El desafío de la industria alimentaria: más verde y más conservación

Con los envases pouch, los alimentos conservarse hasta unos cuatro años sin refrigerar. La tecnología, proveniente de la NASA y que se ha masificado en las últimas décadas, comenzó con envases metalizados que conservaban los productos. Hoy están en un camino sustentable, tratando de aportar a reducir la huella de carbono.

La tecnología pouch lleva décadas en uso, pero recientemente los fabricantes han dado un vuelco hacia la búsqueda de nuevos materiales y la implementación de procesos que permitan el reciclaje de los packagings y sus residuos.


La alimentaria, al igual que otras tantas industrias, está cruzando por momentos de definiciones. No necesariamente por reducción de ventas o la pandemia, sino por cuán sustentables pueden tornarse sus operaciones. Desde la disminución de residuos, la reducción de su huella de carbono en la producción, hasta el cuestionamiento por los materiales utilizados en los envases para que sean más amigables con el medio ambiente. Los desafíos son varios, pero esos son los principales. Y el de Alimentos Vida Estable (Avesa), una empresa de food service con productos orientados al sector HORECA (hoteles, restaurantes y catering), es uno de los que están impulsando un cambio.

La compañía comenzó a trabajar con envases pouch hace unos 10 años. Originalmente fabricados para la NASA y equipos militares de Estados Unidos, han ido ganando terreno en el mercado por la facilidad de transporte, su flexibilidad y su ligereza. Lo más probable es que cualquier ciudadano haya tenido uno en sus manos, y a veces se desconocen los beneficios que puede traer el formato. E incluso niños, con los tan típicos pouch de compota de fruta. Según comenta Matías Güell, gerente general de Avesa, estos envases partieron siendo metalizados y entre sus ventajas se encontraban ser resistente al calor, no se rompían fácilmente y, a través de un proceso térmico, los ingredientes pueden cocinarse y esterilizarse.

El origen es aluminizado, dice, porque una parte importante de los alimentos con el calor y la luz comienzan a acelerar su proceso de descomposición. Eso sumado a que si existe algún tipo de contaminación, se genera el ambiente perfecto para que se desarrollen microorganismos. “Y la gracia que tiene el pouch es que son alimentos que nosotros esterilizamos y que pueden llegar a durar entre tres o cuatro años sin necesidad de refrigeración”, apunta el ejecutivo.

Desde el punto de vista de la preservación de alimentos, los envases pouch en su origen son sustentables porque no se utilizan equipos de refrigeración para almacenarlos o guardarlos, y para mantener esos equipos se requeriría de un flujo constante de electricidad. “Un pouch de carne mechada de hace cuatro años, lo puedo abrir en este minuto, lo retermalizo y se puede comer sin haber sufrido ninguna modificación en su interior”, afirma.

El gran problema, y que puede verse en las distintas compañías del sector a nivel mundial, es que dada la situación con la emergencia climática, muchas de ellas han buscado alternativas más sustentables para poder reducir la cantidad de contaminación. Marcas como Mars Petcare, Heinz, entre otras, han anunciado por ejemplo nuevas líneas de productos con envases de este tipo que son realizados con materiales reciclados y otras que facilitan el reciclaje en sí. E incluso proveedores de plásticos, materiales y packaging, como ProAmpac o Coveris, se han avnturado a realizar directamente pouchs que son reciclables. Y, al parecer, el camino.

Cada contenido de los envases es realizado con recetas y solicitudes que los clientes hacen a la compañía, con la idea de entregar un producto con la misma información nutricional.

Reducir la huella

Desde el año pasado están desarrollando y utilizando materiales que son sustentables y les ayudan a reemplazar, por ejemplo, aquellos envases que eran metalizado. Estos ahora son de polietileno y están procurando que toda su producción y desarrollo hacia adelante sea con recipientes sustentables. Con respecto a su producción previa, ya que mensualmente se encuentran fabricando unas cien toneladas de pouch al mes, si antes la totalidad no era reciclable, hoy están en una proporción del 80% que sí lo es contra un 20% que está en proceso de. Y el único que hoy día están haciendo metalizado está orientado hacia el sector militar. No es que el envase sea de metal, sino que originalmente era una mezcla de aluminio con plástico y no una conserva como una lata de atún, sino que se trata de una lámina del material, que se recubre y lo protege los distintos factores externos.

De las cien toneladas que producen al mes, un 50% está orientada a JUNAEB y el otro 50% a food service. Proteínas es la mayor demanda, como carne mechada de vacuno, cerdo y pollo. Y Güell explica el proceso. Por ejemplo, en el caso del tapapecho, se limpia -se saca la grasa-, y después de eso lo condimentan con la receta que les solicite el cliente. Luego lo cocinan y mezclan, lo desmechan y luego es envasado en un sobre pouch. Habiendo hecho so, pasan proceso de esterilización. Lo hacen así porque cuando se manipula un alimento, por más que se tengan filtros sanitarios, en la cadena de producción al haber contacto con personas, se busca prevenir cualquier posibilidad de contaminación a través de microorganismos.

El sellado y esterilización se realiza en "ollas a presión" industriales especiales para envases pouch, que pueden llegar hasta los 140°.

Con la tecnología pouch no es necesario, por ejemplo, incluir aditivos a los alimentos para poder ser conservados con propiedad o conservantes especiales, sino que al ser cocinados y mantenerse ultrasellados, se asegura su mayor perduración en el tiempo. El cierre del envase se realiza con selladoras industriales especiales para pouch, para que así no existan microfiltraciones. Después de eso, lo llevan a esterilizar, que consta de un proceso de cocción a unos 120° o 140°.

Actualmente están trabajando con unos 180 clientes activos, de los cuales cinco son empresas muy grandes. Con el servicio que entregan a JUNAEB, por ejemplo, se aseguran de entregar una receta con las características nutricionales exactas que se necesitan para darle un niño en cualquier locación. Y así se da la certeza que es mismo producto e información nutricionales para todos los niños que se ven beneficiados. “¿Y cuál es la gracia de eso? Te estás asegurando de entregar el alimento correcto y adecuado para las personas en todas partes, con la inocuidad necesaria, que no tiene que estar necesariamente refrigerado y se puede llegar a cualquier parte de Chile con alimento para quien lo necesite”, asegura.

Según Güell, el motivo para optar por un envase más sustentable y así aportar desde la tecnología al medio ambiente, es que “estamos en una sociedad donde cada uno debe aportar”. “La gente hoy día está concentrada en ser un aporte a la sociedad y al medio ambiente, y eso es mucho más valorado que tener un mejor precio”, asegura. “No solo pensamos en ser un aporte desde el punto de vista alimenticio, sino también en cuanto a sustentabilidad y dejar un futuro mejor para las generaciones venideras”, asegura. Y por eso mismo se han centrado en dos focos.

El primero es el del envase, cambiando su materialidad y dejando de lado progresivamente aquellos empaques que no son reciclables. Y el otro, dice, tiene que ver con el reciclaje en sí. “Y se han hecho inversiones súper importantes en reciclar todo tipo de materias primas que llegan de productos y no llegar y tirarlo en cualquier canal o sitio”, afirma. En cuanto a infraestructura y producción, han ido construyendo e implementando sistemas de reciclajes para todos sus líquidos y procesos derivados. En sus instalaciones tienen una planta de biofiltros, que es básicamente una mezcla de aserrín, tierra y gusanos. Todo lo que se realice al interior de la planta, termina esa piscina y es transformado en un residuo líquido “que se puede regar sin problemas y están todas las mediciones dentro de la norma, como si de agua corriente se tratara”.

Güell explica que esta planta de biofiltros es esencial, porque los gusanos se comen la materia orgánica restante de sus procesos. “Los procesos de cocción de alimentos, y sobre todo con proteínas, cuando cocinas generas grasa y no puedes llegar y lanzarla en cualquier lado, porque es contaminante y pueden llegar a generar distintas plagas”, asegura.

Si bien una parte fuerte de su venta comenzó en JUNAEB y otra en food service, buscando más soluciones gastronómicas con bajos costos de almacenaje y distribución, hoy día están trabajando en todo un desarrollo, con el que pretenden comenzar entre febrero o marzo próximo en el retail, para poder entregar de forma más masiva y llegar a todos los canales de venta con estos productos “que son amigables, buenos, a precios decentes y son soluciones más sustentables e inocuas”. “La pandemia nos ha enseñado que la higiene y la inocuidad son muy importantes y antes eran palabras que ni siquiera se conversaban”, cierra.

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