Un país, nueve defaults: Argentina sumida en un círculo vicioso

Es una impactante cifra, que ubica al país suramericano en una liga élite de morosos en serie que incluye a Ecuador, Uruguay y Turquía.


A la medianoche del sábado, tras meses de excesiva inestabilidad, el tiempo se agotó para Argentina.

No cumplió con el pago de US$500 millones que debía a los tenedores de bonos extranjeros y, por ende, cayó en default por novena vez en su historia. Es una impactante cifra, que ubica al país suramericano en una liga élite de morosos en serie que incluye a Ecuador, Uruguay y Turquía.

El primer episodio fue en 1827, solo 11 años después de la independencia. Los tres últimos fueron uno tras otro, en las últimas dos décadas. En el medio, hubo otros cinco de diferentes tamaños y formas, según Carmen Reinhart, economista jefe recién nombrada en el Banco Mundial. Casi todos fueron precedidos por períodos de auge, como cuando inmigrantes europeos transformaron a Argentina en una potencia agrícola y en uno de los países más ricos del mundo a fines del siglo XIX. Invariablemente, el gasto derrochador, combinado con un fácil acceso a capital suministrado por acreedores extranjeros entusiastas, arrastró a la nación.

“Argentina tiene un historial de excesivo endeudamiento con restricciones fiscales y monetarias insuficientes”, dijo Martin Schubert, fundador y director ejecutivo de European InterAmerican Finance Corp., quien ha estado invirtiendo en el país desde la década de 1980. Es “un círculo vicioso”.

A continuación un breve vistazo de cada uno de los nueve defaults y un panorama de lo que viene a continuación.

1827

Tras declarar su independencia de España en 1816, la economía argentina se abrió rápidamente al comercio exterior. Algunos historiadores más tarde se referirían a los principios de la década de 1820 como la “experiencia feliz” de la nación, un período de paz, prosperidad y fascinación con la aristocracia europea. Eso pronto cambió. Argentina había vendido bonos en Londres para ayudar a financiar su nacionalidad. Esa deuda quedó bajo presión cuando el Banco de Inglaterra aumentó las tasas de interés en 1825. Argentina entró en default dos años después. La nación tardó otros 30 años en reanudar los pagos de la deuda.Imagen superior: Argentina declara su independencia de España. Imagen parte izquierda: una ilustración inglesa de la bandera de “Buenos Ayres” de 1838 y al costado derecho, el Banco de Inglaterra en Londres en 1828.

Fuente: Getty Images (3)

1890

A finales del siglo XIX, Argentina se embarcó en una ola de préstamos para construir trenes y transformar a Buenos Aires en la capital cosmopolita que es actualmente. Barings Bank de Londres invirtió agresivamente en los ferrocarriles y otros proyectos de servicios públicos del país. El sur de Argentina también creció, cuando la cría de ovejas se extendió por los pastizales patagónicos y los buscadores de oro llegaron rápidamente a Tierra del Fuego. Esta euforia se desvaneció cuando estalló la burbuja de los productos básicos. La nación detuvo los pagos de la deuda, impactando a bancos argentinos y resultando en la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman. Ese noviembre, Barings estuvo cerca de la insolvencia. Argentina salió del default cuatro años después, impulsada por nuevo capital del Reino Unido.Parte superior, de izquierda a derecha: construcción del ferrocarril argentino en Mendoza c1905, una postal de la calle Santa Fe en Buenos Aires y una caricatura que representa al primer Lord Revelstoke, socio principal de Barings en el momento de la crisis. Parte inferior: una multitud en la Plaza de la Victoria (Plaza de Mayo) c1880.

Fuente: Getty Images (3); Archivo Baring PR/103

1951

La afluencia de inmigrantes y capital extranjero impulsó el ascenso de Argentina hacia uno de los países más prósperos del mundo a principios del siglo XX. Pero la Primera Guerra Mundial golpeó duramente la economía de la nación, al igual que la Gran Depresión una década después. El desempleo y el malestar social se dispararon. En 1930, un golpe de Estado llevó al ejército al poder, dando paso a un período de inestabilidad política (ocho presidentes en dos décadas) y una política de sustitución de importaciones, que cerró la economía y ayudó a desencadenar un default.En el sentido de las agujas del reloj, desde la izquierda: vaqueros crían ganado en 1951, vendedores halan su carreta por una calle inundada en Buenos Aires en 1930, autobús incendiado en la Plaza de Mayo durante la revolución de 1943 y José Félix Uriburu en 1930.

Fuente: Getty Images (4)

1956

El autócrata populista Juan Perón llegó al poder en 1946 y procedió a nacionalizar las empresas, redistribuir la riqueza y afirmar un mayor control del Gobierno sobre la economía. Las políticas que él y su esposa, Evita, llevaron a cabo se convertirían en el principio de gobierno dominante de Argentina durante aproximadamente la mitad de las próximas siete décadas. Inicialmente, avivaron el crecimiento y expandieron la clase media. Pero en 1955, Perón fue derrocado en un golpe de Estado, sumiendo a la economía en un caos y dejando al país en dificultades para mantenerse al día con los pagos de la deuda. Al año siguiente, la junta militar llegó a un acuerdo con el Club de París de países acreedores para evitar un default aun mayor.En la izquierda, Juan y Eva Perón saludan a una multitud en 1951, y partidarios de Perón se reúnen frente al palacio presidencial en 1948. En la derecha, personas pisan el busto de Juan Perón, y un edificio afectado por tanques del ejército y cañones durante la revuelta de 1955.

Fuente: Getty Images (4)

1982

Durante la guerra sucia de Argentina, la dictadura militar tomó préstamos, principalmente de bancos estadounidenses y británicos, para financiar proyectos de infraestructura e industrias estatales. La deuda externa de la nación se disparó a US$46.000 millones desde US$8.000 millones. Luego, los precios de los productos básicos colapsaron nuevamente cuando la Reserva Federal, bajo el liderazgo del presidente Paul Volcker, elevó las tasas de interés de EE.UU. hasta en 20% para controlar la inflación, lo que provocó crisis de deuda en América Latina y el resto del mundo en desarrollo. Argentina se convirtió en una de las 27 naciones, incluidas 16 en América Latina, que debía reprogramar su deuda.Izquierda: tropas británicas se rinden en Puerto Stanley, Islas Malvinas, en 1982, y soldados custodian la Casa Rosada después de un golpe en 1976. Derecha: madres sostienen fotos de sus hijos desaparecidos durante una manifestación contra la dictadura, y un manifestante es arrestado en Buenos Aires en 1982.

Fuente: Getty Images (4)

1989

Una serie de intentos fallidos a fines de la década de 1980 por frenar la inflación, que subió más allá de 3.000%, desencadenó otro default en 1989 y llevó al líder peronista Carlos Menem al poder. Su Gobierno redujo la inflación, privatizó las empresas estatales y atrajo la inversión extranjera directa, llevando a la nación de una recesión a un crecimiento de dos dígitos tras el segundo año completo de Menem en la presidencia. No obstante, la deuda externa de Argentina aumentó a más de US$100.000 millones, como resultado de una falta de control del gasto por parte de Menem. Cuando dejó la presidencia, la nación había caído en recesión una vez más en medio de un desempleo en aumento, exportaciones restringidas y un peso sobrevaluado.Izquierda: propietarios de puestos de productos protestan contra la inflación. Derecha: Carlos Menem en la campaña electoral, y un soldado inspecciona un supermercado que fue saqueado en Rosario.

Fuente: Getty Images (3)

2001

Cuando la brutal recesión entró en su cuarto año, eliminando aproximadamente dos tercios del producto interno bruto de la nación, los argentinos se amotinaron en torno al grito de guerra: “¡Todos deben irse!” El país tuvo cinco presidentes en dos semanas, mientras simultáneamente declaraba lo que en ese momento era el mayor default por parte de un país en la historia. Se detuvieron los pagos de bonos por valor de US$95.000 millones. Eso llevó a una reestructuración de los acuerdos con los acreedores en 2005 y 2010 bajo Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández. La mayoría de los bonistas acordaron tomar los 30 centavos por dólar que ofrecían, pero un contingente liderado por Paul Singer, multimillonario de fondos de cobertura, resistió y exigió el reembolso total.En el sentido de las agujas del reloj, desde la izquierda: Néstor Kirchner, manifestantes caminan a través del humo y gases lacrimógenos en la Plaza de Mayo en 2001, una mujer sale de una sucursal bancaria que había instalado una cortina de metal para protegerse de las violentas manifestaciones en 2002, y manifestantes en 2002.

Fuente: Getty Images (4)

2014

Acosada por un drama legal con Singer y otros acreedores, Argentina volvió a entrar en default, aunque a menor escala. La administración de Fernández no cumplió con un pago de intereses después de que un juez estadounidense dictaminara que Argentina no podía distribuir los fondos a menos que Elliott Management Corp., de Singer, y otros llamados “fondos buitre” recibieran el pago de su deuda en default. Esa disputa finalmente se resolvió en 2016, cuando el nuevo presidente, Mauricio Macri, pagó para que Argentina pudiera recuperar el acceso a los mercados internacionales de deuda.Parte superior: Cristina Fernández de Kirchner y Paul Singer. Parte inferior: carteles de protesta contra los “fondos buitre” en Buenos Aires en 2014.

Fuente: Getty Images (3)

2020

Prometiendo austeridad fiscal, reformas de libre comercio y un retorno al crecimiento, Macri obtuvo miles de millones de dólares de nuevo financiamiento de acreedores extranjeros. Sin embargo, su agenda de reformas se estancó rápidamente en el Congreso, y la economía nunca repuntó, dejando al país atrapado en una deuda inflada que se le dificultaba pagar. Funcionarios recurrieron una vez más al FMI en busca de ayuda y obtuvieron una línea de crédito de US$56.000 millones en 2018. Era el mayor paquete de ayuda que el FMI había entregado y, sin embargo, en última instancia, importó poco. Para entonces, los inversores ya estaban convencidos de que este episodio también terminaría mal y sacaban dinero del país a un ritmo frenético.

Luego llegó el golpe final: Alberto Fernández, líder izquierdista que había desempeñado un papel clave en la administración Kirchner, arrasó en las primarias en agosto pasado, garantizando su victoria sobre Macri en las elecciones generales. Al día siguiente, los operadores habían reducido el precio de los bonos del país a menos de 50 centavos por dólar, reconociendo, esencialmente, que sabían que un default y una reestructuración eran inevitables.

Fernández y sus asesores económicos han estado negociando con grupos de acreedores durante meses. Sin embargo, el progreso ha sido lento. La administración ha tratado de mantener pérdidas aproximadas de 70% para los acreedores en la reestructuración, mientras que la mayoría de los acreedores buscan limitar sus pérdidas a cerca de 50%.

A medida que avanzan las conversaciones, aumentan los riesgos para ambas partes. Para los inversores, la perspectiva de una negociación prolongada significa que podrían cargar con bonos en default en sus libros durante meses. Para Fernández, existe el riesgo de que, tras el default del viernes, algunos acreedores abandonen las negociaciones y, como hizo Singer años antes, lleven a Argentina ante los tribunales.Parte superior izquierda: Alberto Fernández saluda a partidarios. A la derecha: Martín Guzmán habla durante una entrevista el 6 de mayo de 2020. Parte inferior: cerca frente a la Casa Rosada el 30 de agosto.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.