, o por tener hombres de jerarquía parados en el césped. En muchas ocasiones hay que poner mucho más que la pasión para al menos ganarse un aplauso.
El tanto de Neymar, el mejor de los blaugranas, a los 4', fue un oasis en el camino. El crack brasileño encaró dejó como estatuas a Carvajal y a Pepe y definió con rosca al poste más lejano de Iker Casillas. Pero eso fue todo. Quizás, con un poco de empeño y esfuerzo, el cuadro de Claudio Bravo podría haber rescatado un empate. No obstante, el tanto del paulista no fue más que un aliciente para un elenco que tenía mucha hambre...
Benzema, Cristiano Ronaldo e Isco, los tres puntas que puso Carlo Ancelotti, exhibieron su categoría individual y las ganas de aniquilar la imbatibilidad de ocho partidos de Bravo. A los 6', el francés trató de definir de revés, pero la genialidad se le fue un tanto ancha. A los 11', el propio galo cabeceó en el área y le dio al palo y cuando se paró tras caer volvió a disparar y nuevamente estrelló la pelota en un poste. La hinchada merengue retribuyó el ahínco del centrodelantero y CR7, de un impulso, comenzó a entusiasmarse, y claro, hasta el primer cuarto de hora no hizo más que reclamar.
El portugués pidió la pelota y comenzó a encarar. En una ocasión pateó al arco y el chileno, bien parado, no tuvo que hacer ningún esfuerzo para atrapar su tiro (19'). Pero venía más, obviamente. El astro de la Casa Blanca tiene como víctima predilecta al capitán de la Roja (hasta ayer le había marcado nueve veces) y no se iba a quedar tranquilo con semejante escaramuza de tono menor... Messi, intentó responderle a los 22', pero Casillas se lució con un achique que recordó las mejores presentaciones que ha tenido el zurdo a lo largo de 15 años de carrera. Después de eso, el argentino nunca más apareció y ni siquiera fue capaz de pelear por una pelota. Por lo mismo, otra vez hay que resaltar a Neymar, quien sí se activó y siempre intentó contagiar.
Hasta que apareció Ronaldo... A los 34', Piqué se tiro al piso y metió la mano cuando Marcelo intentaba meter un centro desde la izquierda. Tontería, penal y conversión del luso, en el comienzo de una jornada que terminaría en carnaval para gran parte de la capital.
Del debutante Luis Suárez no se pudo apreciar nada. Lento, poco fino y poco conectado con sus pares, fue la sombra de la estrella que fue en Liverpool y Uruguay.
Lección de fútbol
Después del descanso vino lo mejor, al menos para la vereda blanca. La primera chance del Madrid terminó en gol. Y no fue el preciso James Rodríguez, ni el talentoso Toni Kroos, ni menos el incansable Isco. Quien se hizo cargo de pasarle por encima al archirrival fue el luso Pepe. El zaguero central ganó con propiedad en el aire y sin oposición alguna incrustó el balón con violencia ante la estirada de Bravo. A los 50', el defensor inició la debacle azulgrana.
Luego del mazazo, Jérémy Mathieu se escapó por la banda izquierda y puso otra vez en aprietos al golero de los capitalinos. No obstante, Casillas quería callar las críticas y con una estirada notable evitó la paridad.
Luis Enrique sacó a Xavi e incluyó a Ivan Rakitic. Eso le sirvió para acercarse al área, pero la eficacia del cuadro de Ancelotti era feroz. A los 61', se pudo ver lo increíble: jugadores como Iniesta casi no se equivocan, pero el día era perfecto para el Madrid. El Cerebro se enredó con el transandino Mascherano y le entregó en bandeja la pelota a Ronaldo. El diestro la cedió a Rodríguez y el colombiano con un toque sutil dejó a Benzema mano a mano con Bravo.
Fue un 3-1 claro. Si el Madrid carecía a veces de paciencia en la distribución, hoy la tiene y es un equipo de temer. Si Barcelona era un equipo profundo, hoy carece de ella y se acerca muy poco al arco. Eso le costó perder el invicto, la imbatibilidad de Bravo, la posibilidad y el prestigio ante el rival de toda la vida. Los "oles" se escucharon más fuertes que nunca.
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