Sebastián Sichel, candidato presidencial: “Hasta ahora me he sentido invitado a estar en Chile Vamos, pero uno ve a veces signos de cierta exclusión”

El exministro -la única carta independiente en la carrera a La Moneda de Chile Vamos- sostiene que si el oficialismo no se abre a alternativas diversas, “lo que vamos a hacer es condenarnos a ser un 40%”.


De los cinco candidatos que hoy corren en la carrera oficialista a La Moneda, Sebastián Sichel es el único independiente. Y aunque aún falta que sea invitado formalmente a la primaria presidencial de Chile Vamos de julio, insiste en que su voluntad está en competir en esa coalición aunque comience a resentir los golpes del “fuego amigo”.

¿Comenzó a sentir el peso de ser independiente en una carrera donde los otros candidatos tienen partido?

Sí, la verdad, sí. Pero me siento parte de una coalición en la que pude ser ministro, vicepresidente de Corfo, haber llegado a BancoEstado y -espero que sea la misma lógica dentro de Chile Vamos- que ahora pueda ser un candidato independiente y que tengamos no solo fair play, sino que sentido de unidad, porque tenemos una elección en diciembre, en que tenemos que tener diferencias, pero también tener un proyecto común para poder ganar la elección presidencial. Si nos empezamos a golpear hoy día, obviamente es imposible.

No tener partido ha incidido en sus tiempos: debió dejar la cartera de Desarrollo Social, pese a ser el mejor evaluado del gabinete, y salió de BancoEstado adelantando sus planes presidenciales. ¿Cuánta desventaja tiene ser independiente?

Tiene ventajas y desventajas. Voy a decir las ventajas primero. La ventaja es que me permite convocar a participar a gente que no milita en los partidos e invitar a gente de los partidos a ser parte. ¿Cuáles son las desventajas? Que para participar en la primaria necesito ser invitado por los partidos. He visto muy buena voluntad, pero falta aún para que esto ocurra formalmente. Y hay una segunda desventaja que la he visto más en estos días. Me encantaría que, en una coalición, en que somos parte del mismo proyecto, se dé libertad para poder apoyarnos mutuamente entendiendo que después vamos a terminar en un proyecto común y he visto que ha habido más bien intención de sancionar a aquellos que me apoyan.

Me imagino que -a veces- esa actitud le hará sentir un poco como invitado de piedra…

La pregunta es cómo hacemos mayoría. La centroderecha tiene un karma en la historia de Chile: no ha podido superar el 40% de la votación, salvo con el Presidente Sebastián Piñera. La pregunta es cómo se es más que ese 40%, y hay dos reflexiones de fondo. La primera, hay que convocar a otras fuerzas políticas y ser representante de una clase media que mira con desconfianza esa centroderecha. Si yo puedo aportar eso, bingo, no solo podemos ganar una elección presidencial, sino que, probablemente, podemos ser una mayoría cultural que haga las reformas que Chile necesita. Pero si excluimos esa posibilidad, lo que vamos a hacer es condenarnos a ser un 40% y la gente como yo, de centro, no va a sentirse invitada a participar dentro de una coalición. Hasta ahora, siendo transparente, me he sentido invitado, pero también uno ve a veces signos de cierta exclusión que hay que evitar para que un elector que nunca ha votado se atreva hoy día a votar por la centroderecha.

De las críticas que se le han hecho desde su sector, ¿cuál es la que le ha dolido más?

Son dos. La primera: leí por ahí que una candidata decía que visibilizaba mi historia y justo había visto un programa en el que ella había mostrado su casa, sus nietos…, ¿por qué lo mío es malo? Lo otro es la caricatura de ser el candidato de los empresarios. Algo que me alejó alguna vez de la centroderecha era la antipolítica como discurso y hoy que nos compremos el discurso antiempresarial como si fuera malo per se me parece peligroso. Algunos que fueron apoyados en su minuto por Libertad y Desarrollo, por instituciones tradicionales, por empresarios, hoy como que abjuran de eso y lo transforman en casi un pecado político. Espero ser el candidato de emprendedores, de empresarios, de políticos, de independientes, ojalá construir mayorías, eso se requiere en Chile.

¿Le sorprendió que en RN ni siquiera se votara la posibilidad de dar libertad de acción a sus militantes para apoyar su opción?

Respeto las decisiones internas de los partidos. Lo que no me gustaría es que mañana alguien no pueda apoyarme, queriendo apoyarme, siendo parte de la misma coalición. La historia nos va a juzgar en estas cosas. Tengo la sensación que en RN, pero también gente de la UDI me está apoyando. Lo lógico es que en una coalición y en una primaria interna de ella haya libertad de acción, pero es una decisión que tiene que tomar RN y la respetaré y acataré en su minuto.

¿Es posible derrotar a un candidato de un partido en una primaria?

Cuando uno ve que la evaluación de los partidos cae, probablemente por esta cultura de regimiento, poco inclusiva con los debates externos, algo deberíamos cuestionarnos. Si uno mira históricamente cuántos van votando internamente en los partidos, cada día son menos. Me encantaría tener una primaria en que voten dos millones o un millón de personas. La incidencia de los partidos es importante, pero lo más importante va a tener que ver con ciudadanos que no han sido nunca convocados y ojalá los podamos convocar. Si queremos hacer una primaria chiquitita, con los militantes de los partidos, que participe poca gente, probablemente no tengo ninguna posibilidad, pero también quien gane esa primaria no tiene ninguna posibilidad de gobernar Chile. Nuestro desafío es convocar a la mayor cantidad de gente posible, de todo el amplio arco de la gente que quiere reformas, eso ha sido parte de mi debate. Me quiero imaginar una centroderecha que sale del eje de la resistencia a los cambios y es capaz de ponerse en el eje de la reforma, como una alternativa a la gente que está creyendo que lo que hay que hacer es refundar Chile.

Con esto de que ha comenzado a sentir golpes en Chile Vamos, ¿existe la posibilidad de que vaya directo a una primera vuelta?

Hoy día no. He manifestado mi voluntad expresa: quiero ser parte de una coalición que se llama Chile Vamos, en que los independientes tengan cabida. Tengo toda mi voluntad, no depende de mí participar, depende de la invitación de los otros, he visto buena voluntad y mientras esto se mantenga, obvio que voy a estar acá.

¿Cuánto ha cambiado una persona que proviene del mundo de la centroizquierda y que ahora se siente parte de una coalición de centroderecha?

El péndulo de la política se movió. He visto cómo se ha ido moviendo la aguja de la izquierda hacia un lugar distinto. Creo que sigo siendo el mismo reformista de centro de hace 30 años, sólo creo que el barrio en que vivía, que era la centroizquierda, cambió absolutamente. Muchos de ellos terminaron diciendo no son 30 pesos, fueron 30 años, y yo decía ¿cómo?, perdón, si esos 30 años los construyeron muchos de ustedes, ¿están arrepentidos? Yo, por lo menos, no estoy arrepentido de estos 30 años. Ellos abjuran de la Concertación, de lo cual soy profundamente orgulloso y -por tanto- me pasa algo al revés: estoy pensando y defendiendo probablemente lo que defendí, evolucionando como corresponde en política, pero cambió el barrio... A mí lo que me define no son los 30 años o 50 años hacia atrás, sino que los 50 años hacia adelante, y -por tanto- voy a estar donde estén los que piensan como yo el Chile de los próximos 30 años, y me siento cómodo donde estoy por eso.

¿Le sorprendió que Ignacio Briones terminara como candidato presidencial?

No, no me sorprendió. Creo que naturalmente hay gente que en política tiene liderazgo y tiene ambiciones que escapan del cargo que ejerce. Creo que él ejercía ese liderazgo y a mí me era natural que él en algún minuto quisiera ser candidato, no es algo que me haya sorprendido, para nada.

¿Qué les dice a quienes sostienen que Briones le quitó frescura, encanto?

Que sean los ciudadanos quienes lo decidan.... soy un convencido de que la política es biografía, proyectos y futuro y eso es lo que está en juego, y en las tres patas en algunas tenemos algunos puntos en común, en varias tenemos muchas diferencias.

¿Cuáles son esas diferencias?

Para eso es la campaña. En la campaña vamos a ir viendo matices y diferencias, las demás son públicas y conocidas respecto de nosotros mismos, de cómo somos, las personalidades, los tipos de liderazgo, pero respecto de los contenidos espero que tengamos un debate de ideas. Creo que él es un candidato de ideas y yo también soy un candidato de ideas y ahí vamos a aportar un interesante debate en las primarias.

¿Cuál es su idea fuerza?

La tengo súper súper clara. Creo en un Estado presente y un mercado basado en emprendimiento. ¿Qué significa esto? El Estado tiene que hacer bien su pega. No puedo ser un candidato en el siglo XXI que sigue prometiendo que va a terminar con la delincuencia, si el Estado no es capaz de gestionar lo básico, que es que no haya filas en el Registro Civil o que no le entreguemos al día el pago del bono a una persona. Vamos a tener que romper ese paradigma de los 90 que era como ‘¿usted quiere más Estado o quiere más mercado?’. Es ridícula esa discusión. Lo que quiero es mejor Estado y emprendimiento. Estoy poco enamorado de esta concepción como post Guerra Fría, de que si esto es el mercado o el Estado, o si es el crecimiento o la igualdad. Soy mucho más práctico, creo que son todas esas cosas juntas, pero que tenemos que tener medidas más concretas para solucionar problemas. Tengo una visión súper concreta de un Estado presente, un mercado basado en emprendimiento y una política social en el que el Estado hace mayores transferencias al bolsillo de las personas. Esos son mis tres pilares.

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