Viaje al laboratorio de la Selección chilena
En un recorrido inédito durante su proceso al mando de la Roja, Jorge Sampaoli devela con detalle y paciencia todo su esquema de trabajo en Pinto Durán.
Jorge Sampaoli ya tuvo un diálogo de una hora con La Tercera. Acaba de responder cerca de 50 preguntas, sentado en un cómodo sofá del salón principal de Juan Pinto Durán. Ahora viene la segunda parte de la cita, la más sorpresiva y, a la vez, más atrayente. El técnico, por primera vez durante su proceso, abre de par en par las puertas del centro de mando de la Selección chilena. Sin secretos, sin nerviosismo. Lo que viene es para tomar nota.
Todo parte con 16 escalones recubiertos de pasto sintético. "Es para sentirnos más compenetrados con nuestro trabajo", bromea el argentino, con un relajo que pocas veces se le ha visto en público. Los peldaños unen la sala en que imparte sus charlas al plantel con una habitación que es fundamental para su labor.
Dos períodos atrás, era la oficina de Marcelo Bielsa, la más grande del complejo. De la época del rosarino, eso sí, sólo queda el escritorio y una repisa con 24 divisiones. Ahí se guardan, en orden alfabético y cronológico, el detalle de las temporadas de todos los futbolistas que siguen el seleccionador y su equipo de trabajo. Además, están archivados los resúmenes de cada amistoso disputado en la era Sampaoli. Es fácil darle un nombre al cuarto: sala de análisis. Hay tres computadores de alta gama, uno de ellos portátil, y un televisor de 46 pulgadas. También está instalado un pequeño paño para proyectar imágenes, un fichero, una mesa de reunión y nueve sillas.
El mismo Sampaoli explica qué tareas se ejecutan en el lugar. "Aquí trabajan tres analistas y los dos que viajan a conocer a los rivales (sus espías). Se revisan los partidos de todos los jugadores de la selección o de posibles nombres que nos interesa para incorporar". El espacio, además, funciona como un centro de investigación, para descubrir potenciales ejercicios que se incorporarán luego a las prácticas.
El ejemplo lo entrega el entrenador: "Vengo cuando tengo que discutir alguna cosa con los analistas, como cuando ellos tienen una propuesta sobre una pelota parada que puede dañar al rival o que nos puede afectar a nosotros. Yo vengo y la analizamos juntos. Me muestran la jugada, la cortamos y la pegamos, la vemos en uno de los computadores, la analizamos y la escribimos. Después la entrenamos nosotros con los jugadores".
Al azar, se rescata uno de los cuadernillos de la repisa. "Jorge Valdivia 2013", es el título del documento. Son cerca de 40 páginas con toda la campaña del volante, el desglose específico de cada partido que jugó ese año. Hay datos tabulados en gráficos y campos de juego. También información escrita a mano. Un trabajo de chinos.
Dos compartimentos hacia la izquierda, una carpeta anillada elegida sin mirar. Se trata del amistoso contra Brasil, previo al Mundial, en el que Chile cayó 2-1, en Toronto. El mismo ejercicio: un análisis profundo del cotejo, las jugadas, las claves, los desempeños individuales del equipo nacional, con errores y virtudes.
Todos los datos se incorporan a un programa computacional, conectado directamente con el computador de Sampaoli. "Nuestra idea es que esta información quede archivada y sirva por los próximos técnicos que vendrán a la Selección", plantea el estratego. La reflexión inmediata a su comentario recuerda el triste episodio de los archivos de Marcelo Bielsa, que aparecieron tirados en un vertedero clandestino a orillas del Río Maipo. El entrenador sonríe ante la consulta y sólo expresa: "Ojalá que no pase algo así".
En la habitación ya hay información para escribir 10 libros. De hecho, están escritos, pero no publicados. Sampaoli, sin embargo, quiere mostrar más e invita a seguir el recorrido por la casa de la Selección. Escaleras abajo, de regreso al salón de reuniones con el plantel, nada fuera de lo común, salvo el proyector gigante, tipo cine. Las tres pizarras con fichas movibles son de las tradicionales, pero el entrenador revela que ya está trabajando en un sistema mucho más moderno.
Tal como un guía turístico, el adiestrador de Chile invita a salir del edificio donde también están los dormitorios de los jugadores. Luego de cruzar el patio y subir una escalinata, y según lo que describe el DT, parece que la siguiente parada es el corazón de Pinto Durán. Se puede decir que lo visto hasta ahora es el cerebro, o una parte de éste.
Sampaoli abre la puerta, saluda a una secretaria, y enseña una pequeña pieza, con un televisor de 32 pulgadas, tres computadores (también de primera generación), con programas de edición de video. "Aquí se bajan todos los partidos que tengan alguna importancia para la selección. Partidos chilenos, de equipos donde hay chilenos o de rivales. Tres personas editan todo, con los parámetros que exigen los analistas. El lunes tenemos todos los partidos de todo el mundo", afirma con orgullo. Explica, entonces, que cuentan con un programa que les permite ver todos los partidos profesionales que se disputan en el planeta.
Continúa la presentación. Viene la mejor parte, quizás. El próximo paradero es el espacio de trabajo del cuerpo técnico. Lo primero que destaca es una pizarra roja, con forma de campo de fútbol. También luce un diario mural, tipo calendario, con las fechas y adversarios de los próximos partidos de Chile, de seleccionados y de adversarios. Se incluyen los duelos de Copa América. "En la pizarra roja vamos anotando los detalles de nuestro siguiente rival, hasta llegar al supuesto equipo titular, con nombres y caras de cada uno. Y las alternativas. Esto es para el cuerpo técnico, no es para los jugadores", apunta el casildense.
La habitación se divide en tres cuartos. Uno común, donde se instalan los técnicos de los sparrings y sus ayudantes, y tres individuales, para Jorge Dessio (preparador físico), Sebastián Beccacece (asistente técnico) y Jorge Sampaoli. Curiosamente, la oficina del transandino es la más pequeña. "No es necesario que sea tan grande tampoco, pero acá tengo la posibilidad de ver la cancha, tengo la mejor vista", resalta con una sonrisa.
Sobre el escritorio del entrenador, muchos papeles, cuadernillos y hojas con canchas dibujadas. Sobresalen unos anteojos de marco negro y grueso, con un aumento más llamativo aún. "Son míos -explica Sampaoli-, porque de cerca veo poco". Sorpresivamente, muestra el contenido que guarda en su computador. Carpetas por montones, cada una con otra decena de subcarpetas. Acepta abrir una y exhibe un amistoso entre Estados Unidos y México, rival de la Roja en el Grupo 1 de la Copa América.
Desde su equipo tiene acceso a todos los archivos que comparten sus colaboradores a través de un servidor. La oferta incluye videos editados, partidos completos, análisis individuales de futbolistas nacionales y del extranjero. "Tengo aquí (su computador) a todos los jugadores que estamos siguiendo y todos sus minutos hasta hoy. Todos los que tienen oportunidad de estar en la Selección", dice.
Pero hay más. "Ya me he visto todos los partidos de nuestros rivales de grupo. Todos. Después miro ediciones, miro pelota parada, defensiva, pelotas cruzadas. Después de cada partido hay una edición por línea de cada uno y una edición individual (de jugadores). Después hacemos un análisis sobre qué jugadores del rival pueden acomodarse a una función determinada", subraya. Cuando la Selección no está entrenando, un día normal de trabajo del técnico y sus asesores, de lunes a viernes, es de 7.30 a 16.00 (generalmente se queda horas extras, cuentan quienes trabajan con él). El sábado, en tanto, el horario es de 9 a 13.00.
El recorrido termina en la terraza que da hacia la cancha 1 de Pinto Durán. Ahí, con soltura, Sampaoli explica el porqué de su método. "Para mí lo principal es tener entrenado todo lo que se va a hacer. El jugador necesita la seguridad del entrenamiento para darse cuenta también de las situaciones que le va a tocar vivir en un partido de verdad. Es decir ¿Cómo funcionar colectivamente si uno no entrena a full? Es imposible", recalca.
Y agrega: "Hay entrenadores que priorizan la capacidad del futbolista, solamente. Yo no puedo, mi característica es tratar de trabajarlo todo". La duda es si esta acentuada mecanización merma la creatividad o inspiración del futbolista. El DT asume el riesgo: "Es un gran debate, pero cuando uno juega con rivales supuestamente superiores, más organización creo que es el mejor sistema".
Después de tanto dato, ejercicio y búsqueda de una perfección que es imposible en un deporte como el fútbol, aparece la última interrogante. ¿Cuándo explota Sampaoli? ¿Es de retar a un jugador cuando pierde la paciencia? Su respuesta es clara.
"En el entrenamiento les exijo a los jugadores que entrenen como juegan. Sólo así me van a mostrar si tengo que corregir algún error o no. Si yo no veo errores en el campo, cómo se los muestro después", introduce. Después, sobre su genio, concluye: "Imagínese que a un jugador yo le digo que se equivoca y que hace todo mal. Yo al final le voy a crear un resentimiento si lo expongo delante de todos. La idea mía es tratar de corregir sobre los errores y si tengo que remarcar o corregir algo que no me gustó, lo llamo aparte y se lo explico".
La visita llega a su fin. Sampaoli, como nunca, abrió su comando. Ya es hora de volver al trabajo, sin embargo. El entrenador cree ciegamente que ésta es la única forma de darle a la Selección un lugar en la cima del fútbol. Su próximo desafío es la Copa América 2015.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.