Paula

Lo que aprendimos en la pandemia

Sin duda este ha sido un año difícil. Pero también una oportunidad para pensar. Para replantearnos lo que teníamos antes y ya no queremos, y también para reflexionar acerca delo que no habíamos visto y ahora nos importa. Hace unos días les preguntamos en nuestras redes sociales qué habían aprendido este 2020. Estas son algunas de las repuestas.

¿Cuál es el principal aprendizaje de la pandemia?

Que el hogar es el mejor refugio y que debe estar ambientado.

Ser flexible al cambio y abrazar la incertidumbre.

Valorar la familia.

Aprender a soltar y tener paciencia.

Conocerme, aceptarme, amarme por sobre todas las cosas.

Que estar acompañado es lo más importante.

Flexibilidad antes las adversidades.

La vida es ahora.

No necesito una relación para sentirme completa.

Sembrar paciencia y no hacer planes a futuro, ya que todo se volvió incierto.

Valorar todo.

Que la maternidad es y sigue siendo invisible ante los ojos de la sociedad.

Lo impredecible que es el futuro.

Amigos pocos, conocidos muchos. Y que la mente es mucho más fuerte que el cuerpo.

Desapego sin culpa.

La salud es lo primero y lo más importante.

Cuidar a los que queremos.

Que me cae mal la gran mayoría y que amo a mis perros por sobre todo.

Andar más lento. Escuchar mis tiempos y a mi cuerpo.

No siempre lo que creemos imposible es imposible. Innovar es más posible que nunca.

Soltar el control.

A hacer de los tiempos de descanso un hábito. Y no sentir culpa por eso.

Que hay que estar preparado y dispuesto para todo y para nada.

La importancia de la salud mental.

Que se puede vivir con menos y vivir mejor.

Que tengo todo lo que necesito.

Que trabajo demasiado.

A pedir ayuda cuando no estoy bien.

Que puedo ser feliz sola.

Que necesito volver a terapia.

Que mi valor no depende de estar haciendo cosas todo el día.

Que es más sano llevar un ritmo que llevar una rutina.

¿Qué es eso que erradicaron en el encierro (y que fue para mejor)?

Quedarme callada para evitar el conflicto, porque aprendí que es conflicto es una oportunidad para crecer.

Quejarme de todo.

Sociabilizar con gente irrelevante.

La esclavitud de la rutina.

Carretes que comienzan tardísimo.

Pasar a vitrinear después de la oficina. Tiempo perdido y gasto innecesario.

Fumar y usar sostén.

Las relaciones tóxicas de pareja.

Dejar de querer caerle bien a todo el mundo.

La autoexigencia.

Tanta red social.

La tintura de pelo.

Los compromisos sociales.

La manía por el orden.

La gente latera.

A mi ex.

La carne.

Zapatos incómodos y maquillaje.

Comprar de aburrida.

El planchado.

Decir a todo que sí.

Saludar de beso.

¿Cuál fue esa revelación que hace que no haya vuelta atrás?

Que estoy segura de estar casada con mi marido.

Que no necesito una relación para sentirme completa.

Que no nací para ser dueña de casa.

Que no quiero volver a trabajar nunca desde una oficina.

Que no necesito el mall para comprar.

Que lo único permanente es el cambio.

Que debo aprender a ponerme y a poner límites.

La importancia del amor propio.

Que el mundo no se acaba si uno no se viste, no se baña, no cocina, no limpia y no ordena todos los días.

Que anhelo una vida sencilla, desprendida de lo material y de los estereotipos.

Que debo expresar mis emocional.

Que una sale adelante y se adapta hasta en las situaciones más insólitas.

Que quiero ser madre.

Que tengo que reciclar.

Que tengo que escuchar siempre a mi corazón.

Que yo voy primero.

Que vivir en comunidad nos hace mejores individuos.

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