Atavismos
Los seres humanos tenemos una tendencia natural a repetir ciertos patrones de conducta, es lo que llamamos nuestras conductas atávicas, probablemente muy relacionadas con esa expresión que dice que la “historia no se repite, pero rima” o, dicho de la manera más simple y coloquial por nuestra sabiduría popular, que “la cabra tira p’al monte”.
Los últimos días han sido pródigos en ejemplos; el más gráfico, la idea que prendió como reguero de pólvora de un nuevo incremento al royalty de la minería frente a lo que podría ser un nuevo súper ciclo del cobre. “Es que las riquezas naturales son de todos los chilenos y las transnacionales se las llevan en camiones, sin dejar nada acá”, nos dicen algunos con la expresión de indignación moral que se tendría frente a un esclavista del siglo XVIII en un ingenio de azúcar.
Es fácil hacer la cuenta intuitiva y ramplona de lo que ganan estas empresas, luego el ejercicio, siempre agradable, de proyectar esos ingresos en nuestro patrimonio y, por último, como todo izquierdista que se respete, imaginarse repartiendo esa riqueza entre los “más necesitados”.
Refutar esta lógica con argumentos racionales, recurrir al conocimiento económico, mostrar la experiencia concreta, son todos esfuerzos condenados al fracaso; porque, al final, ver la riqueza una vez producida y saltarse todos esos detalles menores como los miles de millones de dólares en inversión, las prospecciones que fracasan, el riesgo del mercado, las décadas de maduración hasta obtener rentabilidad sobre el capital invertido y, probablemente lo más importante, las urgencias sociales que sería necesario desatender hoy para invertir en proyectos que rentarán en muchos años más, es tratar de ir contra el atavismo que nos domina, es querer decirle a la cabra que no se vaya “p’al monte”.
El problema de fondo es que, una y otra vez, volvemos a la raíz de nuestras diferencias: el diagnóstico sobre el país que hemos construido. ¿El desarrollo de la gran minería con inversión privada, de la infraestructura a través de las concesiones, de todo tipo de servicios como el retail, o de soluciones de salud o educación, también con inversión particular, han generado un país mucho mejor, que ha progresado y que de estar entre los últimos pasó a liderar América Latina, o ha generado una sociedad injusta, llena de abusos, que ha retrocedido y que es necesario cambiar sustancialmente?
Leo a un candidato a constituyente decir que “cualquier insistencia en la lógica neoliberal no sólo resulta indolente sino también obtusa y suicida”. Como si la historia se pudiera invertir, como si las últimas cuatro décadas fueran de retroceso social y económico. El problema es muy profundo, hasta diputados de la UDI votan a favor de subir el royalty. Es que la cabra tira p’al monte, no logramos liberarnos de nuestros atavismos.
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