La bisabuela comunista: Judi Dench como la espía más valorada por los soviéticos

La próxima semana se estrena La espía roja, filme donde la ganadora del Oscar interpreta a la británica que durante 35 años entregó secretos nucleares a la Unión Soviética.

Judi

Bajo el eufemístico nombre de Asociación Británica de Investigación de Metales No Ferrosos se escondía un grupo de trabajo  que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial participó en algo más que el estudio de la metalurgia que no contuviera hierro. Se dedicaban a tareas de seguridad en la elaboración de armamentos para los buques de guerra y también, muy secretamente, al colaborar en el programa nuclear británico.

Para una de las empleadas de la institución, la militante del Partido Comunista británico Joan Stanley, el mundo no sería lo suficientemente justo si aquellas investigaciones se quedaban en Occidente. Para ella, la prueba había sido la bomba atómica sobre Hiroshima en que también colaboró la aparentemente inocua Asociación Británica de Investigación de Metales No Ferrosos. Por eso, antes que por cualquier otra razón, comenzó a pasar los secretos expedientes científicos a la NKVD, la agencia de seguridad que precedió a la KGB en la Unión Soviética.

Joan Stanley, horrorizada por las víctimas en Japón, pensó que el desarrollo paralelo de un poder nuclear en la Unión Soviética haría que Occidente pensara dos veces antes de lanzar la próxima bomba atómica. El equilibrio de poderes era el camino a la paz y en la película La espía roja (2018), Joan Stanley (Judi Dench) es la principal abogada de la concordia mundial.

Dirigida por el también director de teatro Trevor Nunn (ex máximo responsable de la Royal Shakespeare Company), La espía roja recrea en realidad el caso de Melita S. Norwood (1912-2005), la espía inglesa que durante 35 años mantuvo informados a los soviéticos sobre las investigaciones nucleares en su país. De este modo, sus reportes eventualmente contribuyeron al desarrollo de la bomba atómica soviética, en 1948. La película, que se estrena la próxima semana en Chile tras pasar por el Festival de Toronto en el 2018, se desarrolla básicamente a partir de flashbacks.

Cada uno de estos recuerdos pertenece a Joan Stanley, quien al inicio del filme es detenida en su propia casa de los suburbios londinenses ante el asombro de los vecinos y de sus propios hijos. Ya con 87 años, Stanley tiene mucho que contar, pero nada de qué arrepentirse: antes que por apego al partido, sus esfuerzos fueron en busca de la paz. Aquel sentido de justicia lo aprendió en la universidad en los años 30.

La película de Trevor Nunn ha sido celebrada por la actuación de Judi Dench, quien paradójicamente interpretó a M, la jefa de James Bond, en siete películas de la saga 007, desde Goldeneye (1995) hasta Skyfall (2012). También hay una interesante recreación del mundo universitario británico en los años 30, que es la época en que Joan Stanley (de joven interpretada por Sophie Cookson, conocida por la saga de películas de espionaje Kingsman)  estudia Física en Cambridge. En ese territorio conoce a Sonya (Tereza Srbova), una chica de origen ruso, y a Leo Galich (Tom Hughes), un muchacho de origen judío-alemán, con quienes entra en el círculo del Partido Comunista. Con él, además, mantiene un romance.

De Joan a Melita

La película La espía roja se basa en el bestseller Red Joan (2014) de Jennie Rooney, una suerte de ficcionalización de la vida de Melita S. Norwood. Aunque en líneas generales hay coincidencias entre ficción y realidad, conviene dejar en claro que al menos una significativa diferencia permite dimensionar el caso de la espía: contrariamente al personaje de Joan Stanley, Melita S. Norwood declaró públicamente que sus motivaciones para entregar secretos a la Unión Soviética tenían más que ver con su convicción comunista que con un supuesto interés en el balance de poderes.

Parte de sus declaraciones a la prensa británica al conocerse su caso en 1999 fueron: "Hice lo que hice no por dinero, sino que para prevenir la derrota de un sistema que, con muchos esfuerzos, le da a la gente común y corriente alimento y precios accesibles, una buena educación y un servicio de salud". Aunque los vecinos de Melita S. Norwood sabían de las simpatías de izquierda de esta ex física, no abrigaban la más mínima sospecha sobre su condición de espía.

Nacida bajo el nombre de Melita Sirnis, la llamada "bisabuela de los espías" era hija de un padre letón con filiación comunista y de una madre británica con simpatías en la izquierda,. Aquel origen político fue además alimentado en el momento preciso y en el lugar indicado (la Universidad de Cambridge en los años 30) de la misma manera que los llamados Cinco de Cambridge, agentes del servicio de inteligencia británico MI6 que entre los años 30 y los 50 pasaron metódicamente información a la Unión Soviética.

Activa en su labor de espionaje hasta el año 1972 (cuando se retiró), Melita S. Norwood era una funcionaria altamente valorada por los soviéticos. De acuerdo a los informes del desertor soviético y ex funcionario de la KGB Vasili Mitrojin, la KGB la consideraba incluso más "valiosa" que los hombre del MI6.

[caption id="attachment_779551" align="alignnone" width="600"]

El caso de Melita S. Norwood (1912-2005) inspiró el filme La espía roja.[/caption]

https://www.youtube.com/watch?v=eGv5suEPWqA

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Contenidos exclusivos y descuentos especiales

Digital + LT Beneficios$3.990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE