Vivir en menos de 40 metros cuadrados
<P>Los cumpleaños se celebran afuera. La comida es en restaurantes o se pide a domicilio. La ropa parte a lavanderías o a la casa de los padres. En Chile hay más de medio millón de personas que viven solas y un gran número lo hace en departamentos que se cruzan en cinco pasos largos. </P>
Al entrar, dos pasos, y ya pasó la cocina. Tres o cuatro pasos más, y llegó al ventanal. Y si quiere conocerlo entero, puede dar un paso más para entrar de lleno en la terraza y otros dos para el lado, y ya está en la pieza. Porque eso es -centímetros más, centímetros menos- vivir en departamentos de menos de 40 metros cuadrados. Y en ellos duermen no pocos integrantes del más de medio millón de personas (45% hombres y 55% mujeres) que viven solas en Chile.
Lo que ahí hay es el resultado del juego de la oferta y la demanda por viviendas unipersonales. Porque nunca en Santiago, tanta gente vivió sola, y tampoco hay registro de una oferta tan alta de este tipo de departamentos: desde 1990 hasta ahora, este mercado de los departamentos de menos de 40 m2 creció 50 veces (de 150 a 7.600) sólo en el Gran Santiago. Las necesidades y los presupuestos de cada quien han cambiado, está claro, el tema es que con ello ha aparecido un estilo de vida muy diferente al que esos mismos habitantes conocían: hoy duermen dentro, pero viven fuera. Y los barrios a su alrededor se están acomodando a estos nuevos residentes.
La cocina, en esos términos, pasa a ser un lugar donde hacer café, el comedor es un espacio inexistente y el living un adorno. La pieza es el centro. ¿Los habitantes? En su mayoría estudiantes de regiones; jóvenes de entre 26 y 35 años recién egresados que acaban de irse de la casa de sus padres y están gastando sus primeros sueldos, o profesionales extranjeros que vienen a trabajar sabiendo cuándo se van.
Para ellos, la conectividad es esencial y las inmobiliarias lo saben, por eso es que a pesar de que el metraje cada vez es más escuálido y la venta o arriendo más caros, el éxito está asegurado: Paz Corp habilitará en 2014 un edificio en Tarapacá con Serrano... El 60% ya está vendido.
Cuestión de mercado
"Las inmobiliarias detectaron que había una posibilidad de negocio y dentro de ese escenario aparecen estos departamentos como una solución. Para una persona que no desarrolla su vida en el departamento, que vive en pareja, que tiene una posibilidad de tener una primera inversión en vez de arrendar, es una manera de poder empezar, sería distinto que viviera una familia. Además, el metraje de una vivienda social son 42 m2, en ese sentido, es una solución para los jóvenes que les mejora la calidad de vida porque les otorga independencia", dice el arquitecto Albert Tidy, experto en temas de urbanismo, refieriéndose al creciente mercado de jóvenes profesionales que no quieren transar el barrio. Y las cifras dan la razón a Tidy. La oferta de departamentos de menos de 40 m2 para este año es de 9.100 unidades; en promedio, se venden 1.500 por trimestre (Informe de oferta y venta de viviendas nuevas en el Gran Santiago, Collect GfK).
Y se concentran principalmente en Las Condes, Providencia y Santiago Centro: el año pasado, el 79,6% de los departamentos vendidos en el centro tenía menos de 35 m2, según la consultoría inmobiliaria Tinsa. Y en los últimos años han surgido nuevos polos como Ñuñoa, Independencia y Estación Central.
Pilar Rodríguez (26), mexicana, que llegó a Chile hace tres años, es una de las residentes de Las Condes que privilegia cercanía... y barrio. "El mercado te empuja a vivir un poco así. Si hubiera ofertas parecidas a lo que buscamos, más grandes y con el mismo precio, optaríamos por esos lugares. Pero al menos tengo la opción de elegir el barrio. Y eso es importante", cuenta.
Su departamento está en calle Alsacia, a pasos de Apoquindo, del metro Alcántara y a sólo unos metros de su lugar de trabajo. Insiste, que el metraje de su vivienda es la opción que le ofrece el mercado porque no encuentra más grande en esta zona por el mismo precio: 260 mil pesos, más 50 mil de gastos comunes.
Y además de la cercanía con su oficina y el metro, tiene un Starbucks donde toma desayuno, lavandería, restaurantes donde come en la noche, iglesia, supermercado, farmacias, el subcentro de Escuela Militar… "El barrio está completo", resume.
Como ella, hasta esos lugares llegan los profesionales de entre 26 y 35 años (57,7% según un estudio de Portal Inmobiliario e Inmobiliaria Aconcagua) que más que metros a favor, buscan conectividad, ubicación y acceso.
"A la mayoría de la gente le gustaría vivir en lugares más grandes, pero lo interesante es que está dispuesta a vivir en departamentos más pequeños con tal de estar en los barrios correctos", comenta a La Tercera Eric Klinenberg, sociólogo de la U. de Nueva York y autor de Going Solo: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone (Sobreviviendo solo: La extraordinaria alza y el sorprendente atractivo de vivir solo). "Prefieren vivir en departamentos pequeños porque no pasan mucho tiempo en ellos durante el día: usan sus departamentos como una base. Si estuvieran mucho tiempo en las casas, se volverían locos", agrega tocando un punto central de este estilo de vivir puertas afuera.
Como lo hace Rosario Ceballos (31 años), arquitecta, que cuando tuvo un trabajo estable, inició la búsqueda de un departamento de este tipo: "Me importaba que no fuera algo muy grande para no quedar flotando en tanto espacio, y que tuviera sí o sí una terraza". Ese es el lugar que más ocupa de su departamento.
"La función de las inmobiliarias no es entregar calidad de vida, sino que tener la máxima rentabilidad. Quizás 40 m2 no es lo ideal, pero resuelve lo que la gente quiere y es una opción que hace 10 años no existía", explica Tidy. Por lo mismo, quienes llegan a estas viviendas piensan en irse: "Es difícil proyectarse a formar una familia, por ejemplo. Si piensas en niños el departamento te queda chico", dice Rodrigo Velásquez (38), que vive en 43 m2 con su señora Fernanda.
Pero más allá del tiempo de la rotación de arrendatarios que tienen los pocos metros, el mercado existe y es tan fuerte que, por ejemplo, hay inmobiliarias y constructoras que han dejado de construir departamentos de cuatro o tres dormitorios. "Hace cuatro años sacamos los departamentos grandes e incorporamos más los de un dormitorio, porque se vendían más rápido que los de mayor metraje", dice Claudio Nahmias, gerente comercial de la constructora Nahmias.
Muchos, claro, son comprados como inversión para arriendo. Y los precios -para los dueños- son convenientes: arrendar 40 metros cuadrados (con dos ambientes) y cerca del metro Escuela Militar hace cinco años costaba 210 mil pesos. Hoy no se paga menos de 310 mil y en promedio tardan sólo un día en arrendarse.
La vida allá afuera
El barrio del ex cine Las Condes se rearmó en torno al edificio de 22 pisos Parque Carlos XII. "Hay montones de cabros solos. Se nota porque los fines de semana se pelean el quincho para hacer asados", cuentan en conserjería. Y los asados se convierten en fiestas con parlantes y música para compartir con todo el vecindario: son frecuentes las multas por molestias de los vecinos de los otros edificios.
Los jóvenes que habitan los 340 departamentos encuentran en los locales del sector las soluciones para su estilo de vida. A los pies del edificio hay un Subway. "Estos niños parece que no cocinan porque llegan a cualquier hora", comenta Eliana, la dueña. Sólo a unos pasos de ese local está la lavandería Prontomatic, donde van especialmente después de la jornada laboral. "En promedio, traen la ropa una vez a la semana", cuentan en ese local. "Compran el pan y el queso de a uno. Dicen que no necesitan más, si viven solos", relata Miguel, del Big John del mismo lugar.
Cruzando la calle Noruega se encuentran con el OK Market. "Hay un tipo joven, vestido de ejecutivo, que veo todos los días. En las mañanas compra medialunas y café. Y en la tarde se lleva una red bull, cigarros y un sándwich", cuenta Juan. Y a un par de locales de ahí está La Leona Pizza, local que vivió un nuevo impulso con la llegada de estas viviendas.
En esa misma calle está la peluquería Fanny y Angélica, con 30 años en el barrio. "Cambió mucho todo esto. Este edificio está donde antes había cuatro casas. Y en esas cuatro casas tenía más clientes que en ese enorme edificio. De hecho, ellos todavía vienen a la peluquería. Los jóvenes no. Ellos están de paso. Este es nuestro último año en el barrio. Cerramos. Ya no es lo mismo de antes", cuenta Fanny, una de las dueñas.
Al lado de la peluquería está el restaurante La Tasca de Altamar, también con 30 años en el barrio. "Perdimos clientela cuando demolieron las casas porque a la gente le costó reconocer este barrio. La gente joven se demora en conocer el barrio porque nunca están, y cuando están, les gusta ir a los negocios conocidos como para salir del paso. Ahora recién, que este edificio está más establecido, el barrio se está recuperando. A diferencia de antes, ahora tenemos público joven. En el último tiempo nos está yendo bien porque están viniendo y se está corriendo la voz. Pero costó su par de años", dice María Isabel Castro.
"Las personas que viven solas en lugares pequeños hacen todo lo posible para salir y socializar", explica el sociólogo Eric Klinenberg. Empujados por la escasez de espacio, los jóvenes externalizan cosas tan cotidianas como comer, hasta celebrar sus cumpleaños.
"Una vez vinieron dos amigos… y se llenó el departamento", cuenta Pablo Martínez (26) sobre una realidad que obliga a buscar afuera todo el espacio que le falta en su departamento de 35 m2. Lo mismo le pasa a Tania Avilés (22): "Tratamos de no usar la cocina, pero la comida de los restaurantes igual cansa". "¿Vida social? Prefiero salir a un local que invitar a gente al departamento", agrega. "Tengo lavandería en el edificio, pero prefiero lavar la ropa donde mis papás. El lavado y el planchado es gratis. Mi cumpleaños también lo voy a celebrar donde ellos", dice. "Cerca de mi casa están los museos, estoy al lado del Bellas Artes, y además tengo un súper jardín que es el Parque Forestal. Tengo todo cerca, no me falta nada de nada", comenta Amparo Pasand (36). "No es mi hogar, es como un hotel. No tenemos otra alternativa que hacer vida social afuera", dice Teresa Navarrete (48)... A todos ellos los unen los menos de 40 m2 en los que viven.
Salir. Esa es la consigna. Y lo hacen con empeño. Según el estudio TGI 2010/2011, de Kantar Media Research, las personas entre 25 y 34 años conforman el grupo que asiste más masivamente a eventos culturales, conciertos, gimnasios, cine, museos, restaurantes y bares e, incluso, caminatas por las calles. Es más, los solteros, más que los convivientes, los casados o separados, son quienes más lo hacen. Klinenberg va más lejos: dice que esta necesidad de salir y gastar tiempo y plata en lugares públicos está impulsando la economía. Si no en términos macros, sí en lo micro, como son su entorno más inmediato.
"Los barrios se han revitalizado. Pega mucho el comercio en torno a los departamentos. Como el estilo de vida es muy fuera de la casa, el consumo es súper relevante, con un perfil bien especial: gente que no esté en el día, pero esté mucho en las tardes y noches, mucho pub, restaurante, tiendas de decoración, tanto en Las Condes como en el centro", comenta Pablo Droguet, gerente comercial de Inmobiliaria Aconcagua.
Esa forma de resolver la falta de espacio no borra de un plumazo otros ítems que la cotidianidad saca en cara a cada rato. Tania cuenta que en su departamento tiene mesa y sillas plegables para que sea más ordenado: "Cuando desocupamos la mesa, la escondemos detrás del refri. Es que el orden no dura nada. Dejas una taza encima y se ve desordenado".
Como en espacios reducidos es imposible evitarse, Tania y Darío idearon un mecanismo para los conflictos. "Cuando peleamos, bajo al kiosco a comprar cigarros y me quedo en la escalera. Uno de los dos tiene que salir… y yo salgo, porque me enojo más".
Y como en todo buen nicho de mercado, las tiendas de diseño han captado esta necesidad. Como si fabricaran muebles para los departamentos piloto, en Homy cuentan que tienen proyectos de decoración desde 20 hasta 70 metros cuadrados. ¿La novedad? Escritorios adaptables a cualquier espacio de la casa. "Cada vez se acerca más público buscando ocupar estos espacios reducidos", comentan en la tienda.
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