Los colonos y palestinos pacifistas en la zona de la violencia
En 2014 un palestino y un judío ortodoxo fundaron la organización Raíces, que apuesta por el entendimiento y la colaboración. Contraria a todo tipo de violencia, la institución busca que judíos y árabes se conozcan.
Pese a haber llevado una vida de lucha, persecución, agresiones, de haber sido condenado a cuatro años de prisión, de haber sido gravemente herido por un colono y haber sufrido la muerte de su hermano a manos de un soldado israelí en un puesto de control, el palestino Ali Abu Awwad estaba convencido que la forma de lucha contra la ocupación israelí de su tierra tenía que ser la no violencia.
Tras el luto de 40 días por su hermano Yussuf, se integró al Círculo de Familias de Duelo, un grupo de palestinos e israelíes que han perdido familiares en conflicto, y a Combatientes por la Paz, una organización que busca resolver el conflicto por medios pacíficos, donde comenzó a conocer a israelíes como personas, ya no como soldados o colonos enemigos.
En enero de 2014 se trasladó hasta una parcela de cultivo que ha sido propiedad de su familia durante décadas, pero que estaba abandonada. Está ubicada en Beit Ummar, en medio del bloque de asentamientos judíos de Etzion, al sur de Belén. Quería crear ahí un centro palestino para el estudio de la nueva violencia.
Pero a poco de llegar tuvo una experiencia sorprendente: algunos de los colonos de los asentamientos cercanos no sólo no eran agresivos, sino que querían conocerlo, saber de su historia y trabajar en temas de interés como vivienda, libertad de movimiento, etc. Así fue como sus relaciones fueron creciendo con los habitantes de las colonias de Efrat, Alon Shuvut, Kfar Etzion, Bat Ayin, y Tecoa, entre otras.
Entre esos colonos atípicos estaba el rabino Menachem Froman. Una figura tan controvertida como fascinante. Defendía que tanto judíos como musulmanes era hijos de Abraham y que debían vivir pacíficamente en cualquier lugar en la franja de tierra que hay entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Eso lo llevó a trabar amistad con el Presidente palestino Yasser Arafat e incluso a reunirse en Gaza con el fundador y líder espiritual de Hamas, el jeque Ahmed Yassin.
El rabino estrechó fuertes lazos con Ali Abu Awwad y también con Shaul Judelman, un judío ortodoxo de origen estadounidense, residente en el asentamiento de Tekoa, que forma parte de Gush Etzion. Comenzaron a trabajar en conjunto.
Abu Awwad y Judelman eran considerados los “protegidos” del rabino Froman. Pero en marzo de 2013 el religioso falleció de cáncer. Y lejos de desanimarse dieron un paso más allá y en 2014 fundaron la organización Raíces (Judur, en árabe, y Shorashim, en hebreo), y tras dos años no ha parado de crecer.
En la parcela de Abu Awwad construyeron una cabaña de madera, le pusieron sofás e instalaron un huerto. Ahí se reúnen permanentemente, invitan a los vecinos -árabes y judíos- para que se conozcan y cooperen. Llevan a líderes políticos locales, empresarios, jóvenes y hasta grupos extranjeros. La apuesta es que en la medida que se conoce al otro, el conflicto se aminorará. Y se manifiestan activamente contra todo tipo de violencia.
Así, en julio de 2015, después que extremistas judíos incendiaron una casa en Duma (Cisjordania), en el que murió una guagua de un año y medio y sus padres, 300 judíos de Gush Etzion, entre ellos seis rabinos locales se manifestaron condenando el ataque. Un año antes, en julio de 2014, cuando un comando de Hamas secuestró y mató a tres jóvenes judíos en la zona, los árabes de los pueblos que están dentro del bloque de Etzion se sumaron a los judíos para mostrar su rechazo frontal.
En estos dos años, miles de israelíes y palestinos se han reunido en “el campo” de Abu Awwad, muchos de los cuales vivieron ahí por primera vez la experiencia de tener una conversación real con “el otro, para compartir sus historias y su dolor. Después de una reunión como ésta “nadie volverá a ser lo mismo”, concluye Abu Awwad.
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