[Motor Sport] Steve McQueen: Pánico y locura en Le Mans
<p>"He conquistado el mundo, pero no me he conquistado a mí mismo". La frase de Alejandro Magno, el célebre conquistador macedónico, simboliza lo que fue la vida de Steve McQueen, una de las mayores glorias del cine norteamericano. Esa vida de rebeldía, descontrol, egolatría y brillantez exhibió quizás su punto más álgido en una de […]</p>

"He conquistado el mundo, pero no me he conquistado a mí mismo". La frase de Alejandro Magno, el célebre conquistador macedónico, simboliza lo que fue la vida de Steve McQueen, una de las mayores glorias del cine norteamericano.
Esa vida de rebeldía, descontrol, egolatría y brillantez exhibió quizás su punto más álgido en una de las aventuras cinematográficas más recordadas: "Le Mans" (1971), cinta protagonizada por la estrella hollywoodense que provocaba el desenfreno en los 60.

Sin embargo, el trabajo de ese filme generó tal nivel de conflictos y disputas que destruyó la familia de McQueen, pudo acabar con la vida de algunos integrantes del rodaje, pero lo más interesante, expusó de manera brutal las carencias afectivas infantiles que provocaron en el actor la necesidad de transformarse en el más grande de todos los tiempos. Y para dar cuenta de este infierno en que se convirtió la grabación, los cineastas británicos Gabriel Clarke y John McKenna retrataron en el reciente documental "The Man and Le Mans" el trabajo obsesivo del denominado "Rey del Cool", incluyendo inéditas imágenes en formato Super 8 de las 24 horas de Le Mans que entregaron diversos pilotos conduciendo a toda velocidad por el trazado francés.
» Esperanzas caducadas
El pasado 19 de junio se disputó la 84° edición de las "24 Horas de Le Mans". A falta de apenas cuatro minutos, Toyota se encaminaba a su primer triunfo en el mítico circuito de Le Sarthe, dando paso a una de las victorias más trascendentes y emotivas para la firma japonesa. Pero la historia no tuvo un final feliz para los nipones, puesto que el vehículo comandado por Buemi, Nakajima y Davidson sufrió problemas mecánicos cuando restaban apenas 240 segundos para que flameara la bandera a cuadros, cediéndole el lugar de privilegio al Porsche 919 Hybrid de los pilotos Romain Dumas, Marc Lieb y Neel Jani, quienes le dieron el 18° triunfo a la marca alemana en la más legendaria prueba de resistencia. Un epílogo de infarto.
Esa emoción de pista la conocía bien Steve McQueen, quien finalizó segundo en las 12 Horas de Sebring (1970) y, además, protagonizó adrenalínicas escenas en moto en el filme &"El Gran Escape&" (1963) o la persecución inolvidable del Mustang en &"Bullit&" (1968).

Amante de la velocidad y las carreras, dejó para la posteridad en el mismo filme Le Mans la frase &"correr es vivir; cualquier cosa que pase antes o después es sólo un momento de espera&". Bajo esa filosofía se embarcó en su proyecto más ambicioso: llevar de la manera más verosímil a la pantalla grande lo que experimentan los pilotos acelerando a cientos de kilómetros por hora. Y para eso, incluso, colocó cámaras en los autos que compitieron en Le Mans en 1970.
La apuesta era a fondo. Por lo mismo, se mudó con su esposa, Neile Adams, a Francia por los seis meses que duró el rodaje. Seis millones de dólares excedieron bastante el presupuesto inicial, pero eso le importaba poco al oriundo de Indiana, quien, además, oficiaba de productor ejecutivo.

Eso sí, la tranquilidad, alegría y emoción por el inicio de las grabaciones bajaron prontamente las revoluciones. La ausencia de un guión real provocó que el director John Sturges renunciara a su cargo, señalando en su momento que &"soy demasiado viejo y demasiado rico para aguantar esto&". Luego, las constantes infidelidades de McQueen con personas del elenco provocaron que se separara de su esposa en París, a quien incluso llegó a apuntarle con un arma para que admitiera un engaño.
» Difícil desde el inicio
Steve McQueen no tuvo una infancia feliz. De hecho, vivió todo lo contrario. Abandonado por su padre antes de nacer, su madre lo dejó cuando era pequeño y tuvo que crecer entre orfanatos y la casa de su tío abuelo. Tras pasar por el Ejército, luego se ganó la vida como mecánico en Nueva York, donde la leyenda dice que una vez le reparó la motocicleta nada menos que a James Dean.
Los años de esfuerzo forjaron una personalidad muy dura en McQueen, como indicó su propio hijo Chad: &"Mi padre tuvo una infancia terrible. Eso lo convirtió en el hombre que fue. Luchó de forma endemoniada por las cosas en las que creía, pero tenía muy poca paciencia&".
Ese rasgo quedó en evidencia de manera trágica frente a las cámaras. Obstinado con dotar de realismo extremo las escenas, uno de los más perjudicados en este proceso fue el actor Derek Bell, quien se quemó la cara cuando se incendió su auto. No sería lo peor. David Piper sufriría semanas después la amputación de una pierna tras estrellar su Porsche 917 luego de que McQueen le exigiera cada vez más llegar al límite.

Los problemas crecientes provocaron un desenlace largamente esperado y fueron los accionistas de Cinema Center Films quienes detuvieron el rodaje y obligaron a la estrella norteamericana a ser un actor más del elenco y nombraron un nuevo director (Lee H. Katzin) para que finalizara una obra que tenía más de 300 mil horas de grabación.
El estreno del filme no fue la fiesta que imaginó McQueen. Es más, el actor ni siquiera asistió a la presentación en sociedad de lo que debería haberse transformado en la cúspide de su trayectoria. El resultado en la taquilla tampoco fue el esperado, aunque con los años, Le Mans se convertiría en objeto de culto y una de las mayores obras cinematográficas relacionadas con el automovilismo, y hoy el documental que narra su historia es un ejemplo de su importancia. MT
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