Embarazo después de los 45 años: en 2020, más de 700 mujeres en Chile fueron madres sobre esa edad

Imagen referencial.

Red Latinoamericana de Reproducción Asistida muestra que ese año de los casi 195 mil partos, 779 fueron en mujeres de 45 años y más. Especialistas dicen que conciliar una vida profesional exitosa y maternidad es muy complejo, por lo que algunas la posponen, y en otras es a esa edad cuando surge el deseo espontáneo de ser madre. Fenómeno propiciado por las tecnologías de fertilización.


En términos médicos, el embarazo después de los 45 años es infrecuente. Tanto la madre y el bebé corren riesgos. A esa edad hay mayor incidencia de aborto espontáneo, enfermedad trofoblástica gestacional y anomalías cromosómicas en el feto.

Pero ocurren. Las mujeres que son madres sobre los 45 años, están presente en las cifras. En Chile, según las Estadísticas Vitales provisionales 2020 del INE, del total de nacimientos de ese año (194.952), al observar la distribución por grupos de edad de la madre, si bien, el mayor porcentaje (73,6%) se concentra en el tramo de 20 a 34 años, aquellas entre los 45 a 49, son una cifra del 0,3%, es decir, 585 embarazos.

Un número pequeño en relación al total, pero que ha aumentando en los últimos años. En 2017, hubo 537 bebés nacidos de mujeres entre 45 y 49 años (38 más que en 2016), la mayoría correspondieron al tercer hijo de esas madres. Ese mismo año hubo, además, 19 nacimientos cuyas madres tenían 50 años o más (cinco más que en 2016), en ocho de ella fue su primer hijo.

Datos de 2012 muestran que la cifra de nacimientos sobre los 45 años alcanzaba los 479. Diez años antes, en 2002, fueron 328, y en 1992, 392.

La última estadística de la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida (Redlara), muestra que en Chile en 2020 de los casi 195 mil partos, 779 fueron en mujeres de sobre 45, y “en prácticamente todos ellos hubo ayuda tecnológica para que llegaran a nacer”, dice el Dr. Ricardo Pommer director de la Unidad Medicina Reproductiva Clínica Monteblanco.

Todo lo anterior, en un contexto de constante caída en los nacimientos. Pese a algunas oscilaciones, hace décadas que la Tasa Global de Fecundidad o número de hijas/os promedio que tendría una mujer durante su vida fértil, disminuye. En 2019, según Estadísticas Vitales, esa tasa fue de 1,44, bajo el nivel de reemplazo generacional estimado de 2,1 hijas/os promedio por mujer. Muy lejos de los cinco hijos en promedio que tenían las chilenas en 1960 (5,49).

En promedio, las mujeres tienen menos hijos y a mayor edad. Si en los años setenta la edad en que las mujeres en edad fértil tenían en promedio tenían su primer hijo era más cercana a los veinte años (22,47 años en 1972), hoy es aproximándose a los treinta o más.

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Pese a algunas oscilaciones, hace décadas que se muestra una reducción de la Tasa Global de Fecundidad (TGF), o número de hijas/os promedio que tendría una mujer durante su vida fértil.

Madre a los 45 años

La maternidad sobre los 45 años no es exclusiva de Chile. En Estados Unidos, por ejemplo, en 2019, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades anunciaron que, si bien las tasas de natalidad de las menores de 40 años habían disminuido por años, las de 40 años y más estaban aumentando en un 3% cada año desde 1982. Además, la edad promedio de las madres primerizas se elevó a los 26 años, frente a los 23 de 1994.

En Inglaterra, hay cifras similares. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el número de madres de 45 años han alcanzado los niveles más alto desde que comenzaron los registros hace 80 años. El número de nacidos vivos en ese grupo pasó de 1.619 en 2008, a a 2.366 en 2018. A su vez, los de mujeres de 25 años o menos han bajado constantemente.

El director de la Unidad de Medicina Reproductiva del Hospital Clínico U. de Chile, Cristián Miranda, dice que desde la experiencia clínica en ginecología y medicina reproductiva, varios motivos explican el fenómeno. “Los países que tienen un desarrollo económico social mayor, ven una postergación en la edad de la maternidad producto del deseo de la mujer o de la pareja de tener mejores niveles de educación o mayores ingresos socio económicos antes de buscar un embarazo”, explica sobre algo que asegura es más frecuente desde hace 5 o 10 años.

Mónica Peña, directora del Magíster en Psicología mención Psicología Social, de la U. Diego Portales, indica que es muy probable que se relacione con la escolaridad de las madres. Poder conllevar una vida profesional exitosa y la maternidad es muy complejo en Chile. “Posponer la maternidad puede estar muy relacionado con las exigencias profesionales que se concentran durante los primeros años de carrera laboral y estudios de posgrado. También la falta de apoyo económico del Estado puede ser una causa relevante en un sistema donde la crianza es muy cara”.

Algo que se vincula, dice la Dra. Sonia Brito directora Grupo de Investigación Género y Sexualidades en Contextos de Diversidades Culturales de la U. Autónoma el alargue de la vida académica sobre todo en las que realizan postitulos o postgrados y, que, “a la edad estipulada para procrear se encuentran iniciando su vida laboral o en la cúspide de su desarrollo profesional”.

Los años de escolaridad femenina en Chile han aumentado. El Censo 2017 muestra que pasaron de 9,21 años en 2002 a 10,95 en 2017. En educación superior el alza es aun más pronunciada: 10,8% en 1992 a 29,7% en 2017.

Carlos Troncoso, ginecólogo del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), coincide en esa mirada: “La mujer cada vez más desea priorizar sus estudios y carrera profesional a tener hijos, sin tampoco desechar este proyecto que sigue siendo de mucha importancia”. Pero lamentablemente, agrega “existe este reloj biológico condicionado por la cantidad y calidad de óvulos que posee, que condicionará las probabilidades de embarazo posteriormente”.

En términos médicos, se considera que el embarazo después de los 45 años como infrecuente. Foto: Reuters.

El perfil en esos casos, dice Troncoso, suele ser mujeres profesionales, exitosas académicamente y de carreras que suelen ser exigentes como abogadas, ingenieras, doctoras, periodistas, profesoras, etc. “En ese grupo se concentra la mayoría de quienes consultan en IVI”, sostiene.

Sin duda, tiene que ver con la extensión de la carrera educativa. La Dra Viviana Salinas especialista en demografía, y académica de Sociología UC, explica que quienes continúan hacia la educación superior tienden a posponer el matrimonio y el nacimiento del primer hijo. “Luego de haber invertido tiempo y dinero en una carrera, es lógico que quieran ver los frutos de esa inversión, y eso implica empezar y desarrollar una carrera laboral. Los hijos demandan mucho tiempo y atención y en términos prácticos compiten con esas metas”.

Más cualitativamente, dice Salinas, en las sociedades postmodernas la búsqueda del desarrollo personal (proyecto de vida individual) tiene un rol importante en la posposición de la maternidad. Se privilegian una vida adulta completa y satisfactoria. Y la libertad de múltiples opciones es un requisito importante para esos proyectos. “Los hijos más cierran que abren opciones a la libertad individual”, indica.

Otra causa que se ve en la consulta médica, dice Miranda es la mujer que desea un embarazo ante una nueva relación conyugal, “incluso habiendo tenido hijos”.

Cambios maternidad

Los datos, dice Peña dan cuenta que en la identidad de las mujeres la maternidad sigue teniendo un lugar relevante, a pesar de los cambios sociales. Una maternidad deseada no necesariamente va de la mano con el llamado ´reloj biológico´. No todas las maternidades fueron postergadas, “es probable que algunas hayan surgido por un deseo espontáneo en una edad más avanzada de la madre”.

La maternidad en algunas mujeres puede estar dentro de un plan. Pero en otras responde a situaciones contingentes, como la pareja adecuada, tranquilidad y estabilidad financiera y emocional. “Es un tema muy personal, que está muy relacionado con las experiencias biográficas, los deseos inconscientes, y una serie de elementos donde es difícil situarlo como puramente dependiente de la contingencia política, histórica o social”, indica Peña.

Un cambio de paradigma ocurrió fuertemente en el siglo XXI, donde las mujeres tomaron conciencia de sí mismas, de sus cuerpos y de la posibilidad de elegir su proyecto de vida, añade Brito, “sin el estigma o la sombra histórica de que se definen en la medida que son madres”.

Al mismo tiempo, se ha extendido la juventud. “Los cuarenta son los nuevos treinta. Las mujeres tanto en lo psicológico como en lo físico priorizan el trabajo, los estudios y no necesariamente construir familia. Asimismo, deciden formar familias uniparentales o in vitro, sin necesariamente una pareja afectiva”.

Fertilización asistida

La mujer nace con una determinada cantidad de óvulos que disminuyen progresivamente. Con el tiempo, dice Troncoso un porcentaje cada vez mayor será de menor calidad. Ello se empieza a notar cerca de los 35 años. Es significativo desde los 38 y desde los 40 es un proceso muy rápido. “Postergar después de los 35 años el embarazo hará más probable recurrir a una clínica de fertilidad”.

Esas tecnologías de fertilización han permitido a algunas optar a una maternidad “tardía”. Es lo que ayuda, dice Peña que hoy estemos ante un panorama muy nuevo. “Es muy probable que aumenten este tipo de embarazos en Chile, especialmente en las clases medias y altas”.

Las tecnologías de fertilización han permitido a algunas optar a una maternidad “tardía”.

“El 25% de la población de mujeres chilenas se embaraza después de los 35 años, incluso a los 40 y más años, siendo muchas veces primerizas. Estas cifras son elocuentes”, agrega Brito. Dado los avances de la ciencia y la mayor esperanza de vida, “consideran otras posibilidades para la maternidad, como la inseminación artificial, congelar los óvulos, por ejemplo”.

Saben que existen técnicas. La mayoría, dice Pommer si es que no congeló óvulos (no más del 10%), recurren a una ovodonación o intentar estimular su óvulos para hacer un embrión.

El grupo de sobre 40 y 45 años que se embaraza con ovocitos propios vitrificados previamente es un porcentaje bajo aún, coincide Troncoso. “La mayoría de quienes vitrifican óvulos los utilizan entre 3,5 y 5 años desde que los vitrifican. Pero son pocas las que vitrifican óvulos después de los 40 años, pues si bien se puede hacer, ya no es la mejor edad. Muchas desisten o no tienen buenos resultados por ya tener una baja reserva ovárica”.

En Clínica IVI, del total de TRA de 2022, el 18% correspondió a mujeres sobre los 40 años, un 4,3% en mujeres sobre 45 años, y menos de 1% fue sobre 50 años.

De todos los ciclos de UMR Monteblanco, aproximadamente 1.200, un 18% tienen sobre 45 años. “Se usa una tecnología que es de alta complejidad para evitar que el embrión no venga codificado para un aborto espontáneo o eventualmente alguna trisomía incompatible con la vida, “por lo tanto la tecnología utilizada es algún tipo de fecundación in vitro con diagnóstico genético pre implantacional”, explica Pommer.

Los tratamientos de reproducción asistida (TRA) han aumentado en todo el mundo. “Cerca de un 40% de los tratamientos que se hacen después de los 40 años y prácticamente el 100% de los después de 45 años corresponden a donación de óvulos”, dice sobre un tratamiento que presenta un aumento constante en los últimos 10 años cercano a un 15% anual. “En los últimos dos años el aumento de los tratamientos de ovodonación superó por mucho a la media de años anteriores”, dice Troncoso-

El grupo de sobre 40 y 45 años que se embaraza con ovocitos propios vitrificados previamente es un porcentaje bajo aún, dicen especialiastas. Foto: Reuters.

“Llama la atención que durante los años de pandemia hubo un aumento importante del total de tratamientos de reproducción en todo el mundo y también en IVI, específicamente este grupo duplicó el número de tratamientos respecto a años previos”, dice Troncoso sobre las madres de más de 45 años.

Se habla de maternidad avanzada desde los 40 años. Es edad materna avanzada extrema desde los 45 años, explica Troncoso. Cualquier mujer que vaya a ser sometida a un tratamiento de reproducción en estos grupos debiese recibir una evaluación médica multidisciplinaria donde se evalúen aspectos ginecológicos, endocrinológicos, nutricionales y cardiovasculares, además debe participar cualquier especialista que en particular se requiera.

Hay riesgos biológicos en la maternidad después de los 35. Y aunque la biología probablemente no haya cambiado, la manera en que nos enfrentamos a esos riesgos sí lo ha hecho, subraya Salinas. Una investigación de demografía histórica “Advanced maternal age and offspring outcomes: Reproductive aging and counterbalancing period trends”, demostró que puede haber importantes beneficios en esa postergación.

“Cuando una mujer postergar la maternidad, en la práctica sus hijos nacerán en un tiempo futuro más lejano. Y eso es beneficioso, por todos los avances que ocurren en ese tiempo en términos de ciencia, tecnología y salud pública. Los autores ejemplifican diciendo que si una mujer que nació en 1960 hubiera decidido tener un hijo a los 20, ese bebé habría nacido en 1980. Pero si ella hubiera esperado hasta tener 40 años, su hijo habría nacido el año 2000. Y con todos los avances que hubo entre 1980 y 2000, la posibilidad de sobrevivir a una complicación de salud tanto para el hijo como para la madre son incomparables”, dice Salinas.

Sin embargo, no es una posibilidad para todas. Es posible para aquellas, dice Brito que cuentan con los medios y la formación para hacerlo. Pero, en los sectores más populares, los embarazos no deseados y juveniles continúan siendo una problemática social y sanitaria. “Al respecto, las responsabilidades parentales y marentales no son simétricas y se sigue perpetuando una práctica del cuidado de los hijos/hijas como tarea femenina, lo que implica que las jóvenes madres, posterguen estudio y trabajo”.

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