Opinión

¿Un latazo o un importante conjunto de señales?

¿Un latazo o un importante conjunto de señales?

El domingo recién pasado José Antonio Kast fue elegido, por una amplia mayoría, Presidente de Chile, basado en la promesa de cambios urgentes e importantes, especialmente en materia de seguridad, crecimiento y empleo. Esa misma noche el presidente electo se dirigió a sus partidarios y al país todo, valorando la actitud de Jeannette Jara y el respaldo de Evelyn Matthei y Johannes Kaiser, agradeciendo los apoyos recibidos por diversos sectores y personalidades -entre los que cabe destacar aquellos del expresidente Eduardo Frei y aquellos de la familia Piñera-Morel- y esbozando algunas características de su mandato.

Por su extensión y lo repetitivo, para algunos el mencionado discurso fue un latazo. Para otros, me incluyo, fue un esfuerzo por resaltar la importancia de los valores que Kast quisiera imprimirle al actuar de los ciudadanos, en especial a aquél de los funcionarios públicos. En ese sentido, esbozó un cambio ético profundo que le gustaría generar en el país. Coherentemente con la invitación que él hizo a un gobierno de unidad nacional, de programa prácticamente nada, apenas al pasar una mención a la necesidad de hacer cambios profundos en materia de salud, vivienda, educación y finanzas públicas.

En un signo de humildad, José Antonio Kast invocó a Dios en sendas ocasiones, al que le pidió le dé la sabiduría, la templanza y la fortaleza necesarias para guiar al país en los próximo cuatro años.

Sostuvo que no se puede gobernar sólo con los partidarios y que por ello renuncia al Partido Republicano como señal que gobernará para todos los chilenos. En el mismo sentido, se refirió a un proyecto país para hacer renacer a Chile, que involucre a -y requiera de- la colaboración de todos los chilenos. Valoró las diferencias de opinión siempre que se emitan en forma pacífica. En otras palabras, desea que recuperemos la amistad cívica requerida como condición necesaria para que la democracia de los frutos esperados.

En otro acápite, el presidente electo sostuvo que el Estado no es un botín y que los servidores públicos deben estar al servicio de los ciudadanos.

Sostuvo el presidente electo que sin seguridad no hay paz, que sin paz no hay democracia, y que sin democracia no hay libertad. Por ello el país debe recuperar el orden y la fe en sus instituciones, y que para ello su gobierno hará respetar estrictamente a la Constitución y a las leyes, y será duro en contra de los delincuentes.

Finalmente, Kast aprovechó la oportunidad para bajar expectativas. Afirmó que no hay soluciones mágicas, que la victoria es sólo el comienzo, y que los resultados se verán más adelante. Esbozó un Chile lindo, limpio, ordenado y próspero, logrado con la colaboración de todos, y sostuvo que en los detalles y por el trabajo bien hecho, se juega el destino de la patria.

Por Rolf Lüders, economista

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