Jefe de campaña
Cuesta pensar que estas cosas sean solo desinteligencias o exabruptos, que los asesores presidenciales no sean capaces de anticipar o de advertir las consecuencias de las decisiones tomadas por el Primer Mandatario. Pero tampoco es fácil creer que Gabriel Boric lo hace premeditadamente, que hay una estrategia pensada y calculada, cuyo fin sería dañar a la candidata del oficialismo. El hecho es que la autoridad usó una cadena nacional de televisión para descender al fragor de la campaña presidencial, con la intención de situarse como el principal contradictor de José Antonio Kast.
Un privilegio que seguramente el candidato no esperaba y que dejó a los demás contendientes en un categórico segundo plano, invisibilizados por un Presidente que decide quién merece participar, junto a él, en las grandes ligas. Un gobierno con niveles de aprobación que rondan los 30 puntos y con un rechazo que casi duplica esa cifra, decide poner a Kast en la mira, destacarlo como el principal adversario y, por tanto, como la principal amenaza para su continuidad. Así, el postulante republicano fue el único invitado por el Presidente para polemizar respecto de un tópico medular de su programa; todos los demás, incluida Jeannette Jara, se consolaron mirando desde la galería, obligados a ser comentaristas de una polémica ajena.
¿Será que, en el fondo, Gabriel Boric quiere que Kast gane la elección presidencial? ¿Pensará que un gobierno encabezado por el republicano agudizará el actual escenario de polarización y eso puede ser funcional a la izquierda que él representa? ¿O creería que usando una cadena nacional para sacar al pizarrón a Kast ayudaba a la candidata oficialista? ¿Eso le habrán dicho sus asesores? ¿O fue un diseño que no compartió con nadie?
Por si no bastara, el Mandatario decidió también que este será el primer presupuesto, desde el gobierno de Ricardo Lagos, en que la administración saliente no deja recursos de libre disposición para la que viene. Como si en el aire flotara la convicción de que el próximo gobierno definitivamente no será de su sector. Porque, ¿si hubiera una mínima esperanza de que Jeannette Jara ganará la elección, el gobierno la dejaría sin recursos? ¿Esa es la señal que el gobierno quiso transmitir: que la contienda está perdida? ¿O era otra? ¿Estaremos sobreinterpretando? Puede ser, pero un Presidente que no es claro en sus señales se arriesga a que incluso su propia candidata tenga que salir a criticar y a tomar distancia, como de hecho ocurrió en el tema de la glosa de libre disposición.
Si Gabriel Boric buscó oficiar de jefe de campaña de Jara, la jugada fue tan errática que hubo margen incluso para pensar que estaba haciendo lo contrario: actuando como jefe de campaña de Kast. Entre otras cosas, porque los giros y volteretas que el Presidente ha dado desde el primer día de su mandato han sido de tal magnitud que, a estas alturas, ya no es fácil saber dónde están sus convicciones y, menos aún, cuáles son los cálculos que motivan sus pasos.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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