No acostumbrarse a la fealdad
SEÑOR DIRECTOR:
Desde el 18-0, una parte importante de nuestras calles, edificios y monumentos siguen marcados por la fealdad que dejó la violencia. Basta darse una vuelta por el centro de Santiago o Valparaíso.
Sin embargo, de vez en cuando surge alguna voz que se rebela ante esa inercia. Es el caso del Arzobispado de Santiago, que tomó la iniciativa de reconstruir las iglesias que fueron vandalizadas y destruidas durante la crisis social, con el propósito de “recuperar la fe de nuestra ciudad desde donde se fracturó el país”. Una determinación como ésta nos ayuda a salir de ese acostumbramiento.
Teresa Cordero B.
M. de los Ángeles Tocornal C.
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