Opinión

Columna de Paula Escobar: De Kast a Kast (segunda parte)

De Kast a Kast titulé una columna cuando Chile Vamos decidió ir en una misma lista para la elección de convencionales con el Partido Republicano de José Antonio Kast. Aunque algunos representantes de la derecha social y la liberal pusieron el grito en el cielo, a la hora final agacharon el moño. Dijeron que sin unidad -desde el Kast Evópoli al Kast Republicano- perderían votos clave en la instancia decisiva. Ya se sabe qué pasó.

Lo mismo pasó en la segunda vuelta presidencial. Más allá de unos pocos corcoveos, apoyaron la opción de ultraderecha. Ya sabemos también lo que pasó. Quienes habían trabajado por una centroderecha moderna, más dialogante y abierta al cambio, quedaron dos veces derrotados, sin levantar la voz públicamente para decir: hasta aquí llego (como sí han hecho la derecha francesa y alemana). El proyecto de renovación de la derecha parece durar hasta que los “controladores” apagan la música y llaman al orden. Freudianamente hablando, no logran nunca “matar al padre”, perdiendo así credibilidad cuál es su real diferenciación respecto de la derecha dura.

Hoy, el libreto se está repitiendo: el senador Evópoli Felipe Kast llamó a votar Rechazo el domingo pasado en entrevista con El Mercurio. “La Convención fracasó y no aprobaré un texto que divide a Chile”, dijo. La Constitución no está lista, pero el ícono del partido que se supone más de centro de Chile Vamos se alineó -espontáneamente- con miembros de la derecha más dura en la campaña por convencer ahora ya a las personas de votar Rechazo, antes de leer el texto definitivo, al que aún le falta su paso por la Comisión de Transitorias y de Armonización. Antes de que haya oportunidad de analizar y aquilatar con una mínima serenidad el texto propuesto. Porque así como hay constitucionalistas y políticos de derecha y centroizquierda que han planteado reparos, también hay abogados expertos de este último sector, como Verónica Undurraga o Javier Couso que -sumando y restando- lo ven con buenos ojos. “Yo considero que es perfectamente posible vivir con este texto (constitucional)”, dijo este último el viernes a El Mercurio.

Pero sin esperar escuchar razones o matices para decidir bien, y sin plantear ningún camino o propuesta, en la derecha se empiezan a unir ansiosamente en el coro del rechazo preliminar, un coro liderado por personas que han estado siempre por el Rechazo. Personas que habiendo sido electas en la Convención sin el tercio que hubiera dado poder de veto, no han podido reciclarse en otro espacio de la cancha.

Dirán, con razones, que fueron bastante excluidos. Es cierto. Pero también, como dijo el mismo expresidente Lagos a radio Duna, “han hecho bastante para ser excluidos” en materia de cambio constitucional. A lo largo de estos años posdictadura han controlado con sus votos la velocidad y la magnitud de los cambios posibles. Es notorio, también, que la Convención ha tenido un proceso complejo, muchas veces desordenado y estridente. Por escándalos como el de Rojas Vade, los cantos en la ducha, las funas, pero, sobre todo, la falta de un diálogo que concitara mayorías más amplias, el trabajo de la CC ha perdido adhesión ciudadana (por las fake news, también). Eso es un dato. Pero dicho eso, es evidente que una parte de la derecha ha observado la baja de la CC en las encuestas con la satisfacción de quienes se ufanan en decir: les dije. No hay en su postura dudas, conjeturas ni empeño en contribuir a que, pese a todo, salga adelante el proceso, como pasa en la parte de la centroizquierda que ha planteado sus frustraciones con el proceso y con algunas normas. Esa centroizquierda “en reflexión” quisiera poder votar Apruebo, y esperará hasta el final, pues votar Rechazo sería un paso muy complejo, uno que esperan no tener que tomar. La derecha dura, en cambio, no espera nada más, solo está reafirmando su escepticismo total con el proceso; siempre les pareció que la Constitución era una concesión innecesaria hecha por el Presidente Piñera bajo presión. Que la otra “alma” de la derecha esté exhibiendo de nuevo la pulsión por asimilarse rápido a esas posturas más duras es revelador. Porque si gana el Rechazo, para lo cual trabajará “intensamente” el senador Kast, ¿cuál es la credibilidad de su sector para afirmar que -ahora sí- estarán abiertos a transformaciones sociales de fondo? Cuando tenían el sartén -y a veces el mango-, jugaron al bloqueo y al arco. Dos ejemplos: mandaron guardar en un cajón -entre vítores y aplausos- la Constitución de Michelle Bachelet que hoy tanto quisieran revivir. Pararon cambios sociales importantes en el gobierno de Lagos, a quien tanto declaran hoy admirar. Y así. ¿Quién les creerá que, teniendo los votos para bloquear, actuarán diferente y abrazarán los cambios que antes rechazaron?

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