Chayanne: no pidas más
Chayanne visita Chile desde 1987, registra una decena de actuaciones en el festival de Viña, un millón de discos vendidos en el país, es el artista que más suena en las emisoras nacionales superando tranquilamente a figuras como Ricardo Arjona, Ricky Martin y Enrique Iglesias, y ahora se toma por seis noches el Movistar Arena hasta el próximo sábado, en un nuevo hito de su relación con el público local. Arrancó el viernes con la sala repleta presentando el espectáculo En todo estaré tour, basado en el álbum homónimo de 2014. El puertorriqueño de la sonrisa infatigable y el paso bailarín, que con solo aparecer en escena provoca chillidos ensordecedores en un público de distintas edades y estratos, no solo cumple con su rol de eterno galán gozador con los mejores sentimientos, sino que se preocupa de mantener frescura y fijación por los detalles. Es duro ser Chayanne porque su imagen depende de una áurea juvenil que, de manera impresionante, no ha decaído a pesar de sus 47 años. Su estampa es prácticamente la misma: el corte de cabello sin variaciones, el peso controlado, la ropa ajustada pero casual, y una cálida expresión de sencillez en el rostro.
En esta etapa lo que domina es el equilibrio. La tensión de su montaje fluctúa entre la impecable puesta en escena con la estética ochentera que sigue de moda -predominancia del azul, el rosa y trazos geométricos en las proyecciones de las pantallas gigantes y los juegos de luces-, la banda poderosa y sin yerros, y un milimétrico balanceo entre su material bailable y las power ballads de acento guitarrero, que han copado su material en los últimos lustros. Progresivamente ha abandonado los números coreográficos que antes caracterizaban sus espectáculos. Por supuesto, aún baila (sino, no sería Chayanne), pero solo participa a ratos de algunas secuencias.
Mientras avanza la noche dirá las líneas que siempre le hemos escuchado como la infalible "ustedes mandan y yo obedezco" y un "¡qué ricoooo mi gente bonita!". La asistencia también conoce su parte del guión y cumple sin falta. Le gritarán mijito rico las veces que sea necesario.
Las canciones nuevas como Humanos a Marte y Bailando dos corazones tienen la misma recepción entusiasta de clásicos como Salomé y Lo dejaría todo. Aquello solo confirma que Chayanne no solo vive de su abultado repertorio de éxitos, sino de un presente musical que perpetúa su intención del producto completo con altos estándares.
Lo dicho: no es fácil ser Chayanne porque el personaje consiste en una fantasía. Es el hombre que parece aún un chico ansioso por complacer, romántico y atento hasta por si acaso, y que pide perdón por faltas desconocidas (en sus letras no caben infidelidades ni despreocupación por la amada). Las mujeres no pueden pedir más.
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