Una herencia de familia

<P>Dos de los hijos de Oscar Wirth son porteros. A Rainer, se suma ahora Beatriz, arquera de la selección nacional de hockey sobre césped. Para ellos, la práctica del deporte es una cuestión cotidiana, que tiene que ver con su cultura familiar. </P> <P> </P>




El clan Wirth es muy particular. Los cinco integrantes son deportistas, pero también son profesionales. Salvo Beatriz, que aún no lo es y, con 20 años, estudia para ser profesora de Educación Física, al igual que su padre y su madre. Uno de sus hermanos es ingeniero y el otro, cirujano.

"Complementar los estudios y el deporte ha sido difícil, pero con responsabilidad se puede hacer. Eso forma parte del entorno familiar: si la familia cree en eso y respalda lo que se hace, se puede lograr", asegura Oscar Wirth.

Su hijo, Rainer, dice que la relación entre el deporte y su familia es una situación natural. "Es algo cotidiano; una cosa cultural entre nosotros. Es un complemento de nuestras vidas. Mis abuelos, mis tíos, todos son deportistas. Y más de uno optó por el profesionalismo".

Lo anecdótico es que, en la familia, hay tres arqueros de alta competencia. La menor de la familia, Beatriz, es portera de la selección de hockey césped. "Quizás lo llevo en la sangre... Para jugar al arco hay que estar un poco loco o loca". Y explica que esto se debe "a la presión que se debe enfrentar en el puesto. O eres el héroe o el peor. En el arco, los errores se notan mucho más".

La misma opinión tiene su hermano: "Se sabe que es así. Desde el comienzo hay que asumirlo. Tu uniforme es distinto al del resto de los jugadores y todos te están mirando siempre. La posición de arquero es lo más individual en un deporte colectivo".

Que Rainer haya escogido el arco, resulta natural. Que la hija también haya seguido ese camino, sin embargo, era menos predecible, sobre todo considerando que Oscar le impedía jugar fútbol y ella buscó su destino en varios deportes, como el vóleibol y la gimnasia olímpica.

"Mi papá no me dejaba jugar fútbol", cuenta Beatriz, "aunque yo igual jugaba en los recreos", agrega riendo.

"Lo que pasa es que para mí el fútbol femenino no va", confirma el padre. "Me decía que ya tenía suficiente con dos hombres", cuenta la más pequeña del clan.

Que Beatriz haya escogido la portería cuando empezó a practicar hockey, sin embargo, no es más que un accidente del destino. "No fue una situación forzada, todo lo contrario. Yo era muy chica, estaba en quinto básico y preguntaron quién quería probarse al arco, para el tercer equipo del colegio. Al final, sólo lo hice para probar suerte", dice la menor de los Wirth.

"Fui escalando de a poco. A los 13 años era seleccionada chilena Sub 14 y ya había llegado al primer equipo del Craighouse School. Algo tienen que ver los genes, seguro", agrega la estudiante de Educación Física.

"No fue algo que yo propiciara. Mi interés era, y es, que mis hijos sean partícipes de una familia deportiva. Jamás intervine para que fueran arqueros", dice Oscar, quien destaca que su hija "tiene una característica muy especial: su valentía. Estoy seguro de que no muchos están dispuestos a pararse en un arco de hockey".

Caso contrario es el de Rainer, quien reconoce que sí llegó al fútbol siguiendo la imagen paterna. "Desde mi experiencia personal, la relación que tengo con el fútbol tiene que ver con cómo crecí. Mi padre es un referente para mí; es todo por una cuestión familiar, por el cariño y respeto que nos tenemos. No puedo desligarme de lo que él hizo".

El ex golero de Colo Colo y Unión Española, sin embargo, dice que no tiene a su padre como espejo, si no que como guía y consejero: "Por una cuestión temporal, cuando me decidí por el arco, mi viejo ya se estaba retirando. Cuando empecé en el profesionalismo, miraba mucho el trabajo de Oscar Córdoba. Mi papá es un consejero, por todo lo que significa para mí, pero tuvieron que pasar varios años, cuando yo ya sabía lo que era estar en un arco de fútbol, entendí la trascendencia de sus logros".

Para Oscar Wirth, lo más tranquilizador es que sus hijos, independientemente de que hayan seguido sus pasos, hacen lo que les gusta hacer. "Mi hija está estudiando, Rainer es ingeniero y mi otro hijo es médico cirujano. Este último no tiene tiempo para jugar rugby como le gusta, pero es feliz. Rainer y Beatriz se realizan también deportivamente".

Sobre Rainer, dice que "es muy capaz en todos los aspectos de la vida. Está muy preparado. Ojalá que le llegue una oportunidad en el fútbol, que es lo que realmente le apasiona".

¿Y Beatriz? "Los rendimientos se analizan según los objetivos. Ahora último, con la selección lograron clasificar para estar en Holanda en junio. Obtener ese logro ya es muy positivo. Además, por su corta edad, puede jugar por varias selecciones de manera simultánea. Eso es bueno para ella, que ha estado muy involucrada en el hockey desde muy niña".

Una familia deportiva, que tiene su coronación con tres arqueros de elite. Beatriz destaca que eso no es más que una anécdota, una consecuencia de estar ligados siempre a la práctica de la actividad física. Sin embargo, subraya las sensaciones de su padre al tener dos herederos deportivos directos: "No lo dice mucho, pero estoy segura de que lo lleva por dentro con mucho orgullo".

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