Better Call Saul: El pastel de la familia
Por cinco temporadas, Breaking Bad registró el paso de su protagonista desde ser Mr. Chips a ser Caracortada. Cómo un recto, pasivo y brillante profesor de química, se transformaba, obligado por una enfermedad terminal, en "el peligro" mismo.
En su serie hermana, que funciona como precuela e historia de origen de uno de los personajes secundarios de Breaking Bad, vemos cómo se pasa de perdedor a sabandija. Saul Goodman (Bob Odenkirk), seis años antes de conocer al químico-metanfetaminero Walter White, es aún Jimmy McGill, un abogado de poca monta que duerme en el sofá-cama de su oficina tipo clóset y se mueve en un auto que se cae a pedazos. Trabaja casos que dan poco dinero en la defensoría pública, los que enfrenta con quizás su única arma: una verborrea tan ingeniosa como patética. El tema, han dicho los creadores Vince Gilligan y Paul Gould, es por qué la gente decide corromperse; cómo Jimmy se convierte en el abogado de narcos y maleantes, encantador, de la serie donde lo conocimos.
Better Call Saul (disponible martes a martes en Netflix) sigue con la preocupación visual de su antecesora, con una fotografía hermosa, planos de camara subjetivos originales y secuencias brillantes -Jimmy, yendo de un caso a otro en la corte, haciendo un triste homenaje a la cinta All that jazz, "It's showtime, folks!"-. Es como una carta de amor de los creadores de Breaking Bad a sus obsesivos fanáticos, donde se recompensa el cariño a la serie anterior con guiños pop, un camino de piedras que en algún minuto quizás lleve a reencontrarse con los personajes desaparecidos; ver, en los primeros dos capítulos de Better Call Saul, al querible futuro asesino a sueldo Mike manejando la caja del estacionamiento de la corte, sirve para dar un vuelco al corazón. Para cualquier fanático acérrimo de una serie, la pregunta de qué pasó después de los últimos créditos es una interrogante con la que se aprende a vivir (en el caso de Los Soprano, es un pensamiento diario); para los breaking-badistas, Better Call Saul es como si la Navidad llegó antes. Si no vieron la primera serie, muy difícil que entiendan, disfruten o se interesen en esta segunda producción.
Ahora, sobre el tema de cómo el hombre se corrompe, la genialidad de Breaking Bad estaba en que Walter White no se pasaba al lado oscuro para proteger a su familia. Esa sólo era la anécdota inicial. La serie de Gilligan era un estudio del ego masculino, un animal peligroso cuando se ve herido.
McGill, por su parte, es un buen tipo que desde pequeño ha contado con su ingenio para hacer el camino fácil. Su hermano mayor es un exitoso abogado, sufriendo una especie de crisis de salud mental y física, convirtiendo a Jimmy en el pastel de la familia, con su propio ego herido y necesidad de demostrarle al mundo que nació para lo grande. Jimmy es vivo, Walter White era un genio, y si bien esta serie está orientada un poco más a la comedia que su antecesora, el personaje principal y sus compinches deben crecer mucho más, en profundidad y aventuras, para estar a la altura de la original.
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