Crítica de cine: El Limpiapiscinas
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Gustavo Ortiz es un adolescente recién salido de cuarto medio. Más bien pavo, loser e ignorado, al comienzo de ese esencial verano se ve en el difícil escenario de tener que renunciar a sus vacaciones -y a sus amigos- a causa de la repentina bancarrota de sus acomodados padres. Así es que al muchacho no le queda más que ofrecerse para limpiar las piscinas de sus vecinos y ganar así unos pesos para costear la universidad.
Su nueva pega será la excusa perfecta para acercarse a su amor platónico, una ex compañera de colegio (Denise Rosenthal) que nunca supo de su existencia. Lo que sigue son las intentonas de nuestro héroe para ganarse el corazón de la chica, mientras lidia con su trabajo y con un variopinto ramillete de personajes, en particular, un fantasma con traje de baño y bigotes dibujados (Pablo Zúñiga).
Sebastián Badilla, con 19 años, ideó, produjo, coescribió y protagonizó esta cinta autoproclamada como una comedia familiar. Eso, de por sí es ya un gran logro. Y si bien Badilla posee experiencia en cortometrajes desde los 14 años, el problema es que El Limpiapiscinas peca justamente de la inexperiencia de esa edad. La película busca ser ambiciosa en su mensaje familiar, pero el tono -y en especial, su ingenuo humor blanco- conspiran para que el filme pueda ser más masivo y, en vez de ello, esté cargado de un barniz más bien quinceañero.
El Limpiapiscinas
Dir.: José Luis Guridi. Con Sebastián Badilla, Denise Rosenthal, Pablo Zúñiga. Comedia. 97 minutos. Chile, 2011
Todo espectador.
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