Ciberbullying en tiempos de cuarentena: cuando las agresiones impactan el doble

Foto: Reuters

Si el buylling es complejo en un escenario normal, ahora lo es más. El confinamiento con altas dosis de estrés o aburrimiento, puede llevar a que niños o adolescentes hagan un mal uso de redes sociales. A su vez, las condiciones de salud mental pueden verse agravadas por ese acoso.


Durante la pandemia de Covid-19, un mayor número de niños y adolescentes usan plataformas digitales. Ya no solo para uso personal de entretención. También con fines educativos.

Con ese mayor uso de teléfonos inteligentes y redes sociales, se eleva también la probabilidad de acoso escolar en modalidad on line o bullying cibernético.

En Chile, cuatro de cada 10 escolares han sido víctimas de acoso. Cifras 2017, que se desprenden de los cuestionarios de los estudiantes que respondieron el Simce y recopiladas por la Agencia de Calidad de la Educación, indican que afectó al 42% de los niños de 4° Básico, al 45% de los alumnos de 8° Básico y al 39% de los jóvenes de 2° Medio.

El ciberacoso ha existido durante mucho tiempo. Pero este año vivimos una situación sin precedentes: pandemia y confinamiento. Los niños están estresados y aburridos, la oportunidad del ciberacoso está aún más presente, advierten especialistas.

Ciberbullying en tiempos de cuarentena

El fenómeno del acoso en el colegio comienza generalmente en las relaciones cara a cara. Y se suele prolongar al ámbito on line. Se da además, dice Marisa Toledo, académica Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, dentro de un grupo que mantiene contacto permanente, “por eso ocurre en la sala de clases, es parte de las interacciones de niños que mantienen cotidianidad”.

Se trata de una dinámica de abuso incluye un niño o niña que tiene más poder y actúa sobre el que tiene menos poder. Todo en un sistema de interacciones, explica Toledo. “Hay intimidadores que intimidan, pero también hay otros intimidadores que apoyan esa agresión. Y hay víctimas, y junto a ellos defensores de las víctimas, que son víctimas, pero menos dañadas”.

Con el mayor uso de teléfonos inteligentes y redes sociales, se eleva también la probabilidad de acoso escolar en modalidad on line o bullying cibernético. FOTO: Reuters.

Y si no están en la sala de clases presenciales, lo que antes se hacía cara a cara o por papel, se hace por correo, por WhatsApp o por el chat de Zoom. El ciberbullying a mayor uso de redes sociales aumenta. Lo que ha ocurrido en cuarentena.

Para Leonel Navia, director del Magíster en Convivencia Escolar de la Universidad Mayor, cuarentena no es sinónimo de menos acoso escolar. “El bullying como tal no termina, toda persona que ocupa las redes de comunicación está expuesto, sobre todo quien participa de las aplicaciones sociales.”

Mónica Espinoza, psicóloga infanto-juvenil de Clínica Universidad de los Andes, destaca que en cuarentena ha aumentado el uso de plataformas digitales, “lo que lamentablemente aumenta también la posibilidad o el riesgo de ser víctima de acoso cibernético”.

La situación actual, con alta dosis de estrés o aburrimiento, puede llevar a que los niños o adolescentes hagan un mal uso de las redes sociales, indica Espinoza, por ejemplo, exponiéndose más, ya sea mostrándose mucho o todo lo que hacen, o involucrándose con personas que no conocen, lo que aumenta el riesgo de sufrir algún tipo de acoso a través de las redes.

A su vez, el estrés y las condiciones de salud mental pueden verse agravados por el acoso cibernético, particularmente entre aquellos que han experimentado abuso emocional.

Por las condiciones propias de la cuarentena, es más difícil expresarse en el lenguaje escrito o en espacios reducidos. La comunicación se dificulta. Por escrito, indica Toledo, no está el lenguaje corporal que es parte fundamental de nuestra comunicación, “no se puede leer en qué está el otro en términos emocionales”.

Y si bien, no se ha estudiado en condiciones de pandemia cómo se desarrolla este acoso, dice Toledo, por el efecto emocional que el encierro ha tenido, sus daños porían ser mayores. “Al estar en condiciones emocionales complejas, porque la cuarentena y el encierro nos tiene afectados emocionalmente, con más irritabilidad, nos lleva a ser más agresivos. Y por otro lado, todos estamos más sensibles a las comunicaciones que recibimos. Si el buylling es complejo que en situación normal, es mucho más ahora, como todo en la vida hoy”.

Ciberbullying: empatía y diversidad

Padres y adultos responsables, no pueden dejar a los niños autónomos en el uso de internet, indica la psicóloga de la Universidad de los Andes. “En las redes sociales tenemos que estar presentes, saber qué redes tienen, con quiénes se juntan, tener acceso a los chat, sobre todo entre 10 y 14 años”, indica. Eso, más un control de lo que ven y escuchan, a quienes siguen, porque los niños no tienen el autocontrol todavía desarrollado.

Es importante supervisar el tiempo y destino del uso de la web. Y también una buena comunicación, agrega Navia: “tener una buena comunicación con los hijos es fundamental, junto con la formación y confianza de la relación de padres con sus hijos, para que ellos cuenten o consulten cuando se puedan ver enfrentados a una situación de bullying”.

Conversar con sus hijos para ver qué amistades tienen, es otro elemento importante. La amistad es un factor protector ante agresiones. “Los padres deben preocuparse cuando los niños son solitarios, porque no está siendo parte de las relaciones de su entorno”, dice Toledo.

Pero el control no es el único mecanismo de atención de bullying. Hay que educarlos. Explicarles, aunque parezca obvio, dice Toledo, en que no se puede agredir a nadie, ni por sus bienes, ni físico, por su rendimiento o por lo que sea. “Eso tanto para víctima como victimario, hay que educarlos en que eso no corresponde, que somos diferentes, y que nada valida que uno agreda a otro”, subraya.

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En las redes sociales de los niños los adultos deben estar presentes, saber qué redes tienen, con quiénes se juntan y tener acceso a los chat, sobre todo entre 10 y 14 años.

Al conocer una situación así, los adultos no tienen que hablar con los padres del niño agresor. Eso aumenta el conflicto. Es un tema que se debe conversar con los encargados de convivencia, dice Toledo. “Tampoco esperar o pedir que se expulse al niño, porque como esto es un sistema de interacciones, otro niño asumirá ese rol, es algo que se debe conversar con los profesores y con los encargados de convivencia”.

Los conflictos son parte de la realidad humana. Para Toledo es clave atenderlos: “La expulsión de alguien no modifica el problema, agrava la situación para el colegio”.

El buylling se agudiza en una sociedad competitiva. En contextos de alta competencia e individualismo, que hay que mostrar atributos rígidos, lo que no favorece a evitar el acoso escolar. “Hay que aumentar y enseñar la tolerancia, el reconocimiento a la diversidad. Es un cambio cultural, no es tarea solo del colegio, lo importante entiendan que la situación es compleja en los dos casos tanto en víctima y victimario”, dice Toledo.

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