Víctor Hugo inmortal: a 150 años de Los Miserables preparan filme musical

<P> Decenas de veces llevada al cine, ahora Tom Hopper adaptará la versión musical de Broadway. </P>




Hecho para cosas grandes, a mediados de la década de 1830, Víctor Hugo planeó un retrato general de las miserias del hombre disfrazado de novela de aventuras. Antes de terminarla, 17 años después, vería morir a su hija mayor, sumaría a una amante oficial, saldría al exilio por intentar un golpe contra Napoleón III y publicaría una serie de volúmenes de poesía, obras de teatro y centenares de artículos que lo situarían a la cabeza de la literatura francesa. Cuando en 1862 lanzó Los miserables su estatura cambió: Víctor Hugo entró al terreno de los clásicos. Por supuesto, no todos lo supieron.

Exito de ventas, la historia de Jean Valjean y su eterno cazador Javert fue maltratada por la crítica de la época, incluyendo a Gustav Flaubert y los hermanos Goncourt. Nada impidió que la popularidad de Los miserables creciera, creciera y creciera con los años. A 210 años del nacimiento del autor y a 150 años de su publicación, Hollywood vuelve a ella: el director de la ganadora del Oscar El discurso del rey, Tom Hopper, está filmando una nueva adaptación del libro de Víctor Hugo. Llevada a la pantalla grande decenas de veces -la primera en 1909, muda-, ahora hay una variante: Hopper trabaja en un musical.

No es un capricho. Más que adaptar la novela, Hopper está llevando al cine el espectáculo musical del compositor Claude-Michel Schönberg y libreto de Alain Boublil. Originalmente estrenado en 1980, en París, fue su llegada a los teatros del West End, en Londres, dos años después, lo que cifró su paso a la historia: el musical de Los miserables se convirtió en 2006 en el que más tiempo ha estado ininterrumpidamente en cartelera. A esa marca, hay que sumarle que en su larga estadía en Broadway, en Nueva York, ganó ocho Premios Tony, incluido Mejor Musical. En 1988, Alan Parker quiso adaptar al cine la obra. No resultó. Ahora Hopper tiene a Russell Crowe, Hugh Jackman y Anne Hathaway como aliados.

Un águila, un titán

Es un telegrama famoso y no tiene una sola palabra. Cuando se lanzó Los miserables, en 1862, desde su exilio en Inglaterra Víctor Hugo le mandó a su editor únicamente un signo: "?". De vuelta, recibió otro: "!". Sí, era un éxito. Pese a las malas críticas, la novela fue un rápido bestseller y se tradujo ese mismo año al inglés, italiano, griego y portugués. Antes de llegar a tiendas, la novela tuvo una innovadora campaña de parte de la editorial: Lacroix and Verboeckhoven empezó a publicitaria en la prensa seis meses antes. Era todo un acontecimiento: el exiliado autor de El jorobado de Notre-Dame volvía con un ambicioso fresco social.

Icono de las novelas decimonónicas, Los miserables sigue la vida de Valjean, un hombre que roba por hambre y termina convertido en un poderoso empresario y político. Es, sin embargo, un fugitivo de la ley que obsesiona al jefe de policía Javert. A la dinámica entre ambos, Víctor Hugo suma una retrato de las miserias sociales y políticas de la Francia post Revolución. Es mucho más que eso, dice Vargas Llosa en La tentación de lo imposible, libro donde analiza la feroz ambición de Víctor Hugo: "Los miserables da cuenta de la marcha del mal al bien, de lo injusto a lo justo, de lo falso a lo cierto (...). No fue una novela de aventuras, sino un tratado religioso".

"Yo condeno la esclavitud, destierro la pobreza, enseño contra la ignorancia, ilumino la noche y odio el odio. Eso es lo que soy y es por eso que escribí Los miserables", llegó a decir Víctor Hugo, un hombre de ego en constante expansión y que habló de sí mismo como un águila, un titán y un monstruo. Tuvo una capacidad de trabajo insondable: al morir, en 1885, dejó unas 17.500 páginas de poemas, novelas, obras teatrales, ensayos y dibujos. Según Vargas Llosa, para leerlo todo habría que dedicar 10 años de vida.

Monárquico en su juventud, luego fue un convencido republicano que llegó al Senado a los 74 años. Encabezó el asedio político a Napoleón III, el polémico último monarca francés. En todas las áreas, Hugo era incansable. En la intimidad, era un hombre vigoroso de apetito sexual inagotable: según la biografía de Graham Robb, a los 70 años su promedio era de un encuentro sexual diario.

Leyenda en vida, al cumplir 80 años recibió un homenaje en que la gente se volcó a las calles de París: "Francia, capital de Víctor Hugo", se decía. Al morir, se dice que su funeral convocó a dos millones de personas. Despedían al creador de la novela social francesa, el símil galo de Charles Dickens en Inglaterra. Sus restos hoy están en el Panteón de París, junto a Voltaire, Rousseau y Emile Zolá, entre otros.

Pero el legado de Víctor Hugo no muere. En el siglo XX, Los miserables fue redescubierta por el cine. La novela ha sido adaptada a la pantalla grande más de 20 veces en Francia, Estados Unidos, México, Japón y Turquía con disímiles resultados; la más célebre en manos de Richard Boleslavsky en 1935 y nominada al Oscar. En 1998, Bille August dirigió una superproducción con Liam Neeson en el papel de Jean Valjean y Geoffrey Rush como Javert. La dupla ahora será encarnada por Hugh Jackman y Russell Crowe, respectivamente, en la cinta de Tom Hopper.

Con estreno anunciado para el 14 de diciembre, el musical de Los miserables comenzó a filmarse en marzo pasado, en diferentes ciudades de Francia. Imágenes del rodaje han mostrado el estilo realista que Hopper le imprime al filme y se ha visto una reproducción de Elefante de la Bastilla, una estatua con que Napoleón pretendía celebrar su imperio y que jamás logró terminar. Era un eco de un mundo que había terminado años antes, con la Revolución Francesa, y al que Víctor Hugo intentó sepultar en Los miserables.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.