El VAR
Antes de que el Coronavirus suspenda todo y deje a los más jóvenes distraídos por el Play Station y a los otros con lo que sea (televisión, libros y el emboque), quería dar una sugerencia para cuando el fútbol chileno vuelva a la normalidad. Y el país en su conjunto. Me anticipo a los hechos sin demasiada originalidad: el sábado el gobierno anunciará medidas restrictivas para todos los eventos masivos. Ya ayer se oficializó que el torneo local se disputará sin hinchas en las tribunas.
Pero si la enfermedad sigue avanzando, existe la posibilidad de caer en un estado de emergencia sanitaria total, paralizando el país, tal como ocurre en Italia hoy y comienza a ocurrir en España. Tal vez este fin de semana se juegue la última fecha del fútbol chileno por algún tiempo. La Conmebol ni siquiera dejó que se complete la primera rueda de los grupos de la Copa Libertadores. Suspendió sus torneos internacionales. Y quién sabe si, a la vuelta, se juegue sin público.
En fin, un escenario de total incertidumbre.
Vuelvo al comienzo, ya que la suspensión es inminente y ni siquiera está claro que la selección femenina pueda jugar su repechaje olímpico contra Camerún, sugiero a la ANFP replantearse la forma en que se está usando el VAR. El lugar común, el disco rayado, dice “el VAR llegó para quedarse”. Perfecto, el problema radica en que, como se está utilizando en nuestra competencia, hasta el momento el VAR llegó solo para joderla (por utilizar un término más suave).
La tecnología puede ser la adecuada, pero la interpretación que los árbitros hacen de las jugadas es incomprensible y, para algunos equipos, catastrófica. Ya no solo se trata de que se demoran muchísimo en tomar una decisión, que parecen desorientados y temerosos, entregados a la opinión de sus colegas en el VOR (el contenedor donde están las pantallas). Ocurre que los cobros son ridículos. La semana pasada, en el duelo Iquique-O’Higgins, Felipe González se tomó siete minutos para cobrar un penal que el propio VAR desmentía o, en el mejor de los casos, no confirmaba. El martes, en Playa Ancha, se le anuló un gol a Rotondi por criterio nanométrico: tenía un grumo de pasta de zapatos adelantado. Hasta Ivo Basay reconoció que el argentino no estaba fuera de juego.
Es increíble, si hay alguna posibilidad, aunque sea remota, de que exista penal o el gol pueda ser anulado, aunque vaya en contra de todo sentido común, se cobra penal y se anula el gol. Da la sensación de que se está pagando un bono por gol anulado, gol cobrado y jugador expulsado. Si la imagen no es capaz de determinar la intensidad del roce ¿Por qué se cobra penal? Si no hay certeza absoluta, y para anular un gol se necesita certeza no “interpretación” ¿Por qué el 90% de las veces se decide por la anulación?
Ni hablar de la multiplicidad de criterios para cobrar las manos en el área.
En fin. El VAR es una tecnología inevitable, pero hay que saber usarla en beneficio del fútbol, del espíritu del juego. Si no hay certeza, no cobren, no ensucien y destruyan el espectáculo. Menos se tomen siete minutos para cobrar un penal tan absurdo como el de Acevedo a Donoso. Mejor guarden el artilugio hasta que lo aprendan a usar como corresponde. Así como está ahora, ha traído más problemas que soluciones.
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