Volver al pasado: la novela de Stephen King sobre el asesinato de J. F. Kennedy

<P>Recién lanzada en español, la enorme <I>22/11/63 </I>narra el viaje a los años 50 de un hombre de hoy. </P>




"Estoy loco", piensa Jake Epping, mientras se deja caer en la cama de un motel de Maine, Estados Unidos. Ha empezado otra identidad y, pese a tener 35 años, en ese momento su padre tiene sólo seis. Su madre tiene cinco y vive en una casa que, él lo sabe, eventualmente se incendiará. Sí, algo no anda bien en la línea temporal de Jake Epping. "Estoy loco y tengo una terrible y envolvente alucinación en algún hospital siquiátrico. Quizás un doctor escriba un diario sobre mí: El hombre que creía que estaba en 1958".

Pero no está loco. En las novelas de Stephen King, ya lo sabemos, no todos los que podrían estar locos lo están. Y Jake Epping es el protagonista de la última novela del "Rey del Horror", la monumental 22/11/63, que debería llegar a Chile en el primer semestre. Un americano cualquiera, un profesor divorciado solitario que, de pronto, tiene la posibilidad de cambiar el curso de la historia: puede viajar al pasado para detener el asesinato de J. F. Kennedy. De loco, nada: Jake Epping es probablemente el más sensato y verosímil de los personajes que King ha creado en los últimos años. Es su ticket a la madurez.

Insoportablemente prolífico,imaginativo y pop por naturaleza, King cargó por demasiado tiempo con la antipatía de la academia. Al autor de Carrie -acaso por su inmensa popularidad- le ha costado encontrar un lugar en el canon de la literatura americana. Pese a todas las medallas que reciba, a muchos les cuesta ponerlo en el mismo estante de Saul Bellow. King ha tenido que inventar un camino: una ruta a través del temor latente a lo desconocido que se extiende por cada pequeño pueblo americano. Jake Epping es capaz de sobreponerse al miedo.

Lanzada el año pasado en EE.UU., 22/11/63 fue recibida con vítores cerrados de parte de la crítica. The New York Times la incluyó entre los cinco mejores libros de ficción del 2011. "Nunca antes escribí algo parecido a esto", dijo King, que tuvo la idea para la novela hace 30 años. La desechó por complicada. Lo era: publicada hace una semana en español, la novela va más allá de la inevitable trama política en torno al asesinato de JFK, supera la necesaria dosis de ciencia ficción y pone en marcha una lucha aparentemente imposible: un hombre contra la historia.

La historia no cambia

"Si realmente quieres cambiar el mundo, esta es tu oportunidad. Salva a Kennedy. Salva a Martin Luther King. Detén Vietman. Podrías salvar a millones", escucha Jake de la voz de un agónico Al Templeton, el hombre que le muestra el portal hacia el septiembre de 1958. Está en el subterráneo de su cafetería y él lo ha estado usando por años para viajar al pasado a comprar carne barata para sus hamburguesas. También quiso cambiar la historia, pero un cáncer lo detuvo.

Una tarde, de la nada, le pide a Jake que tome su puesto. Hay pocas reglas: siempre al cruzar el portal es 9 de septiembre de 1958 en Lisbon Falls, Maine, y al volver al presente, aunque se haya pasado una hora o 10 años, serán sólo dos minutos más tarde. Recién divorciado, sin hijos, solo en el mundo, Jake termina por aceptar. Algo lo tienta: en su primera exploración al pasado bebe la mejor cerveza de raíz que jamás ha probado.

Hay algo más profundo: Jake acaba de enterarse de que el conserje de su colegio fue el único sobreviviente de una noche de furia salvaje de su padre, en la que mató a su madre y sus tres hermanos. Sucedió en 1958. Y él quiere cambiar esa noche. En adelante, King desenfunda sus reconocidos dotes de narrador y va entretejiendo una trama en la que Jake vincula la noche de terror del conserje con la historia de EE.UU.

Decidido a detener el disparo de Lee Harvey Oswald, Epping cruza el portal y trata de vivir una vida normal durante los cinco años que restan desde 1958 a 1963, cuando ocurre el atentado a Kennedy. Se muda cerca de Oswald para seguir cada uno de sus pasos, asume la identidad de George Amberson y se gana la vida como profesor en un colegio de Texas. Tiene otra entrada: apuestas. Sabe exactamente quién ganará qué partido de fútbol.

No sólo la cerveza de raíz seduce a Jake: el rock and roll naciente, su Chevrolet reluciente, el sabor de la comida, la amabilidad de la gente y una bibliotecaria llamada Sadie Dunhill, de quien se enamorará. Precisamente, la relación con ella le llevará a King una buena parte de la novela: será el cable a tierra de Jake en los 50 y una compleja barrera para salir al paso de Oswald.

Sin ánimo para teorías conspirativas, King desecha rápidamente todas las versiones que indican a Oswald como un chivo expiatorio y lo plantea como el responsable del disparo. Trae a escena a varios personajes de carne y hueso: además de agentes del FBI, por 22/11/63 circulan y tienen varios parlamentos Kennedy y su esposa Jacqueline, entre otros.

Mientras se acerca el momento del atentado, Jake empieza a experimentar problemas cada vez más complejos: "La historia no quiere ser cambiada", se lee en la novela y, precisamente el 22 de noviembre de 1963, se enfrentará a la muerte más de una vez. Hay algo peor, lo sabrá después: el impacto histórico de detener la muerte de Kennedy puede tener efectos en las las reglas del tiempo.

Pieza clave en el rompecabezas de la historia del siglo XX americano, antes Don DeLillo, Norman Mailer y James Ellroy se metieron en las entrañas del crimen en sus novelas. Encontraron basura, mucha basura. Nacido en 1947, King tenía 16 años entonces. Es más inocente que los anteriores: merodea por los callejones oscuros de la política norteamericana, pero prefiere la brillante y carismática imagen de Kennedy. Oswald carga con la oscuridad. Como sea, en las mil páginas de 22/11/63 prevalece la nostalgia por los 50, una historia de amor conmovedora y la épica lucha de un hombre común por cambiar la historia.

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