Revista Que Pasa

Teatro de los espíritus

Seis actores en una sesión de espiritismo. Un mago, un médium y un psicólogo como asesores. Esto trae la nueva obra de Rodrigo Bazaes, el diseñador de Machuca y Los 80, en el GAM.

-¿Está aquí Eliana ? Con la campanilla puedes decir sí. Un golpe, no. Dos golpes, no sé -dice la médium.

Ella aferra sus manos a los hombres que están sentados a su lado, en una mesa redonda, silenciosos y expectantes. Cuando se empiezan a escuchar los golpes, éstos resuenan en cada uno de los 230 metros cuadrados de este rectángulo enorme, con piso y paredes negras, que es la sala de ensayos del Centro Gabriela Mistral (GAM). Pero en la cabeza del director y dramaturgo Rodrigo Bazaes, en realidad estamos en una sesión de espiritismo en el Chile de los años 30.

"Yo no diseño acá", aclara, de entrada, Bazaes.

Seguro que nadie en la calle lo reconoce. Pero este tipo flaco, de pantalón de tela negro, zapatos oscuros y camisa impecablemente blanca, es el diseñador y director de arte de la película Machuca y de ese culto a la nostalgia que es la serie Los 80. Calladamente, Bazaes es el hombre que ha estado tras la reconstrucción, en nuestra cabeza, de la UP y los años de la dictadura.

El año pasado estuvo también en el diseño de los contenidos del pabellón chileno en la Expo Shanghái y en la filmación de Violeta se fue a los cielos, la última película de Andrés Wood, donde además de encargarse de la dirección de arte, es uno de los guionistas.

Así como rehúye las fotos (a menos que sean con su equipo), el trabajo de Bazaes siempre ha estado en un segundo plano, detenido en los detalles, en lo cotidiano, en ese espacio íntimo, pero invisible del hogar. El de los Machuca y los Infante. El de la familia Herrera en Los 80. Y el que recreaba en un departamento en la Expo Shanghái y que a los chinos, recuerda Bazaes, les pareció el reflejo de un país extremadamente nostálgico. Ese Chile que vuelve ahora, en la casa de una médium venida a menos en los años 30.

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-¡Mamá!, soy yo, Angelito -dice Rodolfo Pulgar.

Pulgar es parte del elenco de Antártica, que se estrena el 26 de mayo en el GAM. Si en el primer montaje de Bazaes como director, Pelo negro boca arriba indagaba en la figura del padre ausente, ahora, en Antártica, quiso explorar la relación con la madre.

Bazaes dice que cuando chico tuvo un acercamiento al espiritismo. Recuerda haber estado en una mesa, "con la mano sobre un vaso y el vaso dio respuestas que nunca entendí".

El punto de partida fue un focus group. Sí, porque Bazaes es un tipo que sabe de métodos y de planificación. Esta investigación empezó hace varios años, cuando se ganó un Fondart para la creación de este proyecto sobre la madre. Con los fondos, Bazaes contrató a una consultora de psicología para realizar un focus group, con hombres de entre 20 y 50 años. A todos se les consultó por la relación con su madre. Y se largaron a hablar.

-Nos dimos cuenta que lo que necesitábamos para el proyecto ya se había comprobado, que era el tono sentimentaloide con que los hombres enfrentan su relación con la madre.

Todo el mundo se ponía a hablar inmediatamente de su madre, de cuándo perdió su confianza, de cuándo la recuperó, con una melancolía del tiempo de la infancia. Estos hombres venían con terno a nuestra entrevista porque se habían arrancado del trabajo y luego volvían a ser ciudadanos comunes y corrientes. Pero ahí había una cantidad de historias profundas, contradictorias, a veces dolorosas o hermosas también -dice Bazaes.

Bazaes habla en plural, porque no está solo en esto. El proyecto Antártica, como se denomina este equipo, suma además a Marcello Martínez (música), Katy Cabezas (producción) y Cristián Reyes (diseño). Su paso siguiente fue postular a otro Fondart para el montaje del proyecto. Consiguieron 27 millones y la apertura del GAM, el año pasado, les permitió unir fuerzas. Antártica sería parte de una residencia artística en este centro cultural, del mismo modo que los centros culturales en Europa invitan a compañías de teatro o artistas visuales a crear un proyecto bajo su alero.

En este caso, el GAM les aporta durante diez semanas la infraestructura de la sala negra 1 de ensayo, además de la sala de teatro para estrenar la obra y remontar Pelo negro boca arriba, que tendrá una nueva temporada en junio, en un programa doble junto a Antártica. Esta residencia o "laboratorio", como le llama Bazaes, comenzó a inicios de marzo. Los actores pueden venir a cualquier hora. Y de seis a diez de la noche, se reúnen a ensayar, a discutir temas y a las sesiones con especialistas.

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