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Activos alternativos: una decisión racional en tiempos emocionales

Brendan McDermid

A comienzos de este año, la única certeza era la incertidumbre. Tasas impredecibles, inflación persistente y tensiones geopolíticas. El consenso entre inversionistas era claro: el 2025 sería un año volátil. Y cuando los mercados se tornan emocionales, lo racional se vuelve indispensable.

Los anuncios recientes de nuevos aranceles por parte del gobierno de Donald Trump no hicieron más que echarle bencina al fuego: la volatilidad se disparó y los portafolios tradicionales volvieron a tambalear.

Por eso, los activos alternativos están nuevamente en el centro de la conversación. No como moda, sino como una evolución lógica para quienes buscan optimizar su frontera eficiente. La evidencia no es nueva: hace más de 20 años que los inversionistas más sofisticados —endowments como Yale y Harvard, fondos soberanos como GIC o ADIA— usan activos alternativos para mejorar la relación entre riesgo y retorno.

En Chile la adopción ha sido más lenta, pero avanza. Según la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), la deuda privada ha crecido con fuerza en los fondos de inversión, y las plataformas más modernas están ampliando el acceso a activos semilíquidos antes reservados solo a grandes patrimonios.

La lógica es simple: en momentos de alta volatilidad, contar con activos que no cotizan a diario y entregan flujos predecibles puede ser un ancla emocional y financiera. Porque seamos honestos, algunos venden por pánico justo antes del rebote. Otros compran entusiasmados en la baja y la baja sigue.

La volatilidad no solo erosiona retornos, sino que también la disciplina. En ese contexto, los alternativos ayudan a estabilizar retornos, generar ingresos consistentes y capturar primas de riesgo que los mercados tradicionales ya no ofrecen. Pero el desafío no está en el “si”, sino en el “cómo”.

Hoy, localmente, tenemos acceso a gestoras globales reconocidas como Blackstone, Apollo o Carlyle, y también están los vehículos locales sin tanto track record ni experiencia. Y en esta categoría, la selección es muy importante: entender la calidad del originador, el tipo de riesgo asumido, la estructura legal, la alineación de incentivos.

Hay quienes todavía se aferran a la idea de que la liquidez diaria es una ventaja incuestionable. Pero después de un año como este, vale la pena preguntarse: ¿de qué sirve poder salir todos los días si lo haces justo cuando no debes?

La verdadera gestión del riesgo no está en reaccionar rápido, sino en construir portafolios que estén alineados con los objetivos financieros del inversionista.

En un año como el 2025, el objetivo no es buscar retornos extraordinarios, sino que evitar errores innecesarios.

*El autor de la columna es cofundador de Betterplan

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