Tesla was robbed...

Pocos personajes del siglo XX han recibido menos aplauso y reconocimiento de las masas que el croata Nikola Tesla (1856-1943), poseedor de una mente brillante cuya figura parece haberse ido develando poco a poco, con una cierta teatralidad que probablemente habría sido de gusto del autor.
En uno de los trabajos que han llegado a nuestra manos sobre su vida, la biógrafa Margaret Cheney (Touchstone Publishers, 2011) nos devela en “Tesla: man out of the time” los pasajes que retratan en parte a este personaje a quien debemos la corriente alterna, el primer generador eléctrico, la invención de la radio, la ampolleta de ahorro de energía, la bobina Tesla, la robótica y un sinfín de otras genialidades que habrían llegado a nuestras manos si tan sólo el autor hubiera nacido y se hubiera expresado en mejores tiempos (quizás con una humanidad más evolucionada, menos egoísta y codiciosa).
En los pasajes de este trabajo, que ha sido recomendado como lectura obligada por la Scientific Society of America para los estudiantes de ingeniería de todas las universidades americanas, se relatan no sólo los inicios de las brillantes cavilaciones de una de las más prodigiosas mentes del siglo XX, sino además como sus deseos de mejoras para la humanidad eran leídos por algunos como cercanos al delirio y por otros como amenaza a sus intereses y los de sus corporaciones.
El hecho que el autor demostrara que la corriente alterna era más barata y eficiente que la continua no sólo le granjearía un distanciamiento con Edison y los grupos de poder que lo circundaban, sino que además pondría al científico interesado por los avances de la humanidad en las antípodas de los poderes interesados sólo por los avances de sus acciones en la bolsa.
Y es que la genialidad de Tesla generaba de una parte espacios de gran credibilidad (cuando descubre el principio de la radio) y de otra, de pérdida de ella (cuando se empecinaba por la comunicación con otros mundos). Esto ponía a su figura en el péndulo de la opinión pública, con noticias fantásticas e ideas que empujaban sin duda el cerco de las posibilidades de la humanidad más allá de lo posible, lo que en sí mismo tiene un gran valor.
Cuando Tesla nos llamaba a no desarrollar esfuerzos por mover motores “de una forma tan bárbara como lo es la combustión interna de combustibles fósiles”, pero lo hacía a fines del 1800, nos parece estar asistiendo a la peor ópera bufa del siglo XXI (ahogado por el smog de las grandes ciudades), pero estrenada ¡un siglo antes!
Pero no sólo en la expresión de esa idea germinal se quedaba Nikola Tesla, sino que nos mostraba un mundo posible (idea de visionar) cuando nos daba la solución al problema: vehículos eléctricos no sólo movidos por carga propia, sino además movilizados por su capacidad de captura de la energía remanente de las redes públicas y privadas. En suma: un vehículo eléctrico, movido gratuitamente a partir de la energía eléctrica inalámbrica (si esto le suena a sueño imposible al lector, le recomiendo -como con mis alumnos de MBA- visitar teslamotors en la web).
Esta y muchas otras posibilidades fueron regaladas por Tesla a la humanidad. Pero no nos equivoquemos: no por no haber sido ya desarrolladas significa que no tengan valor, justamente el verdadero valor proviene de lo que no existe (la riqueza proviene de lo que sí existe) y de tal forma, son las ideas las que empujan a la humanidad más allá de lo posible. Estas y muchas otras son ideas que Tesla nos regaló y que hoy comienzan a ser más difundidas y conocidas por todos (gracias a trabajos bien documentados, como el de la doctora Cheney). Las ideas de Tesla siempre fueron regalos, no hacía falta -como algunas señales indican- que algunos se las quisieran robar.
(*)El autor es fundador del Harvard Business School-Corporate Level Strategy Group.
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