Una coyuntura económica auspiciosa
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El índice de actividad económica (Imacec) de abril sorprendió. Su crecimiento de 4,6% prácticamente duplicó su valor esperado. ¿Significa esto que los efectos de la crisis financiera han sido superados en Chile? ¿Resultó el terremoto ser mucho menos dañino -en términos de producción, por supuesto- que lo anticipado? ¿La fiebre del Mundial de Fútbol nos ha llevado a gastar mucho más que lo previsto? ¿Se está empezando a cumplir la promesa de crecimiento del actual gobierno? Hay algo de casi todo eso.
Es necesario distinguir entre la tendencia de crecimiento de mediano y largo plazo, y la coyuntura económica, es decir, el ciclo en torno a esa tendencia. Desde del punto vista de la coyuntura, nos encontramos en una fase de recuperación de la crisis financiera interrumpida brevemente por los efectos del terremoto de febrero. Este último tuvo sólo un efecto relativamente menor sobre el stock de capital existente. Por ello, excepto a muy corto plazo, no ha afectado en forma notoria la capacidad de producción del país, la cual se ha visto expandida por la bonanza del cobre.
Existiendo, entonces, todavía una cierta capacidad de producción ociosa, el crecimiento económico en la coyuntura pasó a depender crucialmente de la demanda. Como se sabe, ésta se ha visto favorecida, tanto externa como internamente, por políticas fiscales y monetarias extraordinariamente expansivas. Además, en el caso de Chile, la demanda generada por la propia reconstrucción y, en estos meses, por el Campeonato Mundial de Fútbol, le "pusieron leña al fuego".
El crecimiento de la demanda es tan notorio que las ventas de vehículos casi han establecido un récord. Además, fuentes informales me han adelantado que las ventas de grandes empresas del retail estarían superando en casi un 10% las ventas programadas, que ya incluían los efectos positivos (para ellas) de la reconstrucción y del Mundial de Sudáfrica. Más interesante aún es que ese aumento de ventas por encima de los niveles previstos es generalizado.
Lo anterior sugiere que en el corto plazo la economía seguirá creciendo a tasas relativamente elevadas, dado que hay capacidad de producción y existe la necesaria demanda. El único nubarrón que se vislumbra en este frente coyuntural es el efecto de una posible recaída en los niveles de actividad mundial, como resultado de la crisis de la deuda en Europa y las políticas de ajuste coyuntural en China. Todos debemos estar en extremo atentos a estos eventos.
¿Qué está pasando con las tendencias de crecimiento y empleo? Difícilmente debe haber cambiado aquella del crecimiento del PIB, dado que recién ahora el gobierno está empezando a tener el tiempo para abocarse a esta tarea. En materia laboral, la meta del millón de empleos adicionales se alcanzaría, entre otras cosas, con mayor crecimiento y una política salarial pro empleo. La mesura en el reajuste del salario mínimo es en este contexto -sin duda- un elemento clave para alcanzarla.
En resumen, la saludable tasa de crecimiento económico de los últimos meses es el reflejo de una economía que todavía tiene capacidad de producción ociosa y posee abundantes recursos externos. Además, se está recuperando de la crisis financiera en un ambiente de políticas macroeconómicas muy expansivas. En esas condiciones, el terremoto y el Campeonato Mundial de Fútbol tuvieron, si algo, un efecto positivo sobre la demanda, sin ser -por cierto- los determinantes de la actual coyuntura.
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