Centralismo crónico
SEÑOR DIRECTOR:
Durante los últimos seis meses he tenido el placer y la desgracia de tener que usar el transporte público en Santiago y en Valparaíso. Por un lado, me he movilizado en buses eléctricos, silenciosos, con aire acondicionado, horarios definidos y recorridos actualizados y expeditos. Por otro, en micros rebosadas de gente, con olores fétidos, asientos incómodos y raperos con parlantes ensordecedores.
La miseria que representa el transporte público en regiones, sumado a la creciente inseguridad y baja afluencia del periodo post pandemia, son una demostración más del centralismo crónico de nuestro país. Urgen soluciones.
Pablo Venezian
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