A 25 años de la caída del muro de Berlín. El impacto económico

El 9 de noviembre se cumplirán 25 años desde que la Europa posguerra diera su paso más importante hacia la reunificación, derribando el muro que separaba a Berlín, Alemania y al mundo. Pero más allá del simbolismo político, la caída del muro trajo consecuencias globales gracias a que la expansión y la contracción de la economía mundial se han relacionado directamente en las últimas décadas a las olas de globalización. En ese sentido, aquel 9 de noviembre marcó el último gran evento que permitió pensar en el orbe como un todo, y que junto al boom de internet dieron paso a “un mundo plano”, como lo define el autor y periodista estadounidense Thomas Friedman, en su libro homónimo.
“El primer efecto fue que implicó para Alemania absorber otra economía, con diferencias de salarios y una tasa de desempleo mayor. Entonces se hablaba de una Alemania con un poder similar al de Francia, pero desde ese momento emergió otra completamente exitosa. Pese al costo de absorber otra república, se hizo un país que duplicó su tamaño, con todos los efectos que tuvo a su vez que la gente dejara de ir de un lado para el otro, que era la gente más capacitada muchas veces”, cuenta la economista y CFA, Gabriela Clivio, quien recuerda que unas semanas antes de que cayera el muro en Berlín, la televisión mostraba cómo la gente se escapaba por otras fronteras. “Era el Pacto de Varsovia que se estaba cayendo a pedazos. Unas semanas antes de que cayera el muro, mucha gente escapaba de la Cortina de Hierro y cuando renunció Erich Honecker a la RDA, era evidente lo que sucedería”, agrega.
Afuera de Alemania, en tanto, tras la desaparición del muro, el comercio entre Europa Occidental y Europa del Este dio un salto hasta cifras de dos dígitos, mientras grandes empresas occidentales empezaron a invertir fuertemente en ex países comunistas.
“La caída del muro en 1989 fue un importante catalizador de la globalización, con la apertura de la Unión Europea hacia el Oriente y con los países de Europa del Este dando un giro hacia un modelo de crecimiento capitalista, de donde se origina el famoso ensayo de Francis Fukuyama ‘El fin de la historia’, que argumenta que todos los países estaban evolucionando a democracias sociales con un sistema económico basado en el mercado”, señala el economista de ING en Bélgica Peter Vanden Houte.
Poder y abundancia
El impulso globalizador que partió hace 25 años no estuvo confinado a Europa, sino que sucedió de la mano de una integración mundial, con la conclusión exitosa de la Ronda de Uruguay, la mayor reforma del sistema mundial de comercio desde la creación del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, en inglés) al final de la segunda Guerra Mundial, y la consecuente creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La Ronda duró siete años, desde 1986 a 1993, coincidiendo con la caída del muro, y en sus primeros dos años ya había generado un acuerdo entre sus participantes sobre un conjunto de reducciones de los derechos de importación aplicables a productos exportados sobre todo por países en desarrollo. También, se revisaron normas para la solución de diferencias, aplicando algunas medidas de inmediato, y estableciendo la presentación de informes periódicos sobre políticas comerciales de los miembros del GATT, lo que se consideró importante para lograr que los regímenes comerciales fueran transparentes en todo el mundo.
Del programa inicialmente incorporado en los acuerdos de la Ronda Uruguay se han seguido haciendo adiciones y modificaciones, que hoy forman parte del Programa de Doha, la última ronda de negociaciones comerciales entre los miembros de la OMC.
El libro “Poder y Abundancia: Comercio, Guerra y Economía Mundial en el Segundo Milenio”, de Ronald Findlay y Kevin H. O’Rourke, destaca cómo en las últimas décadas el mundo ha visto una expansión de la economía mundial y el comercio resultado de la liberalización del comercio y el crecimiento de los países industriales, junto a la difusión de “países recientemente industrializados”. La importancia de esto, señalan los autores en el libro, es que se tradujo en el rápido crecimiento de exportaciones en masa de estos países, en particular de China e India, lo que a su vez ayudó a reducir grandes diferencias de brechas de ingresos per cápita que habían mantenido separadas a estas regiones de Europa Occidental, desde la Revolución Industrial.
En paralelo a los avances y acuerdos de comercio internacional que ocurrieron en los años posteriores a la caída del muro, se produjo una reducción en el gasto militar durante esos años, que se tradujo en un crecimiento mundial mayor.
En el paper “Dividendo de Paz”, el Banco Mundial analiza los efectos de recortes de gasto a fines de los ‘80 en mejorar la capacidad de producción per cápita, habiendo comprobado que hay un impacto indirecto del gasto militar en el crecimiento, a través de su impacto negativo en la inversión productiva. Sin embargo, el 11 de septiembre de 2001 sería el contrapunto que habría reducido el progreso conseguido en globalización y crecimiento tras la caída del muro, recalca Vanden Houte.
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