A levantar la mirada
Por Roberto Méndez, Escuela de Gobierno UC
El virus, la economía, la crisis política, todo pareciera estar conjurado para hundirnos, para empujarnos a “perder toda esperanza”, como son advertidos, según el Dante, aquellos que se aproximan a las puertas del infierno. Aunque hay motivos para pensar que las cosas podrían salir mal, también los hay para abrigar esperanzas de que todo este proceso podría finalmente tener un desenlace positivo. Contra todo el discurso de colapso, hay muchas instituciones que están funcionando, y en algunos casos, sorprendentemente bien.
Veamos.
El plebiscito, sobre el cual se ha escrito tanto, tuvo una característica que, quizás por obvia, ha pasado inadvertida y creo debe destacarse: fue un proceso impecable. Fue limpio, eficiente, los ciudadanos pudieron ejercer su derecho en forma expedita, los votos se contaron sin dificultad, y en pocas horas tuvimos un resultado que nadie cuestionó en modo alguno. En suma, una institucionalidad que anduvo a la perfección. Cuando todo parecía señalar que las instituciones de la democracia estaban dejando de funcionar, he aquí algo que sí operó, y en forma excelente.
Desde luego hay que felicitar al Servel, encargado del evento, pero por encima, creo, a un gobierno que, enfrentando no pocas dificultades, condujo con aplomo un proceso democrático ejemplar.
En otro frente, resulta reconfortante ver que, en medio de la dureza de la contracción económica, las cifras muestran señales, si no de mejoría, al menos de que lo peor ya pasó. La caída del Imacec en septiembre, bastante menor a lo esperado, fue celebrada por el ministro Briones, quien anuncia “resultados positivos” para el cuarto trimestre. Hacía mucho que no se escuchaba algo así; esto, mientras los índices que miden expectativas de consumidores y de empresarios empiezan a moverse, tímidamente aún, en dirección positiva.
Y, claro, está la pandemia. Dios nos libre del triunfalismo (es cosa de mirar lo que está sucediendo en Europa). Pero, es un hecho que las cifras siguen evolucionando en forma positiva, especialmente en la Región Metropolitana, y ya comienzan los ensayos para vacunas. La opinión pública reconoce, en este frente, una gestión correcta del sistema de salud, del ministro, y del gobierno (un sorprendente 45% aprueba la gestión gubernativa en esta materia). De nuevo, una institución que funciona.
La contundencia del resultado del plebiscito, por último, es señal de que el acuerdo político del 15 de noviembre fue acogido por la ciudadanía, especialmente por los jóvenes. Hay un mandato irrenunciable de construir una nueva Constitución, tarea que, es posible, logre canalizar la violencia mal usada como herramienta política, o al menos aislar a los grupos más radicales y vandálicos.
Nada está asegurado, pero son indicios. Quizás es hora de empezar a levantar la mirada.
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