Opinión

Presencia de peligrosos carteles narco

Cabe tomar conciencia sobre el riesgo que reviste para la seguridad del país el hecho de que violentos carteles, como el de Sinaloa, intenten expandir sus operaciones en suelo nacional.

La Unidad de Investigación y Datos de este medio ha revelado recientemente en una serie de reportajes la presencia de peligrosos carteles narco en el país, la sofisticación con que actualmente estas bandas lavan activos -recurriendo para estos efectos a las criptomonedas, entre otros métodos- y el inquietante aumento del consumo de sustancias mucho más adictivas.

Esta investigación periodística ha permitido poner en perspectiva los peligros a los que hoy se enfrenta el país, que con el tiempo se ha ido transformando en un destino cada vez más atractivo para la operación de grandes carteles narco. El hecho de tratarse de un país con niveles de ingreso altos en comparación al promedio regional -lo que ha permitido el surgimiento de nichos de consumidores con capacidad para acceder a drogas de alto valor comercial-, y su cercanía con grandes centros de cultivo y producción de estupefacientes, brindan condiciones atractivas para este tipo de operaciones.

Los decomisos de droga -especialmente de marihuana- experimentaron el año pasado un fuerte aumento, dato que resulta llamativo considerando las restricciones que impone la pandemia. Se advierte asimismo que producto de las limitaciones a los desplazamientos se han instalado más laboratorios destinados a la fabricación de drogas sintéticas. Todo ello da cuenta de la existencia de un mercado muy activo para la venta y consumo de droga, y consecuentemente la proliferación de grupos dedicados a estos ilícitos.

Uno de los datos que reveló esta investigación es que el peligroso cartel de Sinaloa (México) está llevando a cabo intentos para establecer operaciones en Chile. El desbaratamiento de una avanzada de dicho cartel por parte Carabineros y la Fiscalía -tras una extensa y minuciosa labor de infiltración y seguimiento, a partir de datos que proporcionó la DEA de Estados Unidos-, cuyo objetivo era transformar a los puertos chilenos en puntos de origen para el envío de droga, es una muestra de que los tentáculos de estas organizaciones ya se están extendiendo en suelo nacional. Por otra parte, los decomisos de un tipo especial de marihuana (“creepy”) -cuyo alto poder alucinógeno puede convertirse en una expedita puerta de entrada para el consumo de drogas aún más duras- han permitido detectar una ruta de tráfico que tiene su origen en Colombia.

El crimen organizado es uno de los mayores retos que enfrentan las democracias modernas, tanto por el riesgo de cooptación de instituciones por medio de la corrupción o prácticas extorsivas, como por la intensificación de la violencia -especialmente por el enfrentamiento entre bandas rivales por el control de “territorios”-, que pone en grave riesgo a la población. Chile está lejos aún de ser considerado un “narcoestado” o de llegar al punto en que sus fuerzas policiales y judiciales se vean sobrepasadas por el flagelo. Sin embargo, los antecedentes que sugieren una presencia cada vez más activa de carteles narcos y al hecho de que cada vez se utilizan métodos más sofisticados para llevar a cabo estos ilícitos, obligan a que este tema encuentre mucho mayor relevo en el debate público.

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