Señor director:

En relación con la columna de Mariano Rosenzvaig sobre el Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación (SAC), creo necesario precisar que tal sistema no sólo lo "escogió la clase política", como él dice, sino que es producto de la recomendación técnica de alto consenso de la Comisión Asesora Presidencial 2006, que se tradujo en la Ley General de la Educación y la Ley SAC.

En tiempos en que buscamos calidad, el autor ataca un sistema que la procura, pues elude que el SAC modernizó el marco regulatorio creando la superintendencia y la agencia de calidad, equilibrando la autonomía de los establecimientos y su responsabilización académica y administrativa.

Además, el Simce es importante y su eliminación sería un error, pues revela el aprendizaje. Sin embargo, no es el "gran y casi único protagonista", como afirma, pues SAC amplía por primera vez la forma en que se evalúa la educación escolar, considerando la incorporación de ocho indicadores de calidad (convivencia escolar y otros) que no son "derivados del mismo test", sino asociados a registros públicos y a cuestionarios. Aún más: se considera la realidad socioeconómica para evitar evaluar con la misma vara.

SAC no sólo clasifica, sino que actúa frente a los resultados -otro aspecto que parece desconocer- a través de visitas a los establecimientos que orientan y apoyan la mejora continua.

Sebastián Izquierdo

Investigador asociado

Acción Educar