Ziomara Morrison, la chica que nació grande

<P>La basquetbolista chilena cumple un sueño por estos días. Su arribo a la WNBA se dará 12 años después de acompañar a su hermano a una prueba, cuatro más tarde de cuando pensó en el retiro y sólo uno tras llegar a la Primera División española. </P>




Antes de los 11 años, a Ziomara Morrison no se le había pasado por la cabeza jugar básquetbol. Hoy, a pocos días de haber cumplido 23, juega en España, esperando abril y su viaje a Estados Unidos para defender a las Silver Stars de San Antonio, de la WNBA.

Mucho ha pasado desde aquel día en que su hermano Rodolfo vio un aviso en el diario donde el club Universidad Católica pedía a varones jóvenes y altos presentarse a una prueba de jugadores. El quiso ir y su hermana, de 11 años, acompañarlo. Fueron con la mamá, para que la niña no fuese a desilusionarse si no la dejaban ni entrar. Pasó todo lo contrario; los técnicos la vieron e inmediatamente se interesaron en ella. "Me dijeron: aquí tiene usted a una futura deportista de alto rendimiento", recuerda María Cristina Jara, madre de la cestera.

Jara sospechaba algo de antes. Desde el día en que se casó con el basquetbolista panameño de la Dimayor, Rodolfo Morrison, quien jugaba en Concepción, donde ella estudiaba, y tuvieron dos hijos. Altos los dos. El 15 de febrero de 1989 veía la luz una niña de piel morena, 57,5 centímetros y 4,180 kilos. Ziomara Esket.

El color de la piel puede ser un problema en un estado complicado como Texas, pero la misma Ziomara asegura que "nunca he tenido ese tipo de problemas". Su madre lo corrobora. "Jamás se hicieron diferencias con ella. Siempre fue muy querida, creo que porque tenía una actitud muy maternal, era grande y las más chicas se refugiaban en ella. El secreto es que el tema lo abordábamos con naturalidad".

Cuando la pequeña Ziomara no tenía más de dos años, su padre se fue a su país y aunque la familia se reunió en Panamá después, nada funcionó. "Ziomara nos contó de su papá panameño cuando llegó. Ella habla con mucho respeto de él, pero nada más, considera su familia al nuevo marido de su madre y nada más", comenta Claudio Jorquera, su primer técnico en la UC.

Una vez integrada al equipo cruzado, pasó poco tiempo para que destacara. "Se adaptaba muy rápido. Encontrar a una niña de 11 años y 1,87 metro era impresionante. Al comenzar a trabajar con ella y darse cuenta de su facilidad para adquirir los fundamentos impresionaba e ilusionaba mucho más. Pero nunca la apuramos, nos enfocamos en que se enamorara del básquetbol. Si nosotros hubiésemos querido aprovecharla rápidamente, hubiese renunciado", agrega Jorquera.

Después de asistir a un "camp" para hombres en Argentina, pasó a entrenar con los varones de la UC, que fue lo que aconsejaron allá. "Yo estaba en las series menores de la Católica, donde ella entrenaba con los varones. Nunca se hizo problema y ahí también se integró pronto", asegura otro DT de la UC, Alejandro Coloma. Pero desde el otro lado de los Andes, el mánager Carlos Prunes, el mismo de Emanuel Ginobili, tenía otro plan. Italia los estaba esperando.

A esta altura, su madre había dejado la casa en Pedro Aguirre Cerda en que había crecido Ziomara, para irse al sur. Allá, la niña no tenía ninguna posibilidad de seguir desarrollándose, por lo que se quedó en Santiago con una tía. Pero por poco tiempo.

Tomar la decisión de partir a Italia no fue fácil. Tenía sólo 15 años, pero su mamá cuenta que "con una luz en los ojos me decía que se tenía que ir, que no iba a tener otra oportunidad, que después sería muy tarde. Aceptamos, porque ella era muy responsable".

A Europa no fue sola. La acompañó el "profe" Jorquera, pero unos días nada más. Después se quedó sola. Sin saber italiano debía ir al colegio y, pese a que no podía jugar por su corta edad, entrenaba con el primer equipo del Ribera. Era como una especie de beca. En Chile se le perdió la pista, aunque regresó varias veces para defender a la Selección.

Carlos Alvarez tomó la "Roja" en 2000: "Mi gran recuerdo de esa primera época de Ziomara en la Selección es que le ganamos a Brasil de visita. Ella llegó al equipo con increíbles condiciones, bien trabajada".

Pero luego de jugar en Italia lo pasó mal. En 2008 "tuvo un problema con el mánager, la dejó botada, o algo así, en España, y no podía jugar. Sin equipo, me decía que quería dejar todo, estudiar medicina u otra cosa. Fue una época complicada", recuerda Jorquera.

Finalmente, en 2009, arribó al Aros León. Un año después, al Ciudad de Burgos. El inicio de la coronación de la carrera. Ascendió con ellos a Primera División y en la categoría mayor comenzó a anotar las mismas estadísticas que cuando jugaba en las series inferiores.

Su nuevo agente, Lluíz Túnez, inició entonces la campaña para ofrecerla en la WNBA. No le contó a nadie. Ni a ella misma. "Ziomara me dijo que no le dijera nada, a menos que estuviera cerrado y así lo hice", admite el manejador, que logró que dos equipos estadounidenses se interesaran por los servicios de la chilena.

Por estos días, Ziomara Morrison se ha divertido leyendo la prensa chilena y española, y los reportes en Estados Unidos. Su madre dice que "ella está especialmente sorprendida, porque siempre ha creído que a los hombres se le considera más que a las mujeres. Este éxito la alegra por eso también".

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