Hábitos alimenticios recomendables para las distintas etapas de la infancia

El conocimiento de las necesidades nutricionales los niños es fundamental para una salud óptima y para prevenir enfermedades tanto en esta etapa como en la adultez. No se trata de poner a los más chicos a dieta ni de un checklist al cual apegarse, sino que de nociones básicas de las que los padres y madres deberían ser conscientes.




Los niños naturalmente imitan a sus mayores en todo, en lo bueno y en lo malo, y esto incluye sus hábitos alimenticios. Es por esto que la nutricionista infantojuvenil de Clínica Santa María, Bernardita Vignola, asegura que en un contexto ideal los cuidadores son los primeros que deberían educarse para tener una relación saludable con la comida, que puedan transmitir a los más chicos. Según explica la nutricionista, el hábito de alimentación comienza a formarse en el embarazo y los niños que desde pequeños presentan una tendencia o ya tienen malnutrición por exceso, tienen mayor riesgo de presentar en la vida adulta, enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares.

“El porcentaje de niños en Chile con sobrepeso y obesidad es tan alto que se están diagnosticando este tipo de enfermedades muy tempranamente. Si a los 13 años un niño tiene diabetes e hipertensión, ¿qué le quedará para cuando cumpla 30?”, asegura la especialista. Para estas situaciones sin tener que incurrir en limitaciones o dietas, Vignola recomienda cuidar las porciones en las que se sirve la comida, ordenar los horarios, reducir la comida rápida y, como complemento, mantenerse físicamente activos.

Dado que los hábitos alimenticios se forman desde el embarazo, resulta importante que, en la medida de lo posible, hasta los seis meses las guaguas se alimenten de leche materna, la cual ofrece múltiples beneficios para su desarrollo. Ahora, si por alguna razón la madre no produce leche o no puede dar pecho, la especialista recomienda incorporar formulas lácteas, indicadas por el pediatra.

“A los seis meses se agrega una papilla a la hora de almuerzo, que incluye verduras (elegir tres opciones), 30 gramos de alguna carne magra y una cucharada sopera de cereales como arroz o fideos. Una vez lista se agrega una cucharadita de aceite de oliva o canola. A partir de los siete meses se puede dar pescado, luego legumbres en reemplazo de la carne y se puede agregar la segunda papilla en la cena”, indica la nutricionista, en términos generales.

Entre el primer y tercer año de vida, los niños se encuentran en un periodo de maduración en el cual hay un rápido aprendizaje del lenguaje, del caminar y de la sociabilización. Llegando a los tres años se alcanza una madurez de los órganos y sistemas, similares a los de los adultos, por lo que se ve un aumento de las necesidades proteicas en apoyo al crecimiento de los músculos y otros tejidos.

A partir del primer año, Bernardita recomienda incorporar los alimentos o guisos preparados que come la familia para que el niño empiece a familiarizarse con los sabores de la casa. “Lo ideal es eliminar la leche nocturna (en el caso que sea fórmula) para evitar sobrepeso, obesidad y caries. A los dos el niño ya debería estar comiendo una consistencia entera y tener cuatro tiempos de comida”, especifica la especialista, quien agrega que las porciones y cantidades dependen de la edad, actividad física y estado nutricional del niño.

Entre los cuatro y seis años se da un aprendizaje por imitación de las costumbres alimentarias familiares, por ende resulta fundamental tener cuidado con los hábitos alimentarios de la casa. En cuanto a distribución calórica, en esta etapa se recomienda un 50% de hidratos de carbono, 15% de proteínas de alta calidad y un 30% de grasas, con equilibrio entre grasas animales y vegetales. Estas cantidades también se distribuyen en la etapa escolar (7 a 12 años).

La especialista es enfática en que los niños no debiesen tener restricciones alimentarias ni dietas hipocalóricas, aunque estén con sobrepeso u obesidad. Esto porque están en pleno desarrollo, por lo que si recurrimos a una restricción el crecimiento apropiado podría verse afectado. Lo que se aconseja en esta situación es darles cantidades de alimentos saludables que requieren por su peso ideal y no por el actual, y reforzar la importancia de realizar actividad física.

“Es importante destacar que el líquido principal a consumir en todas las edades es el agua. No jugos, bebidas ni jugos de fruta natural. Evitar el consumo de azúcar y sal hasta los dos años, al igual que los edulcorantes artificiales. Ni la miel se aconseja. Consumir tres porciones de leche al día, comer frutas y verduras de forma diaria también, legumbres mínimo dos veces a la semana, al igual que los pescados. Y crear el hábito, desde pequeños, sobre la importancia de los alimentos integrales”, recomienda.

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