Las claves de Toy story 3, el regreso más esperado del año
Mañana se estrena, con 120 copias, la última parte de la saga que inició la animación digital y que regresa en 3D.
1995 es un año que para la animación está marcado a fuego. Porque fue cuando el entonces desconocido estudio Pixar irrumpió en los largometrajes y ya nada fue como antes. Cuando Toy story se estrenó, el género pasaba por un momento de incertidumbre y estaba acusado de reducir sus historias a simples fábulas infantiles sin espesor.
En 15 años, y con títulos como Toy story 2, Monsters, Inc., Los increíbles, Buscando a Nemo, Ratatouille, Wall E y Up, Pixar se ha convertido en la que es probablemente la más brillante factoría del cine estadounidense de las últimas décadas, y la saga de Woody y Buzz Lightyear es sin dudas su emblema. Por ello, el estreno mañana de la tercera parte de la historia que lo comenzó todo es uno de los acontecimientos cinematográficos del año y un punto de inflexión para saber en que pie está la animación hoy.
Toy Story se estrena en el país con el récord histórico de 120 copias y con una historia que se ambienta 15 años después de la original, o sea, cuando Andy, el niño dueño de los juguetes está a punto de irse a la universidad y se plantea qué hacer con ellos: o mandarlos a una guardería, guardarlos en el ático o tirarlos a la basura. Como siempre en Pixar, una disyuntiva planteada a nivel emocional se superpone a vertiginosas escenas de acción y un humor rápido e inteligente. A continuación algunas de sus claves.
La historia: Por más que la perfección técnica permita al estudio sorprender con cada nueva cinta, para Pixar siempre las historias y los personajes serán lo más importante. Aquí el relato funciona como un momento de inflexión en un periodo de transición clave en la vida: ir a la universidad. Esa decisión obliga a los juguetes a repensar (e interpretar) los afectos de su dueño y si realmente ellos tienen su lugar en el mundo luego de que su "amo" ha crecido. Por ello, el grupo de amigos termina en la guardería Sunnyside, un aparente paraíso que esconde un sistemas de jerarquías entre juguetes digno de un apartheid.
El humor: El guión tiene un arsenal de chistes rápidos y de referencias de todo tipo, desde las empresas jugueteras a ironías sobre la moda y la virilidad. La agudeza de los diálogos se puede graficar en una pregunta del cerdo-alcancía Hamm en el momento en que van a ser desalojados: "Vamos a ver por cuánto nos ofrecen en e-Bay".
Nuevos personajes: Como es tradicional en la saga, los secundarios se roban la película, tanto de los del grupo de Woody y Buzz (el perro Slinky, Mr. Cara de papa), como los nuevos personajes, personificados en el oso de peluche Lotso, el payaso Chuckles o un puercoespín aficionado a la actuación, pero por sobre todo, la pareja de Ken y Barbie, un dúo delirante y kitsch como pocos. Como en las mejores películas de Woody Allen, aquí hay un ensamble de personajes en que todos tienen su minuto para lucirse con situaciones hilarantes y diálogos de antología.
El 3D: La cinta no abusa en ningún momento de parafernalias visuales asociadas a las tres dimensiones, lo que hasta podría verse como un gran riesgo en momentos en que la norma indica que el 3D es la tendencia dominante. Pero en Pixar lo saben bien, el poder de una buena historia puede obviar un recurso tan irresistible como la tridimensionalidad.
Las voces: Tom Hanks y Tim Allen repiten como Woody y Buzz, respectivamente, y junto a ellos están las mismas voces del resto de personajes, con la excepción de Jim Varney, quien personificaba al perro Slinky, y que falleció el 2000 (fue reemplazado por Blake Clark). Los nuevos aportes son Michael Keaton en la voz de Ken, Jodi Benson como Barbie y el veterano Ned Beatty como Lotso. El detalle más notable es el caso de John Morris, quien personificó a Andy (el niño dueño de los juguetes) en la primera Toy Story cuando tenía 11 años, y fue sucesivamente creciendo hasta hoy, en que tiene 26 años.
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