Presiones inflacionarias en 2022
El hecho de que el Banco Central siga viendo riesgos en la forma como evoluciona la inflación obliga a mantener una férrea disciplina fiscal.
El Banco Central dio una señal robusta al mercado al subir en 150 puntos base la tasa de política monetaria (TPM) hasta llegar a 5,5%, completando un alza de 400 puntos base desde que comenzó el proceso de normalización monetaria a mediados de 2021. Con esto, la TPM alcanzó su mayor nivel desde comienzos de 2009, lo que refleja bien la preocupación que muestra el consejo del instituto emisor por la evolución que ha mostrado la inflación.
Es un hecho que el Banco Central tiene los ojos puestos en las presiones inflacionarias internacionales. El precio de los energéticos ha continuado al alza (el valor del barril Brent ya roza los US$ 90) y los precios de los alimentos a nivel internacional continúan bajo presión. Además de la disrupción de las cadenas logísticas y los efectos en la demanda de los programas de estímulo que han aplicado en forma coordinada las principales economías del mundo, la incertidumbre geopolítica ha añadido un nuevo ingrediente al cuadro inflacionario. El Banco Central lo expresa en su comunicado al mencionar que “la inflación ha seguido aumentando en diversas economías, con bancos centrales que han intensificado el giro hacia el retiro de los estímulos monetarios”.
Sin embargo, el problema inflacionario está lejos de ser una variable puramente importada. Lo cierto es que el aumento en los precios locales ha mostrado una persistencia preocupante, que queda bien graficada con la variación anual del IPC de 7,2% en diciembre de 2021, la mayor en 14 años. Las previsiones iniciales que apuntaban a que los efectos inflacionarios serían transitorios se han ido disipando en línea con un preocupante desanclaje de las expectativas sobre el nivel de precios. El Banco Central alertó que “los riesgos para la evolución de la inflación siguen siendo significativos y su eventual concreción se torna especialmente relevante en un contexto en que tanto la variación anual del IPC como sus perspectivas ya son elevadas”.
Con esta decisión el Banco Central refuerza su apuesta por el retiro rápido de los estímulos, pero es a la vez un llamado de atención para que otros actores contribuyan en esta misma línea. La nueva administración deberá resistir las presiones para salirse del presupuesto fiscal aprobado (que implica una caída real de 22,5% en relación al gasto de 2021) y, sobre todo, los parlamentarios deben terminar con su afán por nuevos retiros de los fondos previsionales, porque dichas acciones han contribuido fuertemente a desalinear los precios a nivel local y nuevos desembolsos amenazan con seguir generando presiones inflacionarias, además de otros efectos negativos sobre el mercado de capitales y sobre las tasas de interés de largo plazo.
Pero además, el rol activo que juega el Banco Central en el combate inflacionario -que ha sido uno de los graves flagelos que ha vivido la región durante décadas- realza la necesidad de mantener su autonomía del ciclo político, lo que cabe esperar sea recogido en el marco de la actual deliberación constitucional.
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