Un dinosaurio en su camino
¿Han visto dinosaurios en la ruta a Valparaíso? No están borrachos, son las creaciones de Luis Tobar, un mecánico automotriz que se propuso levantar un Jurassic Park en la Quinta Región. Acá su historia.
Hay un dinosaurio amarillento al borde de la ruta 68. Un poco pasado Lo Vásquez si se va de Santiago a Valparaíso y un poco después del Lago Peñuelas si se va de la costa a la ciudad. No se le ven ojos, ni se le detectan movimientos. Sólo está ahí erguido con sus veinte metros de alto y casi nueve de largo.
Es un diplodocus, una especie que vivió a finales del jurásico hace 150 millones de años en lo que hoy es Norteamérica. Se asoma entre los árboles que dan al costado de la ruta. Antes de llegar hasta ahí, estuvo durmiendo durante tres años en un garaje al final de Avenida Francia en Valparaíso, junto a dos terodáctilos que colgaban de un par de árboles cercanos y otros animales antidiluvianos que hacían fila a la salida del taller de Luis Tobar, un mecánico automotriz que empezó a fabricarlos desde el 2004, cuando su nieta le pidió un dinosaurio de regalo.
"Y como siempre he hecho las cosas como se deben hacer, le hice uno a tamaño natural. Me metí a Internet para sacar fotos y me compré un dinosaurio chico en la feria para hacerlo a escala uno". ¿El resultado? un alosaurio verde como de papel maché de más de dos metros de alto y muchos colmillos.
Lo sacó a la calle para Navidad y dejó la grande. "Un papá se acercó a verlo y su hijo, de como 11 años, le gritaba que no fuera porque se lo iba a comer". Para darle más veracidad al cuento, su mismo creador se metía en su interior para hacerlo caminar. Por lejos, lo más fotografiado de esa Noche Buena en el cerro.
Un dinosaurio llevó a otro. Después hizo un triceratops y luego tres velociraptors. Todos fabricados sobre una estructura de metal, forrada con poliuretano y un revestimiento de fibra de vidrio. Todos con una altura de 3 metros y veinte centímetros de alto, lo necesario para poder sacarlos del garaje. Los que vinieron después, un Tiranosuario rex (obvio) y el citado diplodocus, los tuvo que sacar por partes.
Durante cuatro años fue la principal atracción del cerro. Hasta los carabineros daban indicaciones de cómo llegar hasta ellos. Así nació la idea de ponerlos en un parque temático. Un Jurassic Park porteño.
¿Quién apoya al dinosaurio nacional? Nadie, según Luis Tobar. Y es su principal queja. "En Valparaíso no me pescaron ni por si acaso con el parque. Están en otra. Valparaíso no tiene visión de desarrollo, usted propone una empresa como esta y no le abren las puertas, pero apoyan todo lo que sea discotheques, carretes, eventos y pubs. Hablé con gente de todos los departamentos y lo único que me ofrecían era un lugar cerca de Laguna Verde, al lado de una población muy peligrosa".
Según el fabricante de dinosaurios, más de cuarenta personas lo contactaron para tener un Tobar legítimo en sus parques o jardines. Pero él no hizo ninguno, por falta de tiempo y porque quería salirse con la suya.
"Después me ofrecieron instalarlo en La Calera, pero yo lo quería en la ciudad de toda mi vida". Luego de intentarlo en Peñuelas, el único camino que encontró fue arrendar un sitio en Melosilla. Un caserío ultra caluroso de cuatro hectáreas hasta donde trasladó sus creaciones. Un proyecto en el que invirtió hasta una hipoteca. Su gran apuesta.
Érase una vez…
"Esta es como una historia oculta del planeta", dice Tobar cuando realza la importancia de su parque temático. Por eso asegura que el Dinoparque está enfocado a los colegios. Para que los niños aprendan en directo cómo eran estos animales.
Dice que va a contratar guías para explicar su historia, sus características y las célebres teorías sobre su extinción. Pero con el paso del tiempo y las investigaciones que realizó para fabricarlos, se siente un experto en el tema. "Estas bestias ni siquiera están registradas en La Biblia -dice convencido-. La gente tiene un concepto muy errado de la evolución del planeta, en cuanto a Adán y Eva. ¡Están demasiado equivocados! Los antropólogos que han descubierto restos fósiles han ido dándose cuenta que el mundo viene de más atrás… ¡Estamos hablando de 160 millones de años! ¡Si nosotros nos integramos al planeta recién no más!".
Tobar está tan entusiasmado con su parque como, asegura, lo están los niños que lo han visitado. Muestra con orgullo los caminos que tuvieron que abrir para subir el Tiranosaurio hasta la cima de un cerro, también el sistema de poleas y 410 metros de cable que sostienen a los dos terodáctilos en el aire. Y los baños remodelados, los quinchos, los "espejos de agua", como llama a dos piscinas para niños que hay en el sector. Y el salón de eventos que construye a la entrada. Un entusiasmo tan grande como el dinosaurio amarillento que mira fijamente hacia un punto indeterminado de la carretera.
Dinoparque: Kilómetro 85 de la ruta 68. Se entra por el desvío "Paso Hondo a Melosilla" y funciona desde el 1 de enero. Entrada: 3 mil pesos por persona. Niños menores de dos años, no pagan. Contacto: 08- 251 91 55.
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