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Egipto nombra primer ministro y recibe ayuda financiera de Arabia Saudita y Emiratos Árabes

Egipto nombró el martes a un primer ministro provisional y los estados ricos del Golfo Pérsico aprobaron ayuda por US$8.000 millones, mientras la mayor nación árabe del mundo busca salidas para la crisis en que está inmersa un día después de que soldados mataran a decenas de islamistas.

El jefe de Estado provisional Adli Mansour anunció un calendario más corto de lo previsto para celebrar elecciones en seis meses. Menospreciado por los Hermanos Musulmanes, afronta una creciente presión para trazar un camino de vuelta a la democracia a menos de una semana de que el Ejército derrocara al primer presidente elegido libremente en su historia.

Los Hermanos Musulmanes rechazaron el decreto de las autoridades interinas que establece el calendario para nuevas elecciones y fija un mecanismo para modificar la Constitución. Essam El-Erian, importante figura de los Hermanos, dijo que el decreto era una "usurpación del poder legislativo".

Un día después de que 55 personas fallecieran cuando soldados abrieron fuego contra partidarios de los Hermanos, se nombró como primer ministro interino a Hazem el-Beblawi, un economista liberal y ex ministro de Finanzas. En tanto, el ex diplomático de la ONU Mohamed ElBaradei, que ahora lidera un partido liberal, fue nombrado vicepresidente para asuntos exteriores.

A esta noticia siguió la concesión de US$8.000 millones subvenciones, préstamos y combustible procedentes de Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos.

La elección de Beblawi obtuvo la aceptación del ultraortodoxo partido islamista Nour -que fue aliado del derrocado el presidente Mohamed Mursi y su formación-. Los líderes del Nour han sido tentados por las autoridades provisionales respaldadas por el Ejército para probar que los islamistas no serán marginados en el nuevo gobierno.

Pero el que hasta ahora ha sido el día más violento en un año ha dejado a Egipto más dividido que nunca en su historia moderna. Los Hermanos Musulmanes están aislados y furiosos con los egipcios que los rechazan apasionadamente.

El derrame de sangre ha encendido las alarmas entre los principales donantes del país, como Estados Unidos y la Unión Europea, así como en Israel, con quien Egipto firmó un tratado de paz respaldado por Washington en 1979.

Los países ricos del Golfo Pérsico, reacios a los Hermanos Musulmanes, muestran ahora menos reservas. Emiratos Arabes Unidos ofreció a Egipto una ayuda de US$1.000 millones y un préstamo de US$2.000 millones. Arabia Saudita, por su parte, ofreció US$3.000 millones en efectivo y préstamos y otros US$2.000 millones en combustible.

En una nueva demostración de apoyo, el ministro de Relaciones Exteriores de EAU, Abdullah bin Zayed, visitó Egipto el martes, convirtiéndose en el funcionario extranjero de mayor rango en visitar el país tras la salida de Mursi.

INVESTIGACION

Las autoridades militares anunciaron el martes una investigación sobre los hechos violentos ocurridos en los últimos días. Dijeron que actuarían contra 650 personas no identificadas por delitos que van desde "vandalismo" a asesinato y terrorismo.

Un responsable de Estados Unidos, que ha evitado referirse a la intervención militar como "golpe de Estado", dijo el martes que Washington animó a las autoridades egipcias a desarrollar un plan para salir de la crisis.

El Ejército ha insistido en que el derrocamiento no fue un golpe de Estado y que cumplió con la "voluntad del pueblo" después de que millones de personas salieran a las calles el 30 de junio para pedir la dimisión de Mursi.

Aunque el martes fue un día relativamente tranquilo, hubo incidentes violentos menores de madrugada. Hombres armados abrieron fuego durante la noche contra una iglesia en Port Said, en la desembocadura del Canal de Suez. Dos personas resultaron heridas, dijeron fuentes médicas.

Con la agitación política alejando a los inversores extranjeros y a turistas, Egipto está quedándose peligrosamente sin efectivo para proveer el pan y el combustible subsidiado del que dependen sus 84 millones de habitantes.

Para los Hermanos Musulmanes, la caída de Mursi supone una reversión de la democracia un año después de que se convirtiera en el primer líder libremente elegido de Egipto. Los islamistas temen una vuelta a la prohibición que sufrieron durante décadas bajo gobernantes autocráticos como Mubarak.

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