47% de las niñas chilenas siente presión por verse linda




La protagonista del cuento y de la película, por lo general, es la niña más linda y encantadora. Tiene una voz increíble y cuando la escuchan, llegan los animales del bosque a cantar con ella. Y es tan hermosa que las “malas” la envidian, quisieran tener su belleza natural y sus dotes. Es la típica historia de los cuentos y por eso no es de extrañar que uno de los regalos que le dieron sus hadas madrinas a la Bella Durmiente, haya sido la belleza. Y es que durante mucho tiempo, la “virtud” o la valía de las mujeres estuvo estrechamente relacionada con cómo se veía. ¿Cómo es una bruja, en cambio? Chica, arrugada, con un grano en la nariz.

Estos referentes han ido quedando, de a poco, en el pasado. Aunque aún están presentes, existen otros más modernos, que enseñan a las niñas sobre su valor más allá de sus características físicas: hablan de valentía, de inteligencia, de generosidad, de fortaleza y de otros valores que, a la larga, son los que ayudan a formar su personalidad.

Pero donde antes estaban las princesas y las Barbies, hoy están las redes sociales y los filtros; las influencers, las celebridades y las incesantes comparaciones. Las modas que indican cómo hay que verse, maquillarse y vestirse. Qué es lo que te tiene que gustar para ser parte de un grupo, y qué te debería interesar si quieres estar en otro. Y todo esto juega un rol importante en la autoestima de las niñas. Las chilenas no son la excepción.

Afortunadamente, las cifras tienden a lo positivo. Dove y GFK Adimark realizaron una investigación, en la que se encuestó a niñas chilenas entre los 10 y 17 años, en relación a su autoestima. Se reveló, por ejemplo, que el 40% de ellas se considera bonita, lo que está muy en línea con el promedio global, que alcanza un 45%.

Pero al mismo tiempo, 47% de ellas reconoció sentir una presión por verse bonitas, presión que muchas veces proviene de ellas mismas. Aunque se trata de una cifra alta, que podría preocupar, se trata de una realidad mucho menor al promedio global de niñas que respondió lo mismo; un 67%.

Nos podríamos preguntar ¿cómo, si dicen que la presión por verse lindas viene de ellas mismas, influirían las redes sociales y los cánones de belleza inalcanzables presentes en ellas? Hay que considerar que, a no ser que estemos hablando de casos bastante extremos, a las niñas no se les dice a la cara que tienen que cumplir con ciertos estándares físicos: lo ven. Y además lo leen. Esta semana recién pasada, una columna del medio español El País llamó la atención de las redes sociales por catalogar a la actriz Kate Winslet como “gorda y vieja”. Kate Winslet, quien físicamente representa al común de las mujeres de cuarenta y tantos años, y cuyo físico no debería ser ni titular ni tema, siendo que está dando una de las mejores actuaciones de su carrera en la serie Mare of Easttown.

Pareciera, entonces, que ser normal no es suficiente, hay que ser “mejor”. Y esa presión no se la dicen directamente a las niñas, pero con publicaciones como esa, se lo hacen saber. Por algo, las niñas satisfechas con su apariencia física llega al 52% entre los 10 y 12 años, para caer a un 35% entre los 13 y los 15, reputando un poco antes de los 17.

Y es aquí donde las familias, y los círculos más cercanos juegan un rol fundamental, al entregar bases sólidas, en las que la apariencia física no es lo más importante. Porque sin esas bases, al salir al mundo, leer medios, revisar sus redes sociales y ver películas, se van a encontrar con información que solo las llevará a cuestionarse si se ven lo suficientemente bien. Y eso nunca debiera estar en duda.

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