A 74 años del ataque nazi a Moscú: el caos y las órdenes de fusilamiento de Stalin
Un 2 de octubre, la Wehrmacht inició el asalto a la capital de la URSS, revive la locura en que cayó la principal ciudad soviética.

El 22 de junio de 1941 la Alemania nazi atacó a la Unión de Repúblicas Socialista Soviética, pese a que Hitler y Stalin habían firmado un acuerdo de no agresión.
En los meses previos al ataque nazi, el líder comunista soviético había recibido varios informes de la inteligencia que calificaban como inminente un ataque germano, pero Stalin los desechó. Nunca creyó posible que Hitler abriera un nuevo frente en medio de la lucha que mantenía por Europa occidental.
Sorpresa y avance alemán
Tal fue la sorpresa de todo el aparataje defensivo soviético, que las fuerzas alemanas avanzaron casi sin resistencia efectiva por territorio polaco, primero (zona tomada por la URSS), y luego por el gigante eurasiático.
Entre junio y septiembre de 1941, la Wehrmacht, apuntalada por las divisiones Panzer, no encontró freno. A tal punto, que a fines de septiembre, por dos flacos, Moscú estaba amenazada. Los nazis se encontraban en los suburbios de la capital de la potencia comunista.
Operación Tifón
Hitler, el 2 de octubre, hace exactamente 74 años, ordenó el asalto de la principal ciudad soviética con el nombre de Operación Tifón. Con los nazis en las puertas, la locura y el caos estalló entre la población civil moscovita.
Mientras llegaban datos de que los alemanes habían masacrado a más de 660 mil soldados en las ciudades cercanas a la capital, la desesperación estalló en Moscú. El 15 de octubre se evacuaron todas las misiones diplomáticas y el gobierno central inició el traslado de todos los tesoros históricos rusos hacia el este.
La población inició saqueos, quema de locales comerciales y motines en varios barrios. El consumo de alcohol se disparó... Todo hacía recordar el caos que reinó en Moscú en 1812, cuando tropas napoleónicas invadieron la ciudad.
Fusilar a todos
En medio de la desesperación, Stalin se reunió con sus más cercanos en el Kremlin y fiel a su estilo, tomó medidas radicales: reforzó el traslado de soldados desde Siberia para la defensa de la capital y ordenó el fusilamientos sumarios a todos los saqueadores, líderes de motines y cualquier persona que animara el caos entre la población. Las fuerzas de seguridad comunistas, además, iniciaron arrestos y fusilamientos de cualquier sospechoso de ser agente alemán infiltrado.
Para agravar la situación de histeria entre los civiles, la Luftwaffe comenzó el lanzamiento de panfletos que hablaban de las atrocidades a las que sería sometida la población. Stalin, ante la medida de propaganda nazi, fue más allá: ordenó al Ejército Rojo fusilar de inmediato a toda persona que fuera vista recogiendo o leyendo estos panfletos.
El clima: mejor aliado
Pero fuertes lluvias y ventiscas detuvieron el avanza alemán. La Wehrmacht ya tenía la orden de Hitler: tomar la ciudad sin aceptar rendición. La ciudad debía ser destruida y el Kremlin dinamitado.
Pero el clima frenó los planes nazis hasta el 17 de noviembre de 1941, cuando recién las divisiones germanas retomaron el avance. Pero el ejército germano encontró dura resistencia de fuerzas siberianas y mogolas, quienes atacaron con inusitada fiereza. Las bajas alemanas aumentaron exponencialmente, y su avance se estancó, mientras los pertrechos comenzaron a escanciar y la moral entre la tropa empezó a caer.
El resto de la historia ya es conocida. La URSS no sólo defendería sus principales ciudades (Moscú y Stalingrado), sino que el Ejército Rojo llegaría hasta Berlín, desatando la caída del Tercera Reich.
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