Zona de piojos
<P>No vuelan ni saltan, pero se han hecho cada vez más resistentes y difíciles de erradicar. Los piojos no discriminan por estrato socioeconómico ni colegio, pero les gustan los niños y especialmente las niñas. Por eso, aunque la prevalencia de pediculosis en nuestro país alcanza el 25%, en el caso de los escolares la cifra se dobla. </P>
SI HAY ALGO en que la educación no discrimina son los piojos. Son un problema transversal, que afecta a todas las comunas y segmentos socioeconómicos y que además de una intensa picazón también produce asco y frustración, porque no es nada fácil de erradicar. No hay mamá que no desprecie a estos invitados de piedra, que pasan de cabeza en cabeza entre compañeritos, primos y vecinos. Por estos días y de la mano con la vuelta a clases, el riesgo a su contagio crece. Pero es que con la mano en el corazón: cuando ha visto uno de estos bichos en la cabeza de su hijo mientras lo peina en la mañana antes de partir al colegio, ¿ha decidido no mandarlo para no contagiar al resto de su curso? ¿No? Pocas madres y padres lo hacen, porque en ese momento pesa más que su hijo pierda materia o el desbarajuste que puede producir en la rutina familiar dejarlo en la casa, que la posibilidad de que le pegue los piojos al resto de la clase.
Por esto mismo, es que los colegios se han vuelto un lugar clave para el contagio y cada vez tienen que tomar más medidas para enfrentarlos. Son pocos los niños, y sobre todo las niñas que no se han visto afectadas por pediculosis con la consiguiente incomodidad y también a veces la vergüenza, porque se los asocia a suciedad, aun cuando de acuerdo a un informe del Ministerio de Salud realizado en 2007, su aparición no involucra necesariamente malos hábitos higiénicos. Es más, el insecto prefiere los cabellos limpios para vivir. Así que bórrese de la cabeza la imagen de Bob Marley cuando piense en piojos, perfectamente podría ser también la de Cameron Diaz.
En la medida en que eso se ha ido sabiendo, tener piojos está dejando de ser un tema tan tabú (cosa que no quita el desagrado que producen). En el colegio bilingüe British Royal School de la comuna de La Reina, por ejemplo, la rectora Sylvia Riquelme cuenta que el tema hoy no es complicado, porque es una realidad que afecta a la comunidad escolar en forma transversal y cada día se torna más común. Además, dice que los padres también lo han asumido mejor. "En general, se da un trabajo mancomunado, en que tanto colegio como apoderados ponemos en antecedentes la problemática, y se toman las medidas del caso", agrega.
Las medidas al respecto varían. Por ejemplo Margarita Ampuero, enfermera quien una vez al mes recorre sala por sala de básica revisando a los alumnos del Colegio Suizo de Ñuñoa, también nota el cambio en cómo se maneja el tema. Si bien cuando encuentra un caso no lo comenta al resto del curso, sí le escribe un correo electrónico al apoderado, con tips para ayudar en el tratamiento. En ningún caso pide que el niño se retire del colegio. "Hoy día incluso, hay alumnos que llegan solos a enfermería a decirme que les pica la cabeza para que los revise: antes eso no pasaba", comenta. Algo parecido ocurre en la Scuola Italina en San Carlos de Apoquindo, cuenta la enfermera Camila Anich, donde el tema se toma con naturalidad. Acá el deber es de los padres llamar en caso de que le detecten piojos a su hijo. En ese caso, ella manda una circular para informar al resto de los padres.
Los piojos de cabeza son también conocidos como pediculus humanus variedad capitis. Son un tipo de parásito que ha acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales. De hecho, según el Ministerio de Salud, se han encontrado huevos en el desierto de Judea con fechas que datan de 6.900 a 6.300 a.C., en individuos que vivieron hace 9.000 años y en el pelo de momias de Egipto y de Perú. Esto se ha podido detectar debido a que los piojos son macroscópicos (su tamaño lo hace detectable al ojo humano).
Estos insectos son ectoparásitos, porque viven en la superficie de la piel y hematófagos, pues se alimentan del consumo de la sangre humana. Marisa Torres, infectóloga experta en parásitos de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, aclara que en el caso de los piojos no se habla de infección, sino de infestación, que se refiere a una invasión externa de estos artrópodos. Los síntomas que producen son prurito o picazón del cuero cabelludo, principalmente en la zona de la nuca. Según María Luisa Pérez-Cotapos, dermatóloga de la Clínica Las Condes, también es frecuente que los ganglios se inflamen detrás de la oreja y aparezcan puntos rojos en la base del cuello que es donde se alimenta el piojo.
Si hoy día es algo tan común el tema de los piojos es porque hay más que antes. De acuerdo a un estudio realizado por Claudia Moreno, del Departamento de Microbiología de la Universidad de Chile en 2011, la pediculosis capitis tiene distribución mundial. Se estima que afecta a 100 millones de personas al año, siendo los más afectados los niños entre tres y 11 años. En Chile, la prevalencia de los piojos de cabeza alcanza el 25%, pero en el caso de los niños en etapa escolar la cifra se dobla.
El hecho de que la prevalencia de piojos sea mayor en los niños tiene que ver, según los especialistas, con el pH menos ácido de su pelo y la temperatura corporal. Además, los escolares están más expuestos a conductas de riesgo, porque se tocan y acercan más sus cabezas y generalmente comparten artículos a través de los cuales es fácil pegarse los piojos como la almohada, gorros, peines o bufandas. El piojo puede vivir hasta dos días en estos lugares esperando un simple pelo del que colgarse, porque no vuelan ni saltan. La posibilidad de contagio en mujeres es el doble que la de los hombres.
Pero ¿por qué no se ha podido erradicar esta especie de nuestra cabeza? Según la doctora Luz Montero, especialista en medicina familiar y académica de la Facultad de Medicina de la UC, hoy día lo que tenemos es una endemia, es decir, una enfermedad no grave, pero que permanece en la población. Esto se debe principalmente a que con el tiempo, los piojos se han ido haciendo resistentes a los productos usados para erradicarlos, lo mismo que pasa con las bacterias y algunos antibióticos. "Los tratamientos hoy día son buenos, pero no son suficientes por sí solos, por eso es importante ir combinando", explica. Montero de piojos sabe, tiene cinco hijos y de ellos tres son mujeres y el tema de los piojos se ha convertido en una batalla de nunca acabar.
Hay otro factor importante y la dermatóloga de la Clínica Las Condes en esto es determinante: el tratamiento de piojos se lo deben realizar todos los contactos del niño contagiado. "Es un tratamiento epidemiológico, en toda la casa, todo el curso, etc. Si no, no se termina". Claro, de nada sirve tratar a su niño si será contagiado nuevamente cruzando la puerta del colegio.
¿Tiene esa sensación punzante de picazón en su cabeza ya? Que la presencia de piojos sea cada vez más recurrente no ha pasado inadvertido a los ojos del mercado y hoy día nos encontramos con una pequeña industria que se ha ido volviendo experta en resolver este tema. Es el caso de Carmen Paz del Solar y Paulina Dresel, ambas abogadas, quienes tenían ganas de emprender su propio negocio. En vez de una cafetería o un restaurante, como pensaron al principio, se enfocaron en un problema que las aquejaba a ellas y todo su círculo de amigas: los piojos. Con esta idea en la cabeza, hicieron maletas y partieron a Inglaterra y Estados Unidos a conocer un sistema del que habían escuchado. Una especia de aspiradora de piojos, el artefacto demostraba que en una hora y media como máximo, los niños salían sin ningún invasor en su cabeza.
Así nació hace cinco años Lice Team, la primera peluquería de piojos en Vitacura. Ya tienen cinco sucursales considerando la región de Talca y Antofagasta. Es cosa de darse una vuelta para ver que la agenda está copada. El sistema reemplazó la pesadilla de las madres que gastaban horas y horas pasando el peine metálico en sus hijos. La gracia de este tratamiento es que se complementa con productos naturales. En este caso es de Te Tree, un aceite de árbol que actúa como repelente y no tiene contraindicación. Carmen Paz del Solar, una de las socias, cuenta que 20% de las personas que se tratan son adultos y que hasta hoy día han realizado 40 mil sesiones.
Pero por estos lugares la gente aún no pasa como Pedro por su casa. Aún les genera un poco de pudor. Esto cuenta Loreto Martínez, una de las socias del centro para piojos Stop Lice ubicado en Chicureo y que ya tiene dos años. "Muchas niñitas tienen vergüenza de encontrarse con otras compañeras cuando vienen a hacerse el tratamiento. De hecho, cuando llaman para pedir hora preguntan si irá otra clienta en ese horario del mismo colegio", comenta. En estas fechas, cercanas al inicio de clases, la demanda aumenta 50%.
Los productos naturales contra piojos como la famosa cuasia o champú de ruda también se han vuelto bastante populares. En la tienda de productos naturales Pronamed, por ejemplo, ubicada en Los Cobres de Vitacura, estos días estos productos están agotados.
Entre los especialistas que se encargan de tratar este tema (dermatólogos, infectólogos, parasitólogos) el producto que se impone estos días es la Permetrina. Ha dado buenos resultados y no ha demostrado ser tóxico para personas como sí lo era el famoso Lindano, cuya comercialización fue prohibida en 2007 por el Ministerio de Salud, por riesgo de neurotoxicidad en la persona. La Permetrina es una loción derivada del piretroide, un químico neurotóxico para piojos y liendres.
Ellos recomiendan utilizar este tipo de champú en primera instancia y combinarlo con los peines especiales para piojos. Aunque sea la más tediosa, esta técnica manual es una de las más efectivas y hay que pasarlo dos veces por semana, para no permitir que los piojos alcancen a poner huevos. Una vez que sale del huevo, el piojo demora siete días en poner liendres, que si no se tratan a tiempo, puede llegar a poner 100 en unas semanas. Y para eliminar todo rastro, se deben lavar la ropa, sábanas y cualquier otra cosa que haya tenido contacto con los afectados, en agua caliente, ojalá a más de 50 grados. Los peines y cepillos, en cambio, hay que lavarlos con alcohol.
Sólo en casos muy extremos, a algunos niños se les receta Ivermectrina, una nueva droga oral antiparasitaria. Pero no se pueden usar antes de los dos años o en niños menores de 15 kilos y, además, tiene algunos efectos adversos como mareos, diarrea o nauseas. De hecho, la FDA, el organismo que regula los fármacos en Estados Unidos, no lo tiene aprobado para estos fines.
Pero ojo piojo. Para que la plaga no se siga propagando hay que hacer un hábito de limpieza. No conformarse con un solo método y no aplicarse un producto o el peine más de una vez, porque siempre puede quedar un invasor rondando por ahí.
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