La economía china enfrenta un agrio final de año

Los precios de la vivienda en China cayeron en 70 grandes ciudades a un ritmo más rápido en octubre que un mes antes. FOTO: QILAI SHEN/BLOOMBERG NEWS

El debilitamiento de la actividad manufacturera y de los servicios muestra que los esfuerzos de estímulo se están quedando cortos. Los problemas de China se suman a los vientos en contra a los que se enfrenta la economía mundial, sacudida por la guerra en Ucrania y Medio Oriente, y el fuerte aumento de los costos de los préstamos por parte de los bancos centrales, decididos a contener la inflación.


SINGAPUR- Un breve repunte de la economía china dio nuevas y preocupantes señales de agotamiento, presionando a Beijing para que tome medidas más audaces para reactivar el crecimiento.

La actividad de las fábricas se hundió aún más en la contracción en noviembre, al agotarse los pedidos nacionales y extranjeros, mientras que, en un indicio inquietante para el gasto de los consumidores, la actividad en el sector servicios se contrajo por primera vez este año, según las encuestas empresariales publicadas el jueves pasado. Sólo la construcción registró una expansión respecto al mes anterior, al aumentar el gasto público en infraestructuras.

En conjunto, las encuestas muestran que la economía china necesita más ayuda gubernamental para evitar una pronunciada desaceleración a fin de año, según los economistas. A medida que se ralentiza el crecimiento en Estados Unidos y otras grandes economías, las empresas están encontrando pocos compradores para sus productos en el extranjero.

A su vez, el enorme sector inmobiliario chino está inmerso en una prolongada recesión, que afecta a la confianza de los consumidores y a la disposición de los hogares a gastar. Los precios de la vivienda cayeron en 70 grandes ciudades a un ritmo más rápido en octubre que el mes anterior, mientras que en todo el país el volumen de ventas de viviendas nuevas, medido en superficie de suelo, fue alrededor de un 20% inferior al del año previo.

Las ventas de nuevas viviendas en China siguieron cayendo en noviembre, según datos privados publicados el jueves último por China Real Estate Information Corp (CRIC). Las ventas de los 100 mayores promotores inmobiliarios de China ascendieron a un total equivalente a US$ 54.700 millones en el mes, un 30% menos que hace un año, cuando muchas partes de China estaban bajo los confinamientos de Covid-19 y las actividades comerciales estaban restringidas.

Las ventas de noviembre también fueron un 4% inferiores a las de octubre, poniendo fin a un efímero periodo de crecimiento secuencial. Tradicionalmente, septiembre y octubre son los meses de mayor actividad para la venta de propiedades en China, ya que los promotores suelen ofrecer descuentos en torno al festival de mediados de otoño y la semana de fiesta nacional. CRIC estimó que las ventas de viviendas nuevas de los 100 principales promotores en 2023 descenderán un 15% respecto a 2022, hasta su nivel más bajo de los últimos años.

Los problemas de China se suman a los vientos en contra a los que se enfrenta la economía mundial, sacudida por la guerra en Ucrania y Medio Oriente, y el fuerte aumento de los costos de los préstamos por parte de los bancos centrales, decididos a contener la inflación.

Por ende, los resultados de la encuesta sugieren que la economía china probablemente se ralentizará en el último trimestre del año, tras haber registrado una modesta reactivación en verano. Según los economistas, el próximo año podría suponer un reto aún mayor para el crecimiento, a menos que el gobierno y el banco central intensifiquen los estímulos para reavivar la confianza de los consumidores y las empresas, e impulsar el gasto y la inversión.

Es probable que los resultados de la encuesta del jueves pasado hayan puesto “un poco nerviosos” a los funcionarios chinos, dijo Louise Loo, economista jefe para China de Oxford Economics en Singapur. “Probablemente analizarán los datos y decidirán que es necesario aplicar más estímulos”, indicó.

El índice oficial de gestores de compras de China para el sector manufacturero bajó a 49,4 en noviembre, desde 49,5 en octubre, informó la Oficina Nacional de Estadísticas, marcando el segundo mes consecutivo en que la lectura ha estado por debajo de la marca de 50 que separa una expansión de la actividad, de la contracción.

El resultado fue inferior al 49,8 previsto en una encuesta de economistas realizada por el Wall Street Journal. Los nuevos pedidos en China y en el extranjero disminuyeron, mientras que una medida del apetito de las empresas por contratar nuevos trabajadores se debilitó, lo que indica que el potente sector fabril chino está sufriendo las consecuencias de la ralentización de la economía mundial, así como de la atonía del gasto interno.

Un indicador similar de la actividad en el sector servicios bajó a 49,3 en noviembre, desde los 50,1 de octubre. A lo largo de 2023, la actividad del sector servicios había sido más saludable que la del sector manufacturero, ya que los consumidores volvieron a las tiendas, los restaurantes y los lugares turísticos tras el desmantelamiento de casi todas las restricciones de Covid-19 a principios de año. Pero el esperado auge del consumo nunca llegó a despegar, ya que la crisis inmobiliaria y el elevado desempleo juvenil minaron el apetito de los hogares por el gasto. Los datos del jueves último sugieren que los consumidores son aún más pesimistas.

El indicador de la actividad de la construcción subió a 55 desde los 53,5 anteriores, impulsado por la inversión pública en infraestructura, una de las herramientas favoritas de los responsables políticos para impulsar el crecimiento cuando otras fuentes de crecimiento están rezagadas.

Las autoridades chinas han tomado medidas para apuntalar la economía, con recortes de las tasas de interés y diversos esfuerzos para impulsar el moribundo mercado inmobiliario, como la relajación de las restricciones a la compra de viviendas en algunas ciudades.

Estas medidas han ayudado. Tanto el banco central chino como muchos economistas esperan que China logre registrar una expansión de alrededor del 5% este año, en línea con el objetivo relativamente modesto del gobierno. Pero los economistas afirman que el debilitamiento generalizado de la actividad indica que los estímulos no han sido suficientes hasta ahora para fomentar una recuperación duradera.

“Aunque efectivamente han puesto un piso al crecimiento, aún no estamos del todo fuera de peligro”, afirmó Carlos Casanova, economista jefe para Asia de Union Bancaire Privé en Hong Kong. “Realmente necesitan seguir prestando apoyo”, agregó.

Muchos economistas aseguran que la ayuda gubernamental debería dirigirse al mercado inmobiliario. Al estabilizar el sector inmobiliario, dicen, la confianza del consumidor volverá. Entre las opciones se incluye una mayor relajación de las restricciones a la compra, originalmente destinadas a sofocar la especulación inmobiliaria, y animar a los bancos a prestar más a los promotores más saneados para que puedan terminar los proyectos inacabados.

Algunos economistas sostienen que el gobierno también debería considerar la posibilidad de conceder ayudas directas a los hogares para que gasten, mientras que otros abogan por la asistencia financiera a las pequeñas y medianas empresas, que están encontrando el entorno actual mucho más difícil que las grandes firmas y las empresas respaldadas por el Estado. Muchos economistas esperan que el banco central chino recorte aún más las tasas de interés o modifique otras políticas en los próximos meses para fomentar el endeudamiento.

El enfoque fragmentario del estímulo adoptado hasta ahora refleja la cautela de los dirigentes comunistas chinos ante las políticas de gran envergadura, desde que un paquete explosivo en 2008 alimentara una burbuja inmobiliaria con la que aún siguen lidiando. El líder Xi Jinping también ha manifestado su aversión a las dádivas de estilo occidental para estimular la demanda, por considerarlas un desperdicio, y prefiere centrarse en la construcción de carreteras y fábricas, y otras medidas de fomento de la oferta.

Además de sus dificultades a corto plazo, la economía china se enfrenta a retos a más largo plazo que empiezan a mermar su capacidad para seguir creciendo al ritmo que ha logrado durante años. Entre ellos figuran las escaramuzas sobre comercio y seguridad nacional con Estados Unidos y sus aliados, y el rápido envejecimiento de la sociedad.

Las autoridades también están tratando de reequilibrar la economía china hacia un modelo en el que el crecimiento esté más impulsado por el consumo y sectores como la fabricación avanzada, y menos por la fuerte inversión en bienes inmuebles e infraestructuras, una transición potencialmente dolorosa que implica un periodo de menor crecimiento mientras la economía se adapta.

En un reciente discurso en Hong Kong, el Gobernador del Banco Popular de China, Pan Gongsheng, afirmó que la transformación económica en curso de China “será un viaje largo y difícil, pero es un viaje que debemos emprender”.

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