La dura batalla de Fuad Garib contra China
“Los chinos nos tienen locos. Las importaciones son atroces, pero aquí estamos, luchando”.
Fuad Garib, empresario con una larga trayectoria en la industria textil, se niega al retiro, a pesar de la dura competencia. En las últimas décadas ha resistido en un negocio en que han desaparecido grandes monstruos como Machasa y Textiles Pollak, principalmente por la irrupción de productos chinos.
Garib recibió el “Premio Hernán Briones al emprendedor 2011” de parte de la Sofofa, donde es consejero honorario, en reconocimiento a su trayectoria empresarial con una de las empresas textiles más destacadas en el sector industrial, Hilados y Tejidos Garib, Hitega.
“Creo que somos los únicos que estamos quedando”, cuenta este empresario de 84 años, que regularmente visita su planta textil en Macul. Garib -quien llegó hasta sexto de humanidades para sumarse al negocio familiar- fue gerente general de Hitega entre 1985 y 2007 y hoy es asesor del directorio.
Y si bien a fines de la década pasada la compañía profesionalizó su equipo ejecutivo, el directorio sigue estando en manos de los Garib.
La familia manejaba tres plantas, dando empleo a más de 500 personas, pero la crisis y las importaciones pasaron la cuenta, bajando la cortina de Industria Textil La Reina e Industrial La Florida, en donde se daba empleo a unos 300 trabajadores, con el fin de reducir los costos y hacer frente a los productos importados de mejor manera.
“Dejamos a Hitega, que es la industria madre y que desde que nació hace 75 años está trabajando. Está activa. Las otras que eran de ayuda y apoyo, desaparecieron. Pasamos de 500 personas a 200. Todo esto por las importaciones, porque ahora llega todo confeccionado y no hay nada que hacer frente a unos precios realmente ridículos”, afirma.
Industrial La Florida fue la primera que bajó la cortina, hace ya dos años y medio, y La Reina se cerró este año.
Todas estas movidas han repercutido en los ingresos del grupo textil, que pasó de una facturación peak de unos US$70 millones a US$20 millones.
“En unos seis años las ventas han caído un tercio por las importaciones, no es calidad del producto. Nosotros hacemos telas, pero lo que llega son productos confeccionados. Por eso la industria de confecciones en Chile desapareció”, afirma Garib.
El empresario destaca la mejora que han tenido los productos importados, principalmente de Asia.
“Es una calidad excelente, mejorada. Al principio, cuando partimos en el año 1973, la calidad de los chinos era atroz, pésima. Hoy la situación es muy distinta y la industria textil en Estados Unidos y Latinoamérica está en el suelo”.
La situación se complejiza, manifiesta, frente a los cambios que se están planteando en el país, como la reforma tributaria que lidera el Gobierno de la Presidenta Bachelet.
“El asunto tributario es muy complicado. Realmente uno tiene que ver qué es lo que pasa, pero hay que aclarar el panorama pues está incierto y por todos lados estamos recibiendo noticias. Uno no sabe hacia qué lado ver. En la industria de la construcción se han retirado proyectos que estaban autorizados por el municipio. Entonces vamos a ir viendo qué es lo que pasa con la demanda. Lo importante es la demanda, y la demanda en las grandes tiendas ha bajado y eso nos repercute”, dice Garib.
El rearme del grupo
No obstante, el empresario ha reenfocado el negocio para hacer frente al nuevo escenario en el que participa la familia.
Según ha señalado en entrevistas anteriores, las claves del éxito en los negocios se las reveló su padre, Elías, quien llegó a Chile en 1908 desde Palestina y no paró de emprender hasta que falleció, en 1946. “No hay que subir los precios, sino que bajar los costos; no hay que endeudarse más allá de lo que se puede pagar; la gente tiene que creer más en nuestra palabra empeñada que en nuestra billetera”, dijo Fuad Garib tras recibir el premio de la Sofofa.
Y esta filosofía se mantiene. “Estamos sobreviviendo y en una lucha permanente. Vemos el futuro con preocupación, pero el hecho de concentrarnos en una sola planta no es que estemos complicados o endeudados, sino que tratando de abastecer el mercado nacional, haciendo cosas que no se pueden importar. Por ejemplo, uniformes de empresas y telas para las fuerzas armadas. Estamos entrando a un mercado que es imposible que arribe la importación”, destaca el empresario.
Añade que la compañía también se ha mantenido vigente gracias a las exportaciones.
“La gracia que tuvimos fue que cuando se abrió la economía automatizamos todo el proceso, la modernizamos. La productividad se fue para arriba y eso nos permitió competir bien los primeros años, pero los últimos años son los que se han complicado, porque llega la prenda confeccionada. Nosotros hacemos telas y después se la vendemos a los confeccionistas. Los que han desaparecido son los confeccionistas que son miles de empresas de 30 o 10 trabajadores. Eso ha desaparecido totalmente, porque todo llega confeccionado”, recuerda.
Pese a todo, destaca la especialización. “Tenemos la ventaja que estamos quedando solos, pero en un nicho de mercado de uniforme de empresas. Lo que hay que hacer es competir y nada más. Buscar nichos de mercado”, destaca.
Lo Último
Lo más leído
2.
3.