MtOnline

[Test Drive] Dicen que la distancia es como la Honda VFR1200 Crosstourer

<p>Antes de salir desde Santiago rumbo a la costa de la Octava Región cerca de la desembocadura del Itata, la pregunta de mi madre encerraba tanta angustia como desconcierto: "¿Cuánto mide usted, hijo?" Aunque le hubiese mentido, centímetros más, centímetros menos, lo insoslayable arrancaba desde la imponente presencia de la VFR1200 Crosstourer instalada en mi [&hellip;]</p>

Antes de salir desde Santiago rumbo a la costa de la Octava Región cerca de la desembocadura del Itata, la pregunta de mi madre encerraba tanta angustia como desconcierto: "¿Cuánto mide usted, hijo?"

Aunque le hubiese mentido, centímetros más, centímetros menos, lo insoslayable arrancaba desde la imponente presencia de la VFR1200 Crosstourer instalada en mi jardín y lista para emprender una travesía que en ida y vuelta estaría por encima de los 1.200 kilómetros. Un metro setenta y dos para ponerse en los mandos de esta clasificada bigtrail que yo recaratulé como el Titanic de las motos (pero sin naufragios ni nada cercano).

La máquina reina con que Honda sale a mostrar su menú y su muy propia propuesta en aquel segmento donde domina la GS 1200 de BMW, hegemonía acechada por el éxito rotundo de la KTM Adventure, sin olvidar las exquisitas declaraciones italianas hechas verbo en la Multistrada de Ducati o la Aprilia Caponord.

Entre ellas, y sin temor a equivocarme, hay que reconocer a la casa del Ala Dorada que esta VFR1200 es bastante sui géneris, con lo que tiene y con lo que no tiene. Con lo que la hace sobresalir y con aquello en lo cual debe hacer concesiones ante su robusto y linajudo benchmark.

Todo este sello tiene que ver con decisiones del fabricante y que parten en la generosa prestación del motor V4, instalado por primera vez en una motocicleta Honda Aventura- Turismo deportivo, dueño de un registro certero de entrega a bajas y medianas revoluciones.

En la carretera

Así, cuando hemos dejado atrás el vericueto trabado de la ciudad, donde la moto se siente pesada y poco diestra, la carretera deja que el propulsor desborde su deliciosa expresión. Son tan bajas la vibraciones que se va en primera clase.

Ni siquiera la posición de conducción, que me parece mejorabl,e merma la calidad del avance. Puede ser maña personal pero me sorprendí buscando un punto óptimo, ya que me sentía levemente inclinado hacia adelante. Como contraparte, la protección de la pantalla alta te saca el viento de modo genial.

Fue raro verme estirando las revoluciones por encima de los seis mil giros, pero cuando lo hice en rebases furibundos, la VFR1200 me premió con un despegue arrollador que en menos de dos segundos ya nos deja en una velocidad altísima. Así y todo, la construcción de la moto hace que la sensación de dominio sobre ella sea cabal, y cuando afirmo esto tengo en mente su chasis de doble viga en aluminio que hace tándem con su noble motor V4.

Quienes han estado en los mandos de sus competidoras, saben que la Honda concede ventajas al no tener esos botoncitos con los que uno mapea las curvas de potencia y los ademanes del motor. Pero incluso esto que podría circunscribirse como una observación, bien puede formar parte de una opción del fabricante en la búsqueda de un sabor muy propio.

Sepamos que el trabajo de suspensión –sin posibilidad de regulación electrónica-expone un recorrido nada despreciable, por un lado, y maniobras como un frenaje algo brusco, por otro, dejan leer un traslado de pesos muy bien repartido. Al menos así lo sentí yo que tuve un par de situaciones de frenadas con decisión y la estabilidad nunca flaqueó (ojo que el ABS no es desconectable).

Hice tramos sencillos sobre tierra, pero no la sentí a sus anchas como sí ocurre en la autopista libre (el control de tracción se puede desconectar para estos casos).

Los más de 500 kilómetros de regreso desde la orilla costera del Bío Bío sólo ratifican las gracias de un trabajo para el aplauso. Incluso como uno ya viene más henchido de confianza, las curvas se viven mejor, de trazos largos o cortos, cerrados o normales. No es que me haya venido acostándola al límite, pero sí proponiéndole más tarea a su buen tacto de dirección.

La próxima vez que tenga una moto así y salga de Santiago, llamaré a unos amigos chilotes para que me reciban como el sur manda.

No sigas informándote a medias 🔍

Accede al análisis y contexto que marca la diferenciaNUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mes SUSCRÍBETE