El complejo y costoso proceso de instalar un semáforo
Los vecinos lo piden, los alcaldes lo gestionan, la UOCT lo estudia y, luego de seis meses, un cruce puede contar con un semáforo. Hay ejemplos de que gracias a ellos, los accidentes bajan un 80%, pero también tienen desventajas.
El 6 de marzo de este año, en la intersección de la calle Doctor Ostornol y Avenida El Salto de la comuna de Recoleta, un niño de 13 años y su madre fallecieron luego de ser atropellados. No se trataba del primer accidente en aquella esquina. El año pasado hubo otro en septiembre, también con resultados fatales.
Cansados de la inseguridad vial, una junta de vecinos del sector solicitó a la municipalidad que instalara un semáforo. “Los lomos de toro casi no los respetan, y los pasos de cebra siempre se los pasan. En comparación, un semáforo genera respeto”, dice Jeanette Gallegos, presidenta de la junta vecinal.
La petición se concretó este miércoles, luego de cerca de seis meses de estudios. Y es que además del alto costo, que puede llegar hasta los $ 50 millones, colocar un semáforo requiere exhaustivos análisis: su mala implementación puede, incluso, aumentar las colisiones entre los vehículos.
Sin ir más lejos, tras acoger el pedido de los vecinos, la Municipalidad de Recoleta acudió a la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT) -organismo que opera los servicios- para evaluar el proceso y licitar los estudios de justificación de la instalación, como se establece en el Manual de Señalización de Tránsito. Los requisitos fundamentales para aprobar los equipos son la existencia de un alto flujo vehicular y que sea una zona con accidentes de tránsito. Cuando este proceso de análisis ya está completo, el organismo envía un oficio a la municipalidad con la resolución de si se instalará o no el artefacto. El costo lo paga el municipio, al igual que la mantención.
Un ejemplo sobre el impacto de instalar un semáforo lo plantea el alcalde de Puente Alto, Germán Codina, tras ubicar uno de estos artefactos en el sector de Las Vizcachas. “Se producían habitualmente accidentes, porque es un cruce donde el perfil de las calles es diagonal, lo que generaba poca visibilidad. Además, autos y camiones pasaban por ahí a más de 100 km/h”, explica el edil. “En septiembre se instaló un semáforo y hemos logrado disminuir cerca de un 80% la cantidad de accidentes de tránsito que se producían en esa esquina”, detalla Codina.
Ventajas y desventajas
Actualmente en Chile existen 4.065 intersecciones semaforizadas, 2.875 de ellas en Santiago. El 84% de los artefactos opera con planes de tiempo prefijados según la hora o día de la semana, mientras que el 16% funciona en modalidad dinámica, es decir, sus tiempos cambian según la demanda vehicular.
El manual de Señalización de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), indica que entre las ventajas se encuentra el aumento de la seguridad de tránsito producto de la “disminución de accidentes entre vehículos con distinta dirección de circulación, que generalmente son los de mayor gravedad”. Además, bajan los conflictos entre los usuarios de transporte por entregar derecho preferente de paso de acuerdo a las fases de tiempo de las luces.
Sin embargo, también pueden causar más problemas que antes que se instalara, ya que suelen incrementar las colisiones de vehículos en la misma dirección de circulación, debido a los frenazos que genera la luz roja. También pueden aumentar los atochamientos.
“Muchas veces hay un accidente o una situación peligrosa y los vecinos piden un semáforo, pero esta necesidad debe tener un trasfondo técnico, y si no se cumple, es poco probable que mejore las condiciones de tránsito”, explica Alvaro Miranda, director de la Escuela de Tránsito de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
El impacto de uno de estos elementos en el entorno está ligado a la educación vial, advierten los especialistas. Alberto Escobar, gerente de Asuntos Públicos de Automóvil Club Chile, dice que “hoy muchos no respetan las luces, ni siquiera la amarilla que es un signo de detenerse, además que Chile es un país que tiene un problema por el exceso de velocidad”. De hecho, de acuerdo a cifras de Automóvil Club Chile, seis de cada 10 automovilistas conducen a exceso de velocidad. Mientras, tres de cada 10 peatones tiene miedo de cruzar en un semáforo. Una conclusión en la que concuerda Alejandro Torres, académico de Ingeniería de la U. Central. “Si vemos nuestras estadísticas en los últimos cinco años, la mayor cantidad de muertes por atropellos es justamente en intersecciones semaforizadas. Y eso es porque muchos no respetan las luces y pasan con rojo, lo que está muy asociado con los tacos”, detalla.
Los expertos concuerdan que la espera para instalar un semáforo tiene justificación debido a la necesidad de los análisis previos. “Hay muy poca probabilidad de que el estudio se equivoque al decir que el semáforo no es necesario”, remarca Miranda.
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