Ver la misma película una y otra vez: una tradición irresistible
<P>Año tras año, se vuelve a exhibir en Semana Santa cintas como El Manto Sagrado. Y cada vez aparecen muchos más telespectadores de lo que cualquiera hubiera pensado. Según los expertos, obedece a un fenómeno que no sólo se da con filmes, sino también con libros o, incluso, con lugares para ir de vacaciones.</P>
La gran mayoría sabemos como terminan estas historias o, al menos, conocemos detalles clave de sus tramas: en El Manto Sagrado Marcellus Gallio (Richard Burton) enfrenta una profunda crisis espiritual como comandante de la unidad romana que crucifica a Jesús y en Los 10 Mandamientos Moisés logra escapar con los esclavos hebreos desde Egipto. Pero pese a que estas narraciones nos resultan sumamente familiares, año tras año aparecen en masa los telespectadores que sintonizan la programación televisiva de Semana Santa, como parte de una tradición que se remonta varias décadas.
El atractivo que generan estas cintas no es nuevo. La versión de 1927 de Rey de Reyes -centrada en la vida de Jesús- fue vista por 500 millones de personas antes de ser sometida a un remake en 1961. De hecho, la edición original fue tan popular, que a los escolares de EE.UU. se los dejaba salir antes del colegio para que la vieran. Se trata de un éxito que, de una u otra manera, se trasladó a la televisión y que se refleja en el respetable rating que logran este material en cada Semana Santa: en 2011, la miniserie Jesús de Nazareth tuvo la segunda sintonía más alta de viernes santo, mientras El Manto Sagrado ocupó el noveno puesto al día siguiente.
¿Qué nos hace abandonar el adictivo zapping para ver una vez más las carreras de carruajes de Ben-Hur? ¿Por qué no nos deja de fascinar la historia sobre cómo la multitud decide liberar a Barrabás en lugar de a Jesús? Quienes han investigado el tema, afirman que esta reacción obedece a un fenómeno más global llamado "re-consumo" y que también se da con cintas tan populares como Star Wars, libros que se leen varias veces como El Señor de los Anillos e, incluso, con ciertas zonas geográficas que se revisitan en vacaciones.
Si bien este efecto se ve particularmente potenciado por la carga espiritual que enmarca a Semana Santa, los expertos han identificado varias explicaciones más generales. Estas van desde un impacto sicológico que incluso puede ser terapéutico, hasta un efecto fisiológico, ya que a nivel cerebral ciertos filmes con un fuerte mensaje valórico alientan una mayor sensación de apego que explicaría por qué estas cintas se disfrutan en familia una y otra vez.
Uno de los estudios sobre "re-consumo" fue realizado por la U. Americana (EE.UU.). En la investigación se entrevistó a una treintena de personas de EE.UU. y Nueva Zelandia sobre los motivos que las llevan a reincidir con un filme o libro. Para sorpresa de los especialistas, este fenómeno resultó no ser un mero intento nostálgico por revivir el pasado, ya que la mayoría de ellos lo hacía para buscar en las escenas que habían visto decenas de veces nuevos significados o lecciones para aplicarlas a futuro.
Cristel Russell, experta en conducta del consumidor y coautora del reporte, explica a La Tercera que los resultados encajan con lo que expresaba el filósofo alemán Martin Heiddegger, quien señalaba que la repetición permite entender de mejor forma nuestro pasado. En el caso de una película, recordamos cómo interpretamos hace años una escena como el martirio en La Pasión de Cristo y reflexionamos sobre las diferencias con el contexto personal o profesional que vivimos actualmente.
De cierta forma, explica Russell "re-consumir" una película, especialmente una con un fuerte mensaje valórico, permite verse a uno mismo a través del mismo lente, pero con ojos distintos. Así ocurría, por ejemplo, con uno de los entrevistados que solía interpretar escenas familiares de las películas y libros que leía y eso lo hacía cambiar las opiniones que expresaba en su entorno social. Según Russell, para este individuo se trataba de una señal de crecimiento personal.
"Las festividades religiosas de por sí implican revisitar el significado de nuestras vidas. Este proceso puede ser incluso terapéutico, ya que la idea de volver a ver una película es evaluar cómo cambiamos desde la última vez que la vimos y lo que hemos aprendido", explica Russell.
Según la experta, este proceso es similar al que usan los sicoterapeutas para tratar cuadros como el recuerdo persistente de un trauma. La idea en esas sesiones es ayudar a los pacientes a revivir la experiencia en un ambiente controlado, para así lidiar poco a poco el recuerdo. En el estudio de Russell, por ejemplo, una mujer decía volver a ver la película Los Puentes de Madison para combatir su sensación de tristeza: al llorar, se sacaba todo ese peso de encima.
Russell explica que este caso muestra que si bien hay clásicos universales que cautivan a una gran audiencia, hay otros en que el "re-consumo" obedece a una situación personal, como puede ser un divorcio o el nacimiento de un hijo. "La sociedad moderna alienta constantemente el progreso y el uso de nuevas tecnologías, por eso las personas olvidan que también pueden sentirse bien revisitando algo que ya han visto", dice.
Al respecto, el sicólogo Richard Harris, de la U. Estatal de Kansas (EE.UU.), resalta a La Tercera otro detalle que genera atracción en estas historias: "Muchas de estas cintas presentan personajes que no encajan bien en el contexto en que se desenvuelven, pero al final hallan su nicho. Eso es un tema esperanzador que resuena bastante en el público".
Un efecto también ligado a estas películas fue detectado por Jonathan Haidt, sicólogo social de la U. de Virginia (EE.UU). El estudio, que se valió de entrevistas y exhibición de videos, se centró en una emoción llamada elevación, instigada cuando presenciamos fuertes muestras de virtud en otras personas (como pasa al ver los actos de caridad y sacrificio de la Madre Teresa).
Así se demostró que al ver esta conducta en pantalla las personas efectivamente se sienten más motivadas a emular los actos que ven. Además, se genera un efecto positivo en las relaciones personales, ya que aumenta la sociabilidad. En su estudio, los autores recalcan que a diferencia de las emociones del grupo de la felicidad -que se centran en celebrar nuestro propio bienestar-, todas estas reacciones se enfocan hacia los demás y resultan reconfortantes. "Presenciar actos de benefactores despreocupados o santos carentes de todo egoísmo logra mucho más que generar elogios; estas figuras ejemplares inspiran a los demás a mejorar su conducta y relaciones", señalan.
El mismo Haidt realizó otro estudio que sugiere cómo la reacción emocional ante cintas como Marcelino Pan y Vino libera oxitocina, hormona asociada a conductas de apego y que se produce en el hipotálamo. En un test realizado con madres, las que veían videos con un mensaje de "elevación" eran más propensas a abrazar a sus hijos que las que veían un video cómico. Para el autor, esto implica que la acción de la oxitocina se vuelve más intensa y facilita una sensación de cercanía familiar más fuerte. "Los momentos de 'elevación' poderosos parecen activar un botón mental de reinicio, eliminando los sentimientos de cinismo y reemplazándolos por una sensación de esperanza y optimismo ", dijo Haidt a Slate.com.
Dacher Keltner, sicólogo de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.), cree que esta sensación estimula nuestro nervio vago, el cual opera con la hormona oxitocina. "Cuando experimentamos esta especie de trascendencia, se genera una sensación de calidez líquida en el pecho y de un nudo en la garganta", recalcó también a Slate.com.
El investigador cree en la existencia de "superestrellas vagales", ya que en su laboratorio ha analizado personas con una alta actividad en el nervio vago. ¿Sus rasgos principales?: "Responden al estrés con calma, construyen mejores redes sociales, son más cooperativos y es casi seguro que hacen sentir mejor a quienes están a su alrededor".
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