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Expertos señalan que la primera impresión generalmente es certera

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200811/193348.jpg" />  <br /> Diversos estudios están demostrando que bastan cinco minutos de interacción para que una persona se forme un juicio acertado sobre otra.

Un miércoles de la primera semana de clases en la universidad, Julia vio a María José en el pasillo. Y de inmediato vino a ella esa intuición, esa sensación en el estómago que suele indicarle cuándo alguien va a caerle mal. Le bastó observar cómo estaba vestida, cómo miraba. En menos de un minuto, supo que no era una persona de fiar.

Acertó. Y no porque tenga un sexto sentido, sino porque todos somos capaces de generar intuiciones certeras a primera vista. Durante los últimos años, las investigaciones sobre el poder de la primera impresión lo han confirmado: bastan apenas cinco minutos para que una persona se forme una opinión sobre otra y, la mayoría de las veces, no se equivocan.

"Las personas son capaces de hacer juicios certeros de otros con una observación muy rápida, incluso en la ausencia de cualquier interacción personal", dice la sicóloga Nalini Ambady, académica de la Universidad de Tufts, en Boston, en una de sus investigaciones sobre el tema.

Cuando conocemos u observamos a alguien, nuestra mente actúa como una cámara fotográfica. El obturador se abre por unos segundos, captura las señales no verbales que nos comunica esa persona y luego se cierra. Las señales que esta cámara retiene van desde la forma de vestir y la postura corporal, hasta los gestos y la voz. Los expertos se refieren a estas fotografías como "delgadas rebanadas" que sacamos de la realidad para entenderla.

La precisión de los juicios formados en los primeros segundos de interacción, sin siquiera hablar con una persona, fue demostrada en un estudio realizado por científicos estadounidenses. Grabaron videos de 20 a 32 segundos de postulantes a un trabajo, que incluían el momento en el que entraban y saludaban a quien los entrevistaría. Luego, estas imágenes fueron mostradas a un grupo de personas que posteriormente calificaron los atributos que vieron en los candidatos.

Sorpresivamente, estas evaluaciones fueron similares a las que hicieron los entrevistadores entrenados después de conversar 20 minutos con los postulantes.

POR SUPERVIVENCIA
¿Por qué somos capaces de captar tanto en tan pocos segundos? Los expertos que han estudiado este fenómeno lo atribuyen a que el ser humano ha desarrollado la habilidad de decidir si una persona representa o no un peligro, a través de juicios que se producen en el área más primitiva del cerebro, el hemisferio derecho, donde se procesan también los sentimientos.

"Hay un vestigio, una herencia ancestral de nuestro comportamiento, que indica cómo nos enfrentamos y leemos las señales no verbales en los primeros encuentros con otras personas", afirma la sicóloga Marta Soto, académica de la Universidad Andrés Bello.

Otro experimento sobre el tema se realizó con profesores de la Universidad de Harvard, quienes fueron grabados por 10 segundos mientras impartían sus clases. Alumnos que no conocían a los académicos tuvieron que calificar su forma de hacer clases con sólo ver el exiguo video. Se compararon estas evaluaciones con las que hicieron los alumnos que cursaron un semestre completo con los mismos profesores, y las conclusiones resultaron ser casi idénticas. Un estudio similar comprobó que también la eficiencia de los médicos podía ser medida. Pequeñas grabaciones de la voz de doctores interactuando con sus pacientes fueron mostradas a un grupo de personas que no los conocían. El experimento comprobó que los profesionales que fueron peor calificados resultaron ser los que registraban más demandas legales y reclamos de parte de pacientes disconformes.

EL PODER DE LO NO VERBAL
La clave en la eficiencia de la primera impresión está en saber interpretar correctamente las señales que entrega la comunicación no verbal. "Este tipo de lenguaje es mucho más difícil de controlar. Los verdaderos sentimientos e intenciones se filtran por esta vía. Por ejemplo, la gente no está consciente de cómo se ven sus caras cuando hablan a los demás. Al ser expresiones rápidas es más difícil prevenir que las emociones aparezcan en sus rostros", dice la sicóloga de Harvard Nalini Ambady.

No es necesario ser un experto en gestos. Pero sí se ha comprobado que algunas personas cuentan con esta capacidad más desarrollada que otras. Lo cual estaría vinculado a las relaciones sociales que haya tenido una persona en su vida. Aquellos más sociables o que presentan un nivel alto de empatía tenderán a ser más acertados en sus juicios, porque son capaces de ponerse en el lugar de otras personas más fácilmente.

TRISTEZA, MALA CONSEJERA
Eso sí, también existen factores que pueden afectar esta interpretación de las señales. Las investigaciones han mostrado, por ejemplo, que la tristeza es capaz de distorsionar los juicios que se elaboran a partir de las primeras impresiones. Esto, porque las personas que se encuentran tristes tienden a enfocarse en razones equivocadas al momento de analizar la comunicación no verbal e ignoran información relevante. Es una disminución en la capacidad para interpretar el mundo social, debido a la interpretación negativa de los estímulos.

Las personas con rostros infantiles tienden también a confundir a su interlocutor, muestran los estudios. Ellos generan en los otros una sensación inconsciente de dulzura, que no siempre refleja la realidad, pero que es interpretada como sinónimo de alguien confiable.

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