Vidal La colina dei guerriero

<P>Figura de la Juventus, equipo que el domingo pasado se proclamó campeón de Italia, Arturo Vidal se deja ver en el pequeño pueblo de las afueras de Turín, donde habita junto a su familia. Su vida transcurre entre su obsesión por el bowling, las comidas en la pizzería Al Castello y sus intentos por hablar italiano. </P>




-Arturo, cuando viene, siempre pide sopa de pescado y filete de ternera a la parrilla- dice, sonriente y orgulloso, Andrea, il capo del Ristorante E Pizzeria Al Castello, uno de los lugares preferidos de Vidal en la Città di Moncalieri, el bonito barrio residencial donde il guerriero cileno de la Juventus vive en las afueras de Turín.

Tanto Andrea, su socia Nella, el administrador Sergio, como el ayudante de cocina, Anis, son todos hinchas de la Juve y están doblemente contentos. El primer motivo de su alegría es el scudetto que su equipo ganó el domingo pasado tras nueve años duros en los que, incluso, lo vieron descender a segunda división. El segundo motivo es que la fotógrafa y yo hayamos llegado a su restaurante preguntando por Vidal, uno de sus clientes premium, a tal punto que en vez de tener una mesa reservada para él, la sua tavola preferita, tienen dos.

-¿Dos mesas? ¿Cómo dos mesas? -queremos saber.

-Es que Arturo está siempre en familia -explica Andrea-. El, su mujer, il figlio, el hermano, el primo, el suegro, los amigos… Cuando no pasan de seis, se sientan aquí -y señala una mesa redonda ubicada en una esquina del comedor principal-. Pero cuando son 12, ¡sí, dodici personi!, tenemos que prepararles una mesa larga en el salón de al lado.

-En la mesa larga, Arturo ocupa siempre la cabecera -dirá minutos más tarde Sergio, el administrador, mientras acomoda el gigantesco plato de sopa de pescado y hasta cinco tipos de mariscos que nos han preparado, idéntico al que le sirven al jugador-. Al lado de Arturo, a la derecha, se sienta il bimbo, y al lado del niño, la mujer. Y ya después, todos los demás.

Andrea y Sergio cuentan que la familia suele pedir agua natural para beber, aunque a veces Vidal se anima por una Coca-Cola Zero. Su restaurante es uno de los mejores y más conocidos de la Città di Moncalieri. Está justo enfrente del castillo de origen medieval que da nombre a la comuna, y allí van a comer a menudo los futbolistas de la Juve o de su clásico rival, el Torino, que viven por la zona. Andrea, hincha bianconero, tiene en su celular fotos con varios de la Juve, como el uruguayo Martín Cáceres o il guerriero Vidal. Cuando la fotógrafa y yo vamos a empezar a tomar la sopa, Andrea lanza su sentencia:

-Es un gran tipo, bravo, bravissimo. Y no sólo como calciatore. Como persona también. Siempre sonriente. Siempre en familia.

Lo mismo y casi con las mismas palabras nos dirán, a unos cinco kilómetros de allí, los encargados del bowling PlayCity, del Enterteinment Center 45 Nord de Moncalieri. El 45 Nord es otro de los lugares favoritos de Vidal, quizá el que más. Cuando se mudó a vivir a la città, casi todos los días lo veían ahí, jugando hasta dos horas en sus pistas preferidas de la PlayCity: la 10 o la 11, muy de vez en cuando la uno. Eso nos lo cuenta Nicolás, el más parlanchín de los tres encargados con los que hablamos. Nicolás es argentino y vive en Moncalieri desde hace siete meses, dos años en total en Turín.

-Lo veíamos casi todos los días -dice-. Si entrenaba por la mañana, venía por la tarde; si no, al revés. Pero todavía no lo reconocíamos. Hasta que uno de estos me dice: 'Oye, ¿ese no es Vidal, el chileno de la Juve?'. Así es que me le acerco: '¿Arturo?', y le digo algo en castellano. Y él, entre sorprendido y tímido: '¿Sí?'. '¿Tú eres Arturo Vidal, no?'. 'Sí', me dice. Al final, le lanzo un desafío: 'Che, entrena duro', le digo, 'para jugarte un día de estos'. ¡La cara de felicidad que puso! '¿De verdad?', me dijo. ¡Claro! 'Pero tienes que entrenar duro, porque yo juego, ¿eh?'.

-¿Quién ganó?

-No, qué va -se ríe-. A los pocos días lo fui a mirar, para ver cómo jugaba. Y vi unos puntazos en la pantalla, de 180 para arriba. Así que me acerco y le digo: 'Che, Arturo, ¿esos puntos son tuyos?'. 'Sí', me dice. '¿Por qué, son muy bajos?'. '¡Estás loco! ¡Sos un bárbaro del bowling, así que contigo no juego ni en broma!'.

Los otros dos encargados, italianos ellos, entienden lo que Nicolás nos está contando y se ríen también con la anécdota.

-¿Y con quién viene? -queremos saber- ¿Solo?

-¿Solo? ¿Arturo? ¿Están locos? -dice ahora uno de los italianos- Cuando vemos por la puerta entrar a una familia completa, grande, con adultos, jóvenes y un bambino piccolo, sabemos que viene Arturo.

-¿Y el niño también juega?

-¿Quién, Alonso? -todos se saben el nombre dei bambino-. A él hay que acondicionarle una pista para él solito. Es pequeñito, pero vieran cómo agarra la bola, con las dos manos, y la lanza con fuerza.

La PlayCity del 45 Nord es enorme y no sólo tiene bowling, sino toda clase de juegos electrónicos y mesas de pool y de taca taca.

-¿Y la gente lo reconoce?

-Mira, un día estaba jugando allí, en la uno, con toda su familia, como siempre -dice Nicolás-. Entonces, el jugador de al lado lo reconoció y le preguntó si podía tomarse una foto con él. Arturo le dijo que sí. Entonces todo el mundo: "¡Arturo! ¡Chileno! ¡Una foto! Una foto!". Lo tuvieron una hora así, el pobre casi no podía jugar. Al final tuvimos que abrir una puerta lateral de los empleados para que pudieran salir por allí.

La Città di Moncalieri se eleva sobre una colina a unos 10 kilómetros del centro de Turín. Hay dos maneras de llegar hasta allí. O por la Tangenziale, la autovía que circunda la ciudad, o por el Corso Moncalieri, una avenida rodeada de abundante vegetación que corre paralela al río Po. La città es justamente eso: una ciudad aparte, con su propio centro histórico y sus propios centros comerciales y de entretenimiento, y habitada por unas 60 mil personas que llevan una vida bastante independiente de la que transcurre en Turín.

Con los turineses comparten el carácter típico de los italianos del norte, apacibles, discretos y emprendedores, aunque a eso le suman dos cosas. Un sentimiento de orgullo local muy arraigado y la alta concentración de celebridades que tienen sus casas y mansiones allí, sobre todo en las partes más altas de las pequeñas cimas que ondulan la colina. Moncalieri es, como es lógico, uno de los lugares de residencia favoritos de los jugadores del Calcio turinés.

Para dar con la pista de Arturo Vidal, la fotógrafa y yo debimos recorrer la colina y sus alrededores durante dos días y medio. El dependiente de un café de la vecina colina de Pecetto, a quien no habíamos conmovido precisamente con nuestra frustración, nos lo explicaba así:

-Al igual que en Moncalieri, en Pecetto también viven muchos futbolistas, como Andrea Pirlo -decía-. Y él viene acá, se toma un café, charla con los vecinos, luego corre por los senderos de la colina o sale a pasear con la familia. ¡Pero nadie les va a decir a ustedes dónde vive! Es un secreto de Estado. A los calciatori hay que dejarlos vivir en paz.

Desde que Vidal se convirtió en una de las piezas claves de la actual Juve campeona, se hizo merecedor del mismo respeto que los hinchas bianconeri le tienen a sus ídolos. Vidal se ha unido a una exclusiva Santissima Cinquidad -Pirlo, Del Piero, el portero Buffon, el entrenador Antonio Conte y hoy Vidale, como lo pronuncian los turineses- que, más allá de obtener el scudetto, ha devuelto a la Juve a la primera línea del fútbol mundial. La periodista Elvira Erbì ha seguido de cerca esa transformación. En la redacción del diario TuttoSport de Turín, nos da su visión de cómo en apenas un año el jugador chileno se ha ganado el corazón de la difícil afición de la Juve:

-Es la gran sorpresa del año -explica-. Tiene carácter de líder, corre por tres, es impresionante su forma de recuperar balones y, por si fuera poco, tiene buen pie para el gol. Un tremendo centrocampista: il guerriero quiere ganar siempre, nunca arruga, hasta el final.

Cerca de Erbì está el escritorio de Marina Salvetti, una de las pocas personas en Italia fuera del entorno más cercano de Vidal que han podido conversar con él por más de media hora. Lo que más recuerda Salvetti de esa charla es su bonita y permanente sonrisa, lo mucho que mencionaba a su familia y la fascinación, casi devoción, que sentía por su madre.

-Yo quería saber a quién admiraba, quién había sido su ídolo en la infancia -dice Salvetti-. Las típicas preguntas que le haces a un futbolista para entrar un poquito en su mundo interior y que casi siempre te responden nombrando a otro jugador o a una estrella del rock o, en su caso, de la salsa. Pero no, él dale que dale con la sua mamma: 'La mia mamma è lei il mio idolo. Siempre lo ha sido y siempre lo será'.

-¿Ya habla italiano, Vidal?

-Sólo un poquito, pero lo entiende perfectamente. En una declaración reciente que dio por la tele les prometió a los aficionados que la próxima vez que lo vieran aparecer en la pantalla hablaría en italiano. Yo creo que sí, que ya puede hacerlo.

Del paso de su madre por su casa en Moncalieri no hay constancia, pero sí, en cambio, de la visita de su suegro, el invierno pasado. Su suegro, el padre de María Teresa Matus, Marité, la mujer de Vidal, se llama Carlos Matus y tiene una página en Facebook. En ella ha colgado 29 fotos bajo el incontestable título de 'Italia'.

Sobre todo, hay retratos de su nieto, il piccolo Alonso, y de él mismo en casi todos los ambientes del interior de la casa. Debido a la nieve, las fotos en exteriores están limitadas a los jardines y bosques de pinos que circundan el caserón de tres o cuatro pisos de la familia, situado en lo que parece ser claramente la parte alta de una de las colinas de la città. La estancia, como es usual en esta zona, está cercada por un muro de piedra, tiene mesas y bancas de fierro forjado en sus terrazas al aire libre, y todas las edificaciones terminan en esos techos abuhardillados de tejas rojas que le dan al conjunto una imagen encantadora.

En otras fotos aparecen dos autos: el Jeep verde acerado que la Juve les regaló a todos sus jugadores, y un Audi deportivo blanco. Dicen que, aparte de estos vehículos, hay uno más: una minivan que Vidal compró hace poco para salir a pasear con todo el familión.

En esta estancia de la colina, el futbolista pasa gran parte del tiempo que no dedica al fútbol. Allí juega con su hijo y con su PlayStation, y allí, también, sigue las carreras de los caballos de su stud en Chile, al último de los cuales le puso de nombre King Arthur. Fue un homenaje a sí mismo, pues es el último sobrenombre, tras il guerriero, con el que un hincha lo apodó en el estadio. Cuando Vidal llegó a Turín, se emocionó al descubrir que justo enfrente del campo de entrenamiento de la Juve está el hipódromo de la ciudad. Pero las carreras allí no son como las que a él le gustan, porque en lugar de un jinete, hay un cochero que va guiando al caballo desde una especie de sidecar ubicado detrás. Por eso, durante un tiempo, cambió su afición a la hípica por el bowling. Ahora las combina.

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