¿Una nueva estrella en la bandera de Estados Unidos?
<P><span style="text-transform:uppercase">[region de jefferson] </span>Algunos condados del norte de California aprobaron la propuesta de separarse de ese estado y formar uno propio. Llevarlo a cabo, en todo caso, es muy difícil. </P>
Es habitual escuchar decir que si California -el estado más poblado de Estados Unidos y el tercero en superficie- fuera un país independiente, se encontraría entre las primeras potencias económicas del planeta. El poderío de la economía californiana es evidente en ciudades como Los Angeles o San Francisco. Pero la realidad es diferente en el norte del estado, una región rural que lleva décadas sumida en una profunda crisis económica. Esa disparidad en el reparto de la riqueza y la sensación enraizada entre algunos de que los núcleos urbanos en los que se concentra el poder político y económico no se preocupan de lo que sucede en el resto del territorio han hecho que desde hace décadas exista un movimiento secesionista en varios de los condados norteños. Su idea es crear Jefferson, el estado número 51 con el que los separatistas creen que podrían recuperar las riendas de su destino, cabalgando sobre la bonanza que traerían los recursos naturales que en la actualidad no pueden explotar debido a las numerosas regulaciones estatales y federales. Han sido varios los intentos infructuosos -que han llevado a cabo junto con varios condados del sur de Oregon-, pero los partidarios de la separación no desisten.
El movimiento secesionista ha vuelto a tomar fuerza y desde hace meses una quincena de condados californianos debaten si deben dar su apoyo a la creación de Jefferson. De momento, los representantes políticos de los condados de Glenn, Modoc, Siskiyou y Yuba ya dieron su visto bueno a la iniciativa. La semana pasada, los habitantes de otros dos condados -Del Norte y Tehama- votaron en referendo acerca de una hipotética independencia, ganando en el primero los unionistas y en el segundo los separatistas. Se espera que en los próximos meses una decena de condados más se pronuncien sobre este asunto. Aunque combinándolos todos, estos condados rebeldes representan una pequeña fracción (menos de un millón) de los más de 38 millones de habitantes que tiene California, su superficie es casi un 25% del territorio del estado.
¿Y qué tendría que suceder para que Jefferson pudiera convertirse en una realidad? Para que el nuevo estado pudiera ver la luz, tanto la legislatura estatal de California como el Congreso de EE.UU. deberían dar su aprobación, algo que los expertos consideran improbable.
"El malestar de los condados del norte de California ha estado presente desde hace décadas", señala Leora Romney, periodista del diario Los Angeles Times. "La economía de los condados que están a favor de la separación dependió durante décadas de la industria de la madera y de la pesca, pero éstas acabaron desapareciendo. Además, muchos jóvenes se han ido por la falta de oportunidades y los que se mudan a la zona suelen ser jubilados", explica. Según Romney, "esto hace que se trate de una región pobre si se la compara con los condados del sur".
James Huffman, experto en derecho constitucional de Oregon, asegura que el movimiento secesionista es muy característico del oeste estadounidense, "donde muchos condados rurales creen que tienen el derecho de controlar su propio destino".
"Una de las raíces de los movimientos secesionistas es el hecho de que el gobierno federal posee de media un 50% del territorio del oeste del país (un 90% en el caso de Alaska o un 85% en el de Nevada). Eso hace que muchos condados crean que no tienen control sobre su destino económico, porque no tienen derecho a explotar los recursos de sus tierras", señala Huffman en conversación con BBC.
Peter Laufer, autor del libro El elusivo estado de Jefferson, cree que las ansias separatistas en el norte de California "son una metáfora" del enfrentamiento entre el gobierno federal y las diversas regiones de Estados Unidos.
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